viernes, 3 de julio de 2015

El futuro de la educación es virtual

Jaime Alberto Rincón Prado, presidente y rector de la Corporación Unificada Nacional de Educación Superior (CUN).

Jaime Alberto Rincón Prado, presidente y rector de la Corporación Unificada Nacional de Educación Superior (CUN), considera que en la academia el estudiante debe ir desarrollando habilidades y conocimientos técnicos que le permitan entrar al mundo laboral con un ‘know how’.

Jaime Alberto Rincón Prado, presidente y rector de la Corporación Unificada Nacional de Educación Superior (CUN), fue el fundador de Cablecentro, la pequeña cadena de televisión que en un momento dado quiso comprar a Telecom, pero no pudo con las multinacionales interesadas en esa firma estatal.
Tras su llegada al cargo de rector de esta entidad educativa, hace siete años, Rincón se trazó el reto de convertirla en una institución moderna.
¿En qué se diferencia la CUN de otras instituciones de educación superior?
Nosotros tenemos una gran diferencia, que es la existencia de los ciclos propedéuticos, es decir, que podemos otorgar tres títulos a los jóvenes: técnico, tecnólogo y profesional.
Tenemos otra diferencia, que consiste en que ofrecemos la opción de que los estudiantes que quieren hacer una carrera en menor tiempo, pueden adelantar materias en vacaciones. Mientras los demás están en descanso, acá están avanzando en materias, lo que hace menos costosa la educación. Además, somos fuertes en educación virtual.
¿Y eso qué ventajas trae?
Muchas. Una de ellas es el ahorro de dinero. La educación virtual vale el 40 por ciento de la presencial. Además, a los dos años de haber ingresado a estudiar el joven recibe un título de técnico que lo habilita para trabajar en ese nivel. Esto es clave para personas de bajos recursos que necesitan ayudarse con ingresos para mejorar su economía. Con un semestre más de estudio puede recibir el título de tecnólogo, y puede seguir su ciclo profesional. Esto tiene un alto impacto en la calidad de vida de los estudiantes.
¿Cuántas carreras tiene la CUN?
Tenemos trece programas. El mayor número de estudiantes está en administración de empresas y contaduría pública.
Además de ello tenemos comunicación social, diversas ingenierías, diseño de modas y diseño gráfico. Tenemos 32.000 estudiantes entre presenciales y en 17 ciudades y 75 municipios. En 35 años de existencia de la CUN, se han entregado títulos a 35.000 personas, es decir que avanzamos a una velocidad de 1.000 egresados por año.
¿Cómo les ha ido en el Ecaes?
Todos los años, algunos de nuestros estudiantes alcanzan lugares destacados. Incluso en el 2013 estuvimos en el primer lugar.
¿Cuáles son los planes para los próximos 5 años?
Estamos empeñados en profundizar el énfasis en el emprendimiento y la innovación. Lo que buscamos es que los muchachos salgan con habilidades y conceptos que les permitan ser unos verdaderos emprendedores. Esto no solo para que generen su propia empresa, sino para que emprendan dentro de las empresas, es decir, para que sean empleados destacados. Trabajamos para que el joven se le mida a la empresarialidad y al emprendimiento. La idea es que los muchachos se muevan por logros y mejora continua.
¿En qué consiste el plan de mejoramiento?
Lo primero que estamos trabajando es en la certificación de calidad. También creemos que la educación hacia el futuro es virtual. Por eso le estamos dando prioridad a este tema. El mundo se está moviendo hacia este modelo de educación.
Pero existe la creencia de que la educación a distancia no es de calidad.
¿Qué lo hace pensar que eso es el futuro?
Los estudiantes son conocedores de las herramientas que facilitan la educación virtual. Una cosa es la virtualidad, otra la educación a distancia.
El reto que tenemos ahora es la preparación de los profesores para masificar la educación virtual, que en nuestra institución ya es del 50 por ciento. La mitad de nuestros estudiantes pertenecen a programas virtuales. Ante la ventaja de que los jóvenes son duchos en el manejo de la herramienta, el profesor debe ser un orientador del conocimiento. Es necesario llevar al profesor a que no dicte clase, sino a que gerencie la clase.
En este momento hay una ruptura fuerte entre las clases y la educación, pues mientras el profesor suelta información los estudiantes la está corroborando en internet.
La educación virtual es transversal a los modelos presencial y a distancia.
¿El profesor que dicta clases magistrales está en vía de extinción?
Ese modelo seguramente sí está en extinción. Lo que se requiere ahora es un nuevo profesor, que sea más que un orientador del conocimiento.
¿Qué profesional se necesita en cinco años?
Existe un gran déficit de jóvenes que sepan hacer algo. Teóricos hay muchos, pero cuando les preguntan ¿ustedes qué saben hacer?, los jóvenes tienen que decir que nada. Entonces lo que se necesita son ingenieros y técnicos. El exministro de las TIC, Diego Molano, decía que el país tiene un déficit de 100.000 técnicos en esta materia, de gente que sepa hacer algo. Lo que necesita es el saber hacer.
¿Qué programas nuevos tienen previstos?
Primero vamos a avanzar en posgrados, especializaciones y educación continua. Lo que queremos es sacar al mercado personas que sepan hacer algo. Por ejemplo, preparar periodistas para ser community manager, para que trabajen en los nuevos oficios que se generan con la administración de las redes sociales.

jueves, 2 de julio de 2015

5 consejos para afrontar las rabietas del niño

5 consejos para afrontar las rabietas del niño

Os dejamos esta infografía con 5 consejos que nos irán muy bien para cuando a nuestros niños les coja una rabieta.
No caigamos al primer lloro y afrontemos como es debido sus berrinches. ¡Ánimos!
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INFOGRAFÍA_5 consejos para prevenir rabietas_Superpadres

Si necesitas tener más herramientas para tratar las rabietas de tu hij@ descubre nuestra solución: “Cómo afrontar las rabietas”

miércoles, 1 de julio de 2015

Los ideales del preadolescente: ¿cómo me gustaría ser?

Los ideales del preadolescente: ¿cómo me gustaría ser?

Adquirir una identidad personal supone sentirse, concebirse a sí mismo como una persona separada. Separada y diferente de las demás y, al mismo tiempo, vinculada estrechamente con unas personas, una familia, una sociedad. El momento en que esto se configura más claramente es a partir de la pubertad.
  • A la reflexión del preadolescente acerca de ”cómo soy” le sigue la pregunta acerca de ”cómo me gustaría ser”.
Hemos visto que el preadolescente sabe lo que no quiere ser; sin embargo, le cuesta imaginarse cómo será su adultez. Mientras, el púber va adquiriendo cierta noción acerca de sus intereses, sus gustos, los objetivos que quiere alcanzar y los valores que fundamentan la convivencia en la sociedad, en definitiva, va creando su personalidad.
No obstante, para que estos aspectos adquieran solidez necesita personificarlos en alguien o en algo, y surgen así la figura del líder y los ideales. Éstos, ideal e ídolos, están determinados por los mensajes que envía la sociedad acerca de qué se debe hacer o cómo se debe hacer. Si el ideal o el ídolo funciona como tal, el púber se volcará apasionadamente y de manera desinteresada en defenderlo.
  • Los ideales de la juventud cumplen la función de propiciar la emancipación y permiten la estructuración de una identidad propia e individual.

Los ídolos actuales

“Los jóvenes de ahora carecen de ideales y de ídolos”. Esta frase se escucha a menudo cuando se intenta describir la juventud actual. El tipo de ídolos ha cambiado y también lo han hecho los ideales, pero esto no quiere decir que no los haya. La característica más peculiar de la época actual, respecto a las anteriores, es que sus ídolos son mucho más efímeros. Se erigen como tal cantantes, actores, artistas y modelos. Y su liderazgo está facilitado o creado por los medios de comunicación, radio, TV o revistas. Habitualmente son pasajeros, pues la moda impone un ritmo vertiginoso, impulsado por la búsqueda de originalidad. En el momento en el que un ídolo o corriente ideal entra en la sociedad de consumo, pierde su valor y hay que buscar nuevas tendencias que rompan con lo anterior.

El joven rechaza aquello que era

La pregunta ¿quién soy yo ahora?, que resulta acuciante para todos los individuos que se encuentran en la etapa de la pubertad, sólo tiene una respuesta clara: sabe quién ha sido hasta ahora y sabe, también, que ya no quiere ser así. Aún no sabe cómo será cuando sea mayor y adulto, pero sí tiene claro que ya no va a ser un niño. Una manera fácil y absolutamente normal de aceptar la pérdida de algo es rechazarla porque ya no sirve. El púber, para asumir lo que está perdiendo, suele rechazar lo que era hasta ahora: desprecia y se burla del mundo infantil o de lo que hacen los niños. Ya no quiere ir a ciertos sitios porque es de niños, no querrá que lo vean acompañado por su madre y se sentirá terriblemente avergonzado si, como castigo a su indisciplina escolar, lo envían con los pequeños, etc.

Cuando no se abandona el rol infantil de una manera adecuada o no se elabora su pérdida pueden surgir problemas. Así, cuando se configura demasiado rápidamente una identidad adulta por no poder esperar el tiempo que requiere el proceso adolescente, se pueden dar una rebeldía excesiva, una prematuridad en las relaciones sexuales o un abuso de sustancias tóxicas, como demostración de la adultez. Cuando no se puede realizar el proceso de pasar de niño a adulto aparecen sentimientos de incapacidad, de falta de fuerzas, que se manifiestan, generalmente, por medio de la inhibición en los otros.

martes, 30 de junio de 2015

Qué son los celos y cómo prevenir que tu hijo los sienta

Qué son los celos y cómo prevenir que tu hijo los sienta

Los celos podemos definirlos como un estado afectivo caracterizado por la emoción de miedo intenso a perder o ver mermados el cariño y la atención de alguien querido o el temor de que esa persona prefiera a otra. El niño celoso percibe la realidad algo distorsionada, piensa que es menos querido que antes, su autoestima disminuye, se encuentra ansioso y angustiado, puede rechazar aquello que le gustaba hacer y le cuesta mantenerse concentrado, incluso puede aislarse.

Los celos en la familia

En la familia, la rivalidad entre hermanos por sentirse queridos y atendidos por los padres y la llegada de un nuevo miembro a la familia suelen ser los motivos principales que desencadenan los celos. Los celos son una etapa relativamente normal que se debe superar y no tiene importancia si es circunstancial y pasajera, pero madres y padres debemos estar atentos cuando estos celos alteran significativamente la convivencia y el desarrollo normal del niño, o sean demasiado frecuentes y no remitan a los cinco años de edad.
Nuestra intervención como padres es esencial para evitar el sufrimiento de estos niños, ya que su duración excesiva puede llevar a un desarrollo anómalo de su personalidad, y pueden aparecer algunos comportamientos negativos muy variados, como agresividad, impulsividad, inseguridad y desajustes en sus relaciones sociales, como la desconfianza hacia los demás, terquedad o envidias.

Pautas a seguir ante los celos

El estado prolongado de la situación de celos de nuestro hijo dentro de la familia depende, mayormente, de nuestro comportamiento, por lo tanto, aquí tenemos algunos consejos para poner en práctica:

  1. Reforzamos los comportamientos contrarios a los celos, como la cooperación, el cuidado, la amabilidad y el afecto. En este caso, el ‘refuerzo social’ (abrazos, elogios o prestarle atención) es un medio muy adecuado para que disminuya esta actitud de celos.
  2. Ignoramos las conductas en las que predominen emociones celosas, es un método muy eficaz para eliminarlas. Al principio, este método puede aumentar la intensidad de los celos pero, si aguantamos y somos perseverantes, disminuirán significativamente.
  3. Evitamos comparar a los hermanos entre sí.
  4. En el caso de celos por la llegada de un hermano, sacamos tiempo para dedicarlo en exclusiva a cada uno de nuestros hijos. A veces, la llegada de un bebé que requiere tantos cuidados hace que nos olvidemos de que hay otra persona que también necesita nuestra atención.
  5. Explicamos al niño que papá y mamá le van a querer igual que antes, aunque no podamos dedicarle tanto tiempo.
  6. Mantenemos los hábitos y rutinas del niño lo máximo posible ya que, de esta manera, se adaptará mejor a la nueva situación familiar.

lunes, 29 de junio de 2015

El rechazo a la escuela ¿Qué hacer con los niños que no quieren ir al cole?

El rechazo a la escuela ¿Qué hacer con los niños que no quieren ir al cole?

En el momento en que el niño entra en la escuela, va a tener que adaptarse a un sistema de vida, de relaciones y de valores diferentes a los que había conocido anteriormente. Cuando llega a la escuela, su única experiencia son las vivencias familiares y sus expectativas sobre la vida escolar son bastante confusas. Algunos de ellos rechazan la escuela, lo que supone un motivo de alarma, tanto para los padres como para los maestros.
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Aparecen las enfermedades y ausencias

Con cierta frecuencia, el rechazo a la escuela no se manifiesta abiertamente, sino que se encubre tras un supuesto malestar físico, en forma de trastornos de este orden, fiebre, diarreas o dolores de cabeza, justo los días que el niño tiene que ir a la escuela y nunca cuando tiene vacaciones o cuando hay alguna actividad interesante para él. Generalmente, no se tiene en cuenta la estrecha relación que existe entre este tipo de enfermedades y una posible inadaptación. Las ausencias por pequeñas enfermedades denotan la dificultad del niño para adaptarse a su nueva situación: separación de la madre, relacionarse con desconocidos, nuevos ritmos y horarios. Enfrentarse a todo esto constituye un nuevo mundo para él.
Los dolores de cabeza, vómitos, faringitis y diarreas repetidas pueden ser síntomas de conflictos psicológicos que el niño manifiesta inconscientemente, aunque estas exteriorizaciones son a veces momentáneas y pueden desaparecer al cabo de días si la escuela tiene un ambiente acogedor. Hay que tener en cuenta que el absentismo es una de las causas más frecuentes del retraso escolar. El niño que no tiene buena salud tendrá más dificultades para concentrarse, bajo rendimiento intelectual y cansancio a la hora de hacer sus tareas escolares, lo que tendrá como consecuencia un detrimento en su desarrollo evolutivo.

El niño vuelve a hacerse pipí

El niño que controla sus esfínteres, en el momento de ingresar en la escuela puede sufrir una regresión en este terreno. Evidentemente se trata de una manifestación de la dificultad que el niño tiene ante esta nueva situación. Es necesario que la escuela lo tenga en cuenta y no aumente las dificultades al pretender reprimir este problema. Hay que pensar que, aunque el control de esfínteres se adquiere hacia los 2 años, este control no se domina totalmente hasta los 4 años y representa un esfuerzo psicológico importante para el niño que bajo la presión de una situación difícil puede ceder fácilmente.

Cuidado con los comportamientos retraídos

La mayoría de los niños lloran el primer día de clase y posiblemente unos cuantos días después. Llorar es la manifestación de algún tipo de malestar. Los niños lloran ante una situación desconocida o ante la pérdida momentánea de la seguridad que representa su familia. Si el ambiente que encuentra es acogedor, enseguida sabrá reconocer las ventajas que la nueva situación le representa; se adaptará rápidamente y el progreso realizado con la entrada en la escuela será sorprendente.

Pero no todos los niños reaccionan de la misma manera ante lo que no les gusta: algunos lo hacen de manera abierta (lloran, se enfadan, hacen una pataleta) y otros, por el contrario, reaccionan de forma más tranquila, pero no por eso debemos dejar de estar atentos a su comportamiento. Estos últimos, aunque aparentemente pueden mostrarse mejor adaptados, quizá viven situaciones desagradables que son más difíciles de captar y que solo se manifiestan en forma de cierta tristeza o desgana. En el extremo de esta conducta hay niños que tienen un comportamiento retraído: no hablan con sus compañeros, no juegan en el patio y se quedan aislados en un rincón. Estos niños, a veces, tienen una dependencia acentuada respecto a la madre, cuando ésta se encuentra con el niño en casa. Si estas conductas persisten se tiene que observar qué sucede, no sólo en el momento en que se le lleva a la escuela, sino indagar también qué le pasa cuando está en ella.

domingo, 28 de junio de 2015

La actividad social del niño entre los 6 y los 12 años

La actividad social del niño entre los 6 y los 12 años

La actividad social del niño varía según su edad y sus propias experiencias. El niño afronta sus relaciones dando a cada uno un trato diferenciado. En la primera infancia sólo los padres son importantes. Más tarde, al entender que existe otro mundo más extenso aparte de su familia, se inicia en la independencia respecto de la madre y valora al resto del grupo familiar, entablando con ellos relaciones de amistad, de prepotencia, descaro o sensiblería. Pero también existen otros grupos sociales con los que el niño entrará en contacto. La escuela y los amigos le ayudarán a integrarse en una actividad social en la que, a medida que crezca, tendrá que aceptar normas, esperar turno y saber escuchar. Además, entablará relaciones de verdadera camaradería y adquirirá valores tan específicos como la lealtad y la amistad.

Una actitud intolerante a los 6 años

El niño de 6 años se mantiene en continua discusión, sobre todo con su madre. Aunque es con ella con la que mantiene un duelo más fuerte, también es a ella a quien más necesita. La madre, con una correcta actuación y sin pretender cambiar autoritariamente la conducta de su hijo, puede conseguir que desista en sus intentos y que suavice su irritabilidad. El niño capta cualquier tensión en casa y es capaz de adoptar posturas variables de dulzura o desprecio frente a problemas que puedan surgir con la madre. Frente a otras personas se puede mostrar francamente maleducado, adoptando un comportamiento insolente. En lo que respecta al padre, es bastante exigente con él y le gusta acaparar su tiempo; con él se muestra menos batallador y le gusta compartir juegos y actividades. No es extraño que el niño se muestre egoísta e intolerante, ni que quiera acaparar la atención de los demás. Le gusta ser el primero en todo y le cuesta aceptar que los demás puedan vencerle. A pesar de todo, le gusta jugar con otros niños, en grupos que suelen ser muy variables.

La colaboración aparece a los 7 años

El niño de 7 años colabora dentro del grupo familiar y cumple con las responsabilidades que se le designan, y lo hace generalmente de forma consciente. Se identifica con su familia y le gusta demostrar que él, al igual que el resto de los miembros que la configuran, tiene unas funciones y unas tareas específicas que debe realizar para garantizar que todo marche bien. No es tan testarudo como lo era el año anterior y se muestra más comprensivo y dulce en su relación con la madre. Mantiene buenas relaciones con el padre y siente admiración y cariño por el resto de la familia. No obstante, puede mostrarse celoso ante algún hermano menor y es bastante influenciable en sus relaciones. Con los amigos ya no es tan agresivo y las peleas no resultan tan constantes, aunque no desaparecen del todo. Puede jugar con compañeros del sexo opuesto sin discriminación, pero ya empieza a establecer algunas diferencias a la hora de escoger un grupo para jugar. Ya no le resulta tan necesaria la presencia del adulto, ni para jugar ni para realizar tareas concretas.

Aceptación fuera de casa a los 8 años

A los 8 años, el grado de dominio que posee el niño de gran parte del comportamiento social hace que guarde la compostura y se muestre educado y atento frente a los demás. Se comporta mucho mejor fuera de casa, y amigos y conocidos quedan encantados con las atenciones del niño y valoran su actitud. No tiene problemas para entablar nuevas relaciones. Con sus amigos, el juego empieza a ser bastante organizado, aunque es exigente con ellos y también reclama su constante atención. Le gusta salir y visitar a otros niños. Los mejores amigos suelen ser de su mismo sexo, especialmente en el caso de las niñas.

El despiste a los 9 años

A los 9 años el niño se muestra más dócil y menos exigente que a los 8 años, pero está absorto en su mundo y parece que no escuche a nadie. Aunque es francamente despistado, lo cierto es que cuando se le recuerda una tarea, la lleva a cabo sin problemas. Le gusta entablar conversaciones que le aporten información y en ocasiones desestima el juego para poder charlar.

La relevancia familiar a los 10 años

La familia adquiere una relevancia especial para el niño de 10 años. Vuelve a establecer una intensa relación con la madre, alejada de discusiones y problemas. Si el ambiente familiar es normal, el niño idealiza a su familia. No cree que exista otra familia mejor que la suya y disfruta con las salidas y actividades conjuntas. Tiene facilidad para demostrar su admiración y es cariñoso y afectuoso.

Desmitificación de los padres a los 11 y 12 años


Al llegar a los 11-12 años reduce considerablemente el tiempo que pasa junto a sus padres. Le gusta estar en casa y fuera de ella, pero con sus amigos. Se vuelve más realista y desmitifica esa familia ideal de los 10 años. La familia ya no resulta tan perfecta y empieza a criticar algunas actuaciones de sus padres. Empieza a tornar algunas iniciativas, pero sólo en temas que le interesan. Tiene muy en cuenta las críticas de sus padres, aunque ello no hace que sea más responsable.

sábado, 27 de junio de 2015

Amigos, el mejor refugio del adolescente

Amigos, el mejor refugio del adolescente

La amistad es clave en la vida del adolescente. Los amigos representan el escalón que permite saltar de la dependencia infantil a la autonomía adulta, con la consiguiente inclusión en la sociedad. Actúan como relevo de los padres, sin ser sus sustitutos, y proporcionan la compañía necesaria para afrontar esta nueva situación de independencia. Los amigos adolescentes se vuelven inseparables y no se cansan nunca de estar juntos, aunque se aburran y no sepan qué hacer. Aún así, cuando un adulto recuerda su adolescencia, las experiencias que suelen haberle quedado mejor grabadas son los momentos que pasó con los amigos. De hecho, las amistades de la adolescencia suelen convertirse más tarde en los «mejores amigos» y permanecen con el paso de los años.
En la adolescencia, los amigos ocupan un lugar preferente porque en ellos se depositan los sentimientos, las comunicaciones más íntimas, la fidelidad incondicional y los vínculos afectivos, a veces casi más profundos que con los padres. Si los padres entienden estos sentimientos y los aceptan sin sentir que su hijo ya no los quiere, los amigos no se convertirán en el único refugio al que acudir.
Uno de los factores que hace que la amistad cobre tanta relevancia es que permite al adolescente encontrarse consigo mismo y con los demás en un plano de igualdad diferenciada. Hasta entonces el adolescente no había elegido ni decidido, a título personal, con quién quería relacionarse: la familia, hermanos, primos, amigos de la escuela… todo era «obligatorio», venía dado por su inclusión genealógica o por la decisión de los padres de asistir a tal o cual lugar. La amistad del adolescente supone una elección de con quién quiere ir. Esta libertad de elección hace que sean «sus amigos» y que resulte tan difícil admitir opiniones de los padres acerca de la conveniencia o no de ellos.

La figura del líder


La amistad conlleva necesariamente un funcionamiento grupal: los componentes del grupo comparten intereses, gustos, aficiones, colegio, etc. En principio no existe una organización estructurada, ya que no existe un líder y sus lazos de unión se basan en la coincidencia de costumbres o gustos. Cuando el grupo se consolida, pueden surgir de manera espontánea ciertas reglas internas y emerge entonces también la figura del líder como representante de los intereses colectivos. ¿Qué consigue el adolescente con esta figura? Supone la autoafirmación personal del «yo soy eso», en la medida en que este «eso» es compartido por todos. La pandilla reafirma y reasegura su identidad y, retroactivamente, cada miembro aporta continuidad y estabilidad a la pandilla. Por su parte; el líder potencia la cohesión interna de la banda y la realización de sus intereses. En algunos casos, esta cohesión interna se consigue a través de una postura de provocación y de llamar la atención a la sociedad.