Mientras camino por el parque al atardecer, mi mente hace clic: la Generación Z, nacidos entre 1997 y 2012, está cambiando la forma en que bebemos, convivimos, consumimos... y conscientemente elegimos opciones más sanas. Pero, ¿qué hay detrás de ese cambio? ¿Y por qué nos importa a todos, especialmente a nosotros, que vivimos en un mundo cada vez más acelerado?
Un reciente informe de Revista I Alimentos revela una realidad fascinante: los jóvenes lideran el mercado de bebidas RTD (Ready-To-Drink) y bebidas no alcohólicas, pidiendo sabores innovadores, empaques sostenibles y experiencias más auténtico. Y no es solo una moda pasajera: en países como México y Colombia, estos productos crecen hasta un 35 % anual.
Esta tendencia me hace pensar en mi propia vida: cuando buscaba comunidad, me unía a un café con amigos; hoy muchos prefieren un seltzer sin alcohol, que les permite compartir sin perder el control ni enfrentar resacas. Un medio para conectarse sin sacrificar conciencia ni bienestar.
Yo también he hablado de algo parecido en Bienvenido a mi blog, donde exploro cómo integrar elecciones conscientes en nuestro día a día. Y en Amigo de… Ese ser supremo en el cual crees y confías, reflexiono sobre reconectar con lo esencial; escoger estas bebidas sanas puede ser un acto de respeto hacia nuestra mente, nuestro cuerpo y nuestra espiritualidad.
Pero más allá de evitar copas nocturnas, hay un cambio cultural profundo: muchos de nosotros ya no bebemos por presión social ni por buscar pertenencia, sino para sentirnos plenos en cada momento. Somos, como dicen en El País, una generación que prioriza salud, estabilidad, y ambientes controlados —algunos hasta se identifican con el movimiento abstemio de “Templanza”.
También se habla de los “sobrio-curiosos”, personas que buscan sabores complejos sin la carga del alcohol. Me hace sentido, porque nuestras reuniones no necesitan descontrol para ser memorables. En Mensajes Sabatinos escribí sobre el valor del compartir consciente: antes era una charla infinita de copas, ahora es un encuentro sincero, sin máscaras ni resaca emocional.
Este fenómeno no solo ocurre en adolescentes: estamos hablando de un cambio generacional. Según Marketing Directo, la Z está consumiendo un 20 % menos alcohol que otras generaciones y demanda bebidas más saludables. Es decir, no es coyuntura: es redefinición cultural.
Pero no todo es salud. Detrás de esta tendencia hay una invitación a mirar la industria con mirada crítica: si elegimos RTD, que tengan empaques reciclables, ingredientes limpios y producción ética. Aquí cobra sentido el trabajo de TodoEnUno.NET, donde exploramos cómo las pequeñas decisiones cotidianas pueden transformar nuestro entorno. Cada elección de bebida puede ser un voto por un mundo más sostenible.
También en micontabilidadcom.blogspot.com se habla de presupuestos conscientes: elegir bebidas 0 % no es solo salud, también puede ser ahorro (menos gasto en resacas y salud). Aprenderemos a invertir mejor en emociones, no en efectos secundarios.
Y en organizaciontodoenuno.blogspot.com vemos cómo la estructura importa: escoger un RTD saludable implica planificar salidas, organizar reuniones conscientes, evitar improvisar con opciones menos cuidadas. Es un acto de organización emocional y social.
Claro, esta transformación tiene retos: como señala El País, el afán por ser siempre productivo y evitar excesos puede derivar en una hipersensibilidad al rendimiento, la soledad y ansiedad . ¿Qué tan equilibradas son estas decisiones? La respuesta no está en abstenerse, sino en comprendernos, darnos gracia, y recordar que también somos humanos.
Por eso, cerrar este círculo consciente también requiere comunidad. En mi blog El Blog Juan Manuel Moreno Ocampo he explorado cómo conectar con otros desde la autenticidad, sin filtros. Y cada vez más, nuestras reuniones son limpias, con bebidas que nos nutren sin opacarnos.
Al final, lo que me resuena es que la Z está liderando algo que trasciende la bebida: está forjando una cultura de presencia, de consumo con sentido, de salud mental, emocional y espiritual. Una cultura joven que sabe que no todo lo que se celebra tiene que doler mañana.
Y esa, querido lector, es una razón para tener esperanza. Estamos sembrando una realidad en la que compartir no duele, cuidar no cuesta, y lo auténtico prevalece sobre lo efímero. Como me legaron mis mentores espirituales y mis blogs aliados, caminar con intención es el camino hacia una juventud consciente.
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