lunes, 3 de agosto de 2015

CÓMO PREVENIR LA ANSIEDAD INFANTIL?

¿CÓMO PREVENIR LA ANSIEDAD INFANTIL?

En ocasiones los niños tienden a preocuparse demasiado sobre determinados aspectos reales o imaginarios, que les llevan a generar estados de ansiedad y preocupación generalizada y excesiva. Las personas más próximas al niño tienen un papel muy importante en la prevención de problemas de ansiedad. Los padres y los educadores pueden reducir el impacto de las situaciones o acontecimientos vitales estresantes que viva el niño, pueden educarlo para potenciar sus recursos personales y pueden promover nuevas experiencias y fomentar hábitos de vida saludables. ¿Cómo?
Se van a exponer brevemente alguna de las pautas o líneas de actuación que los padres y cuidadores del niño deberían seguir para prevenir en la medida de lo posible que éste desarrolle un problema de ansiedad.
Los niños pueden carecer de recursos para afrontar de forma adecuada situaciones o acontecimientos vitales estresantes o traumáticos. La vivencia de una separación, de la muerte de un familiar o amigo, de un desastre natural (incendio, inundación), de un robo, de un accidente, etc. pueden superar la capacidad del niño para reaccionar de forma adaptativa. En estos casos, los padres o las personas próximas al niño deberían:
Hablar con el niño de todo lo que le preocupa, de cómo se siente. Permitir que se desahogue y exponga todas sus preocupaciones, dudas y sentimientos. No forzar al niño a hablar de sus sentimientos, estar disponibles cuando él lo necesite.
Actuar como modelos de conducta y afrontamiento de los problemas: los niños aprenden a actuar y a afrontar los problemas imitando y adoptando como propios los modos de actuación de personas cercanas a ellos.
Comprender lo importante que para el niño cada situación que vive. No hay que restar importancia a acontecimientos que para un adulto pueden resultar intrascendentes: una pelea con otro compañero, un cambio de profesor, la dificultad en alguna materia escolar, etc. pueden ser lo suficientemente significativas para que el niño se muestre preocupado.
Hablar con el niño de todo aquello que teme. ¿Qué es lo que le inquieta? ¿Qué es lo peor que puede pasar?
Adoptar una actitud propicia a la resolución del conflicto o problemas: ¿qué puede hacer el niño para solucionar ese problema? ¿Cómo puede hacerlo? ¿Está en su mano el solucionarlo?. Es importante que los padres o cuidadores no adopten un papel demasiado directivo: el niño debe aprender a solucionar sus propios problemas. Solucionárselos no enseña al niño a ser autónomo, sino a depender de los padres o cuidadores y recurrir a ellos cada vez que tenga un pequeño contratiempo.
Interesarse por la evolución del problema.
Animar al niño, reforzarlo por los avances.
Brindarle apoyo: los padres deben demostrar a su hijo que ellos estarán allí cuando él necesite ayuda; los profesores deben expresar al niño que ellos pueden ayudarle cuando tenga dificultades en sus tareas escolares.
Ayudar al niño a encontrar aptitudes, intereses y actividades. Reforzar y potenciar sus capacidades: animar al niño a mejorar sus habilidades en las tareas que realiza de forma deficitaria y, sobre todo, potenciar aquellas que más le gustan y que mejor o más fácilmente hace.
Corregirle cuando hace algo mal. Es importante que se critique su actuación, pero no su forma de ser. Es más adecuado decir ‘no has hecho bien la cama’ que ‘eres un gandul, torpe…’, mejor señalar ‘si hubieras estudiado más habrías aprobado este examen’ que ‘eres vago y tonto’…
Elogiarle por sus avances, por las cosas que hace bien. No exigir perfección ni rapidez. Valorar como válidos los resultados que vaya consiguiendo aunque no sean perfectos. A medida que haga las cosas le saldrán mejor y más deprisa.
No ser excesivamente sobreprotector. Se ha visto que los niños que están muy sobreprotegidos por sus padres tienen frecuentemente una baja autoestima. La sensación de podernos valer por nosotros mismos se construye día a día y depende de las actividades que realizamos y los problemas que afrontamos. Hay que dejar que el niño se enfrente por sí solo a sus problemas y que aprenda estrategias para superarlos. Los padres no estarán siempre ahí para resolver todos los problemas de su hijo.
En este sentido, es importante fomentar en el niño:
Una actitud activa dirigida a la resolución de problemas:
a) Valorar un problema como un desafío en vez de como una amenaza.
b) Creer que los problemas son resolubles.
c) Creer en la propia capacidad para resolver bien los problemas.
d) No esperar que los problemas se resuelvan por sí solos, no posponer la resolución del problema, no evitarlo.
e) Búsqueda activa de soluciones.
Está claro que no basta con animar al niño a actuar de esta forma, sino que los padres y otros cuidadores deben comportarse del mismo modo, actuar de modelos de conducta a seguir para el niño.
Para todo esto, es muy aconsejable que los niños tengan experiencias muy variadas. Esto les permitirá conocer a gente diferente y hacer amigos, conocerse mejor a sí mismos y saber cuáles son sus aptitudes e intereses más destacados, encontrarse con diferentes problemas y desarrollar habilidades y estrategias para resolverlos, etc. En definitiva, fomentar nuevas experiencias en el niño puede fortalecer su autoestima y sus recursos de afrontamiento y establecer una red de relaciones sociales.
El apoyo social es, sin duda, uno de los recursos más importantes para prevenir los problemas psicológicos, entre ellos los de ansiedad. Es importante fomentar las relaciones sociales del niño: dejar que realice salidas con otros niños, excursiones, dormir en casa de amigos, fijar una hora de regreso a casa que sea prudente pero no demasiado restrictiva…Cuantas más experiencias diferentes tenga el niño más estrategias desarrollará para afrontar problemas.

Si bien realizar diferentes actividades para potenciar las aptitudes del niño es aconsejable y saludable, y promover diferentes experiencias permite desarrollar estrategias para afrontar problemas y construir una buena red de apoyo social, no hay que excederse ni en la cantidad de actividades a realizar ni en lo que se espera de ellas. Los niños con un exceso de actividades extraescolares muestran cansancio, estrés y se sienten presionados. Tienen la necesidad de cumplir con todo y con todos y se dan cuenta de que no pueden. Esto puede repercutir de forma negativa en su salud mental.

domingo, 2 de agosto de 2015

Cómo ayudar a los adolescentes a gestionar sus emociones?

La adolescencia es una etapa de cambio en la que el niño sale de un mundo de protección para dirigirse a un futuro incierto. Para Nano López, coach especializado en pre-adolescencia y adolescencia, se hace fundamental identificar, aceptar y encauzar emociones, tareas en las que los padres deben ejercer una labor de apoyo y acompañamiento.
Convertirse en adulto puede ser un camino de espinas. Sin darnos cuenta, vamos evolucionando hacia el futuro y en muchísimas ocasiones no nos paramos a reflexionar o a hacer un descanso para saber hacia dónde nos dirigimos.
Dentro de este camino, la adolescencia es una etapa marcada por los cambios en la que salimos de un mundo de protección hacia un destino que ni siquiera nosotros mismos sabemos cuál es. Por ello, una de las bases más importantes para controlar esos cambios, esa ebullición hormonal, es aprender a gestionar nuestras propias emociones.
Por defecto se considera que tenemos cuatro emociones básicas que vienen 'de serie': ira, miedo, alegría y tristeza que, según los estudios realizados por Darwin sobre los actos de expresión de los seres humanos, son comunes e independientes de los orígenes culturales.
Lo que es importante saber es que estas emociones nos sirven para dirigir nuestras vidas y todas tienen una función importante en nuestro desarrollo. Por ejemplo, la ira, considerada por lo general como una emoción 'mala', puede servirnos para adaptarnos y proteger lo que consideramos que es nuestro. ¿Es bueno sentir ira? La respuesta es que depende de cómo actuemos con respecto a ella.

La búsqueda del equilibrio


Como padres no nos damos cuenta que somos los principales 'programadores' del software de nuestros hijos; una gran responsabilidad a la que muchas veces no damos valor. 
La adolescencia es, en este sentido, la etapa ideal para acompañarlos en ese desarrollo emocional, para lo cual es fundamental no olvidarnos de poner el foco en ellos y no en nosotros. 
Durante esta etapa, los adolescentes comienzan a afianzar muchos hábitos de futuro, por lo que tenemos que hacer que sean ellos mismos los que tomen conciencia de sus propias emociones y de cómo las viven.

Expresar, aceptar y orientar sentimientos y emociones


La herramienta más importante en este sentido es tomar conciencia de la relación que existe entre la emoción, su gestión y el comportamiento. 
En ese sentido, hay que enseñar a nuestros hijos a generar estrategias para aprender a expresar sus emociones tal y como las sienten. Haciéndolo, los jóvenes lograrán comprender su estado emocional y aceptar que los sentimientos y emociones deben ser 'regulados' para crear una estabilidad emocional que los ayude a prevenir estados negativos y, así, conseguir objetivos con mayor claridad.

Nano López es coach ejecutivo formado en la Escuela Europea de Coaching y socio de iNSide you, empresa especializada en ofrecer servicios de coaching personalizado para Pymes, adolescentes y coaching personal. 

sábado, 1 de agosto de 2015

Las malas notas no tienen que ser un drama

Fracaso escolar de algunos niños está relacionado con estrés, problemas en el hogar y rechazo.

A veces los complejos pesan en el desempeño académico.
A veces los complejos pesan en el desempeño académico.

A Johan Sebastián le sudan las manos, tiene una sensación incómoda en el estómago y el corazón le late muy rápido; está aterrorizado. Y es que este estudiante de décimo grado perdió tres materias y sus papás están a punto de darse cuenta de su incómoda situación en la entrega de notas del segundo bimestre académico.
Sebastián nunca había tenido inconvenientes para pasar el año. Esta vez, sin embargo, algo sucede. Simplemente perdió su capacidad para concentrarse en las clases.

No se trata, por supuesto, de un hecho aislado. Es más, coincidió con los problemas de pareja que empezaron a tener sus padres en los últimos meses, y aunque ellos se esforzaban por mantener la calma ante Sebastián, lo cierto es que él se dio cuenta desde el comienzo de que algo no marchaba bien.
Puesto todo en perspectiva, los especialistas no dudan en señalar que el desplome académico de Sebastián está directamente relacionado con la perturbación y el estrés causados por los problemas en su casa. En efecto, casos como los de este estudiante abundan, sobre todo por esta época del año, en que la mayoría de los escolares hacen corte de cuentas en los colegios. De acuerdo con María Elena López, psicóloga familiar, el pobre desempeño académico que de repente muestran sus hijos casi siempre es subestimado por los padres, cuyo primer reflejo es echarles la culpa.
“Los factores por los cuales el alumno no está rindiendo deben ser valorados antes de terminar el año. No es sensato atribuir, en su totalidad, a los hijos o al colegio la responsabilidad por los fracasos académicos. Los padres y el colegio deben detectar dónde está el problema”, explica López.
En efecto, ningún alumno desea que le vaya mal en el colegio porque eso no solo traerá como consecuencia problemas con sus padres, sino también en su autoestima y en la relación con sus compañeros y maestros.
En este sentido, la psicóloga Isabel Menéndez hace un llamado a las familias para que intenten escuchar antes de caer en el error de creer que las malas notas solo dependen de la voluntad del niño.
Factores que cuentan
Es amplio el abanico de situaciones internas y externas que les cuesta manejar a muchos estudiantes. Desde acoso escolar hasta dificultades de salud que no les permiten concentrarse como es debido.
En el caso de un adolescente, por ejemplo, puede acabar manifestando dificultades en el proceso de construcción de su personalidad, rechazo de sus compañeros o una negativa a hacerse mayor, entre otros conflictos.
Para Gloria del Carmen Tobón, subdirectora nacional del Campo de Psicología Educativa del Colegio Colombiano de Psicólogos, la falta de motivación para aprender también es una causa de bajo desempeño académico. “Los alumnos deben entender el valor de los saberes y se les debe enseñar que es más importante conocer que tener”.
La pedagoga Alicia Herranz llama, a su vez, la atención sobre aquellas situaciones que, como en el caso de Sebastián, pueden disparar bloqueos que les impiden concentrarse en sus estudios. “A veces –explica– no sentirse aceptado por los compañeros o no tener amigos puede hacer que se retraigan académicamente; también los complejos, como verse gordos o avergonzarse de llevar unas gafas o aparatos correctores de los dientes”, dice Herranz. En todo caso, la recomendación es que si el niño se siente rechazado de algún modo, es necesario actuar de inmediato para resolver esta situación.
Herranz pide tener en cuenta, además, que algunos problemas de salud como la anemia, la pérdida auditiva o los defectos de visión conspiran contra el rendimiento académico si no se corrigen a tiempo. Los chequeos médicos nunca están de más.
Como tampoco lo está hablar con los chicos cuando hay conflictos en el hogar. La idea es ser francos para transmitirles seguridad y quitarles preocupaciones que puedan repercutir en su vida académica.
López insiste en no actuar “como si fuera el fin del mundo” si las malas notas aparecen. De hecho, armar un drama es mucho más contraproducente.
Lo mejor es asumir que hay áreas en las que el estudiante debe mejorar y generar estrategias de cambio que pueden pasar, incluso, por la contratación de un profesor de refuerzo.
Para Carolina Piñeros, directora ejecutiva de Red PaPaz, este proceso debe ir acompañado del reconocimiento de los logros de los alumnos: no se debe resaltar solo lo negativo.
Por esta misma razón, es vital evitar expresiones hacia los hijos del tipo “bruto”, “me desilusionas”, “torpe”, “tú no puedes”, pues esto afecta gravemente su autoestima. Además, tener una mala nota ya es en sí misma una sanción que lo hará sentirse muy mal.
La producción de dopamina también influye
Distintos estudios han comprobado que la genética es también responsable del buen o mal desempeño académico en los estudiantes. Una investigación de la Universidad de Florida, por ejemplo, determinó que hay una relación entre la producción de dopamina (neurotransmisor cerebral relacionado, entre otras cosas, con el placer, la memoria y el aprendizaje) y asignaturas como el lenguaje, las matemáticas, la ciencia y la historia. Cuando la persona tiene gusto por alguna de estas materias, segrega más dopamina de lo normal, lo que -según el estudio- facilita su aprendizaje.
Otro análisis de la Universidad King’s College, de Londres, reveló que en asignaturas como inglés, matemáticas, ciencias, física, biología y química, los genes influyen más en las notas (58 por ciento), mientras que en materia de humanidades, como arte y música, los genes cuentan en un 42 por ciento.
A pesar de señalar el importante peso que tienen los genes en el éxito escolar, en el estudio se aclara que esto no implica que el ambiente que rodea a un niño no sea importante, pues influye en las notas en un 36 por ciento.

viernes, 31 de julio de 2015

Salir del piloto automático

Salir del piloto automático

Parece que el mundo en el que vivimos hace que nuestras vidas vayan a una velocidad que no controlamos para nada. Todo sucede con una rapidez vertiginosa. Esta velocidad nos ha llevado a vivir muchas de nuestras situaciones en piloto automático.
                             ¿Qué significa vivir en piloto automático?
Significa hacer varias cosas sin centrarnos realmente en lo que estamos haciendo, significa reaccionar mecánicamente ante las situaciones sin haber reflexionado en las diferentes opciones que se pueden plantear, en analizar las diferentes respuestas que podemos dar ante una misma situación y lo que es peor no valorar las consecuencias de nuestros actos.
Creo que nuestros hijos también están adoptando esta manera de funcionar y por eso os propongo estos pequeños ejercicios que practico con mi hija. Son muy sencillos y como no tengo la patente podéis modificar y adaptar a vuestro gusto o conveniencia.
1.- Cambiar el camino que hacemos para llegar a la escuela. Por la mañana mi hija se levanta con una energía envidiable y con una verborrea que no entiendo de dónde sale, pues bien para aprovechar esos 10 minutos que tardamos en llegar a la escuela, decidí ir cambiando el camino. Hay veces que el camino es más largo y damos rodeos, pero qué más da. Le pido a mi hija que observe y me relate las diferencias que va encontrando….  ¿qué consigo con eso? Focalizar su atención en el ahora, desautomatizar y flexibilizar su conducta delante de una rutina cotidiana. ¡¡Salir del piloto automático!!
2.- Focalizar su atención en un compañero de clase cada día distinto y observarlo como si fuera una espía, luego comentamos qué ha aprendido de él/ella nuevo que no conocía. Me sorprende su gran observación. Debe fijar su atención en lo que dicen y hacen y sobretodo aprender a analizar sus gestos, sus caras, sus respuestas. En el parque, cuando vamos, le enseño a interpretar caras. También lo hacemos como un juego.
3.- Cambiar los roles en  casa, ella hace de madre o padre y yo de hija. Aprendemos a ver cómo nos ven, bajo su prisma. De ahí podemos hacer  autocrítica y discutir qué deberíamos cambiar y cómo.
4.- Cuando miramos la televisión juntas, bajar el volumen a cero cuando hay anuncios y comentar lo que estamos viendo. Muchas veces jugamos a poner voz a esos anuncios que sólo visualizamos y por tanto mezclamos un rato de juego.

Para mí, por tanto salir del piloto automático significa cambiar esas rutinas que tenemos tan interiorizadas y buscar nuevas maneras de hacerlas, si además las convertimos en juego, poco más podemos pedir.

jueves, 30 de julio de 2015

Hay que hablar de sexualidad?

¿Hay que hablar de sexualidad?

Hablar de sexualidad con los hijos no parece tarea fácil. Pero la educación sexual es muy importante para la vida de nuestros hijos y por ello creo que debemos esforzarnos. Es distinta en cada etapa y se tiene que ir avanzando poco a poco.
El cuerpo es el principal actor pero detrás hay sentimientos, placer y amor. Se disfruta desde el cerebro y de ahí que sea tan importante educar en este sentido.
A una muy temprana edad en el colegio se habla de las diferencias morfológicas de ambos sexos, también se les habla de la reproducción y ahí es donde nosotros debemos empezar a hablar de sexualidad.
La pedagoga sexual Cecilia Clemente, recomienda para los primeros años un libro fantástico (comprobado con mi hija de siete años) que se titula: “Mi primer libro de sexualidad”, nos acerca de manera muy clara e inocente a lo que nuestros hijos deben saber desde una pronta edad, podemos estar hablando de niños entre los siete y diez años. En el libro se habla del cuerpo, se habla de sentimientos, se habla de sexualidad, aportando dibujos de cada tema que se va explicando y que ayudan a una mayor comprensión. También se habla de las diferentes familias que existen hoy en día. Para empezar es un buen inicio.
Hay una falsa creencia extendida que cree que hablar de sexo con nuestros hijos significa incitar al sexo, nada más lejos de la realidad. Hay que hablar de ello de la manera más natural posible y no convertir el tema en algo prohibido o tabú. Nuestros hijos deben aprender a reflexionar sobre la sexualidad, a conocer su cuerpo y a respetarlo y sobre todo a respetar el de los demás. Éste es el significado que le doy a la educación sexual.
Cecilia Clemente aconseja para chicos preadolesentes la lectura del libro: “Sexualidad, ¿hablamos?” dónde se explica de forma detallada los cambios que se van produciendo en nuestro cuerpo a esas edades y sobretodo de las emociones que se despiertan como la vergüenza, el pudor, el miedo, el placer, la atracción, el enamoramiento, el desamor (¿quién no recuerda su primer amor?, ¿el primer beso?).
También les habla de cómo ir aceptando los cambios y da varios consejos muy útiles, a mi entender, como por ejemplo: cómo ponerse un tampón o la explicación de cuánto tiempo lo debemos llevar, las medidas higiénicas que hay que tomar…  En el libro se reconoce el pudor que seguimos sintiendo al hablar de sexualidad y se nos recomienda hablar de manera sencilla y sobretodo utilizando el humor, para mí como digo siempre, una de las mejores armas para hablar con adolescentes.
Hay que hacer entender a nuestros hijos que podemos hablar con ellos de cualquier tema, que intentaremos apoyarlos con nuestra experiencia y que lo más importante es la sinceridad. A veces les debemos aconsejar que hablen con otro adulto de confianza ya que ellos se niegan a hablar con nosotros, debemos encontrar otros recursos.
Hablar de sexo tiene que ir estrechamente relacionado con hablar de emociones, como ya he dicho antes, pero también hay que hablar de los riesgos: como enfermedades de transmisión sexual, o de la mezcla explosiva que puede ser la combinación de sexo, drogas y alcohol. Entre ellos corren falsos mitos y leyendas urbanas que tenemos la obligación de desenmascarar, como que las drogas son afrodisíacas ya que por el contrario pueden provocar problemas de erección, como pasa con el alcohol que es un depresor importante del sistema nervioso.
Hay numerosos mitos a tratar:
  • Con la regla no hay peligro de embarazo.
  • Con una vez no te puedes quedar embarazada.
  • Hacerlo de pie es más seguro.
Hay que hablar de todos los métodos anticonceptivos y analizar los beneficios.
Yo recomiendo la visita al ginecólogo para las chicas y al urólogo (algo no muy común aun) para los chicos. Las chicas deberían visitarse desde la primera regla y ambos sexos desde la primera relación sexual. En la consulta médica, estos profesionales no serán de gran ayuda en la educación sexual de nuestros hijos y pueden allanar el camino, hablan de forma científica y sin los pudores y miedos que tenemos los padres.

El mensaje más importante que debemos hacer llegar a nuestros hijos es que la realización  de la acto sexual debe ser siempre una práctica voluntaria y libre. Explicar que si aparecen dudas hay que posponer la situación ya que posiblemente no están preparados, que las presiones vengan de donde vengan nunca deben ser aceptadas, perder la virginidad no se debe convertir en una carrera e igual que no obedecen a otras manipulaciones, enseñarles que en este caso tampoco lo harán. Hay que educar a nuestros jóvenes en la valentía a saber decir NO. Si nuestros jóvenes tienen actividades sexuales antes de lo esperado y ceden a las presiones externas el sexo puede ser desagradable y absolutamente insatisfactorio.

miércoles, 29 de julio de 2015

Padres hiperprotectores, hijos sin autonomía

Hiperpaternidad. Niños con miedo

martes, 28 de julio de 2015

El autoconcepto y la autoestima en el colegio

Las creencias que tienen nuestros adolescentes relacionadas con el colegio condicionarán mucho sus resultados, así que estemos alerta de cómo hablan de sí mismos  e intentemos modificar esas creencias que los limitan y no les benefician en nada.