jueves, 30 de julio de 2015

Hay que hablar de sexualidad?

¿Hay que hablar de sexualidad?

Hablar de sexualidad con los hijos no parece tarea fácil. Pero la educación sexual es muy importante para la vida de nuestros hijos y por ello creo que debemos esforzarnos. Es distinta en cada etapa y se tiene que ir avanzando poco a poco.
El cuerpo es el principal actor pero detrás hay sentimientos, placer y amor. Se disfruta desde el cerebro y de ahí que sea tan importante educar en este sentido.
A una muy temprana edad en el colegio se habla de las diferencias morfológicas de ambos sexos, también se les habla de la reproducción y ahí es donde nosotros debemos empezar a hablar de sexualidad.
La pedagoga sexual Cecilia Clemente, recomienda para los primeros años un libro fantástico (comprobado con mi hija de siete años) que se titula: “Mi primer libro de sexualidad”, nos acerca de manera muy clara e inocente a lo que nuestros hijos deben saber desde una pronta edad, podemos estar hablando de niños entre los siete y diez años. En el libro se habla del cuerpo, se habla de sentimientos, se habla de sexualidad, aportando dibujos de cada tema que se va explicando y que ayudan a una mayor comprensión. También se habla de las diferentes familias que existen hoy en día. Para empezar es un buen inicio.
Hay una falsa creencia extendida que cree que hablar de sexo con nuestros hijos significa incitar al sexo, nada más lejos de la realidad. Hay que hablar de ello de la manera más natural posible y no convertir el tema en algo prohibido o tabú. Nuestros hijos deben aprender a reflexionar sobre la sexualidad, a conocer su cuerpo y a respetarlo y sobre todo a respetar el de los demás. Éste es el significado que le doy a la educación sexual.
Cecilia Clemente aconseja para chicos preadolesentes la lectura del libro: “Sexualidad, ¿hablamos?” dónde se explica de forma detallada los cambios que se van produciendo en nuestro cuerpo a esas edades y sobretodo de las emociones que se despiertan como la vergüenza, el pudor, el miedo, el placer, la atracción, el enamoramiento, el desamor (¿quién no recuerda su primer amor?, ¿el primer beso?).
También les habla de cómo ir aceptando los cambios y da varios consejos muy útiles, a mi entender, como por ejemplo: cómo ponerse un tampón o la explicación de cuánto tiempo lo debemos llevar, las medidas higiénicas que hay que tomar…  En el libro se reconoce el pudor que seguimos sintiendo al hablar de sexualidad y se nos recomienda hablar de manera sencilla y sobretodo utilizando el humor, para mí como digo siempre, una de las mejores armas para hablar con adolescentes.
Hay que hacer entender a nuestros hijos que podemos hablar con ellos de cualquier tema, que intentaremos apoyarlos con nuestra experiencia y que lo más importante es la sinceridad. A veces les debemos aconsejar que hablen con otro adulto de confianza ya que ellos se niegan a hablar con nosotros, debemos encontrar otros recursos.
Hablar de sexo tiene que ir estrechamente relacionado con hablar de emociones, como ya he dicho antes, pero también hay que hablar de los riesgos: como enfermedades de transmisión sexual, o de la mezcla explosiva que puede ser la combinación de sexo, drogas y alcohol. Entre ellos corren falsos mitos y leyendas urbanas que tenemos la obligación de desenmascarar, como que las drogas son afrodisíacas ya que por el contrario pueden provocar problemas de erección, como pasa con el alcohol que es un depresor importante del sistema nervioso.
Hay numerosos mitos a tratar:
  • Con la regla no hay peligro de embarazo.
  • Con una vez no te puedes quedar embarazada.
  • Hacerlo de pie es más seguro.
Hay que hablar de todos los métodos anticonceptivos y analizar los beneficios.
Yo recomiendo la visita al ginecólogo para las chicas y al urólogo (algo no muy común aun) para los chicos. Las chicas deberían visitarse desde la primera regla y ambos sexos desde la primera relación sexual. En la consulta médica, estos profesionales no serán de gran ayuda en la educación sexual de nuestros hijos y pueden allanar el camino, hablan de forma científica y sin los pudores y miedos que tenemos los padres.

El mensaje más importante que debemos hacer llegar a nuestros hijos es que la realización  de la acto sexual debe ser siempre una práctica voluntaria y libre. Explicar que si aparecen dudas hay que posponer la situación ya que posiblemente no están preparados, que las presiones vengan de donde vengan nunca deben ser aceptadas, perder la virginidad no se debe convertir en una carrera e igual que no obedecen a otras manipulaciones, enseñarles que en este caso tampoco lo harán. Hay que educar a nuestros jóvenes en la valentía a saber decir NO. Si nuestros jóvenes tienen actividades sexuales antes de lo esperado y ceden a las presiones externas el sexo puede ser desagradable y absolutamente insatisfactorio.