martes, 6 de octubre de 2015

Cómo saber si mi hijo puede tener TDAH?

¿Cómo saber si mi hijo puede tener TDAH?

Parece que hoy en día entre un 3 y un 7% de la población escolar sufre este trastorno. Sus afectados tienen un mayor riesgo de fracaso escolar, problemas de comportamiento y dificultades en las relaciones tanto familiares como con sus iguales y demás sociedad.

 Los profesionales del tema advierten que hay dificultades para su detección y de ahí que haya falsos positivos o incluso que se esté diagnosticando en sobre exceso. Hay otros trastornos que pueden hacer que confundamos la sintomatología (como por ejemplo: trastornos de aprendizaje, trastorno del estado de ánimo, trastorno negativista desafiante…). También el proceso de diagnóstico varía mucho de unos profesionales a otros.  Por ello y por las numerosas demandas que he recibido voy a intentar explicar los síntomas más claros y evidentes del TDAH.

   Los tres pilares del TDAH son: hiperactividad, inatención e impulsividad.
Hiperactividad: Se manifiesta por un exceso de movimiento en situaciones en que resulta inadecuado hacerlo (en clase trabajando, en casa haciendo deberes o incluso comiendo). Hay grandes dificultades para estar quieto cuando las situaciones lo requieren (lo tocan todo, parece que son movidos por motores). Hacen varias cosas a la vez y pasan de una actividad a la otra sin finalizar ninguna. Hablan en exceso y producen demasiado ruido durante las actividades que son más tranquilas.

Inatención: Dificultades para mantener la atención en tareas que suponen un esfuerzo mental que se alarga en el tiempo (los deberes). A menudo parecen no escuchar, les cuesta seguir órdenes e instrucciones y tiene dificultades para organizar sus tareas. Tienen una tendencia clara a olvidar cosas  importantes (llevar la agenda escolar al día, recordar que tienen un examen) y a perder objetos. Suelen distraerse con mucha facilidad ante cualquier estímulo (parece que la mosca que entró por la ventana era mucho mejor que la explicación del profesor). No saben priorizar tareas. Cambian de conversación continuamente. No siguen las normas ni de los juegos con sus compañeros. Todas estas dificultades se detectarán en la etapa escolar que es cuando aumenta la exigencia académica. Por eso muchos profesionales recomiendan que se hagan las pruebas pertinentes a partir de los 7/8 años.

Impulsividad: Se manifiesta por la impaciencia, dificultad para aplazar respuestas o esperar a su turno. A menudo interrumpen y dan respuestas precipitadas, incluso antes de haber escuchado la pregunta entera. Se caracterizan  por actuar sin pensar y por supuesto, nunca evalúan las consecuencias de sus actos. Tienen problemas para controlar su comportamiento y ajustarse a las normas. Esto les lleva así, a tener dificultades en las relaciones sociales, con todas!!

Para que salten las alarmas se tienen que dar la gran mayoría de los síntomas que he nombrado, hay que pensar que antes de entrar en primaria muchos niños parece que sufran de estos síntomas y no por ello son TDAH, si no que es un reflejo de la edad que tienen. ¡¡¡NO TODOS LOS NIÑOS MOVIDOS O DESPISTADOS SON TDAH!!!

Hacer generalizaciones es peligroso y más en este caso ya que los TDAH somos un grupo muy heterogéneo, con una variación de intensidad en los síntomas y dónde hay muchos factores más a tener en cuenta, como por ejemplo si lo sufre un niño o una niña (nosotras llevamos muy mal la atención pero la impulsividad y la hiperactividad la podemos manejar mejor) o nuestro coeficiente intelectual.

En un próximo artículo explicaré cómo podemos ayudarlos desde casa, una vez sabemos que sufren dicho y “dichoso” trastorno.


Una última recomendación: asegurémonos que quién hace el diagnóstico sea un profesional clínico con entrenamiento y experiencia en el tema, he visto varios errores y etiquetar por etiquetar ya lo hacen en las tiendas!!

lunes, 5 de octubre de 2015

Conozca los precios del Bioparque Ukumarí

Con un 30% de descuento en la boletería, los visitantes conocerán, en la primera fase, las especies más representativas de la región andina.
El primer parque temático que tendrá Pereira abre sus puertas al público. Los animales de la Bioregión Bosques Andinos, recibirán a los visitantes en sus nuevos hábitats, a los cuales fueron trasladados desde el antiguo Zoológico Matecaña.
¿Cómo llegar al Bioparque Ukumarí?
A la altura de la Estación Santa Bárbara en la vía a Cerritos, usted encontrará señalizada la vía principal de acceso que lo llevará (en un recorrido de 1 Km) hasta el ingreso a Ukumarí y los parqueaderos del Bioparque.
Para llegar hasta allí usted podrá hacerlo mediante el uso de su vehículo particular. El valor de parqueadero para carros es de $5 mil y para motos de $2 mil.
Así mismo las rutas de transporte municipal lo llevarán hasta la estación Santa Bárbara, donde Ukumarí dispondrá de una camioneta Van que lo transportará hasta y desde el Bioparque en el horario de miércoles a sábado (y lunes festivo) de 9 a.m. a 2:45 p.m.
Costos de pasaportes
Hasta tanto entre en operación la segunda Bioregión, que es la Sabana Africana, que se proyecta a finales de año, los pasaportes tendrán un descuento del 30%. El pasaporte Ceiba, personas que midan más de 1.40m, cuyo costo es de $39.000 quedará hasta entonces en $27.000.
El Pasaporte Suricato, personas que midan menos de 1.40m, cuyo costo es de $29.000 quedará hasta entonces en $19.000.
Horarios de atención
El horario de atención al público en Ukumarí se realizará de miércoles a domingos (y lunes festivos), entre las 9 a.m. y las 3 p.m.
¿Qué encontrará en el Bioparque en el momento?
- Parqueaderos vigilados
- Taquillas para la adquisición de pasaportes y plegable informativo con mapa.
- Una Estación Central que incluye Tienda o Store de Souvenirs, servicio al cliente, primeros auxilios, zona WiFi y Restaurante
- Biorregión Andina con servicio de guías.


domingo, 4 de octubre de 2015

Conozca los miedos más frecuentes de su mascota

La mayoría de los temores se presentan porque sufrieron situaciones negativas.

Cuando los gatos están en una situación de temor, suelen esconderse en distintos lugares hasta que se sienten fuera de peligro.
Cuando los gatos están en una situación de temor, suelen esconderse en distintos lugares hasta que se sienten fuera de peligro.

Si su perro o gato se queda inmóvil, tiende a huir o a atacar cuando llega una visita, tiene salivación excesiva o se mueve sin parar de un lado a otro, lo más probable es que padezca de estrés o ansiedad a causa del miedo.
Los animales de compañía pueden sentirse amenazados ante cualquier estímulo desconocido. “Los más comunes están relacionados con ruidos fuertes; su audición es muy aguda, así que pueden asustarse con los truenos o la pirotecnia porque no escuchan esta clase de sonidos muy seguido y no pueden definirlos fácilmente”, cuenta Carolina Alaguna, veterinaria etóloga de Puro Criollo.

También pueden presentar fobias hacia niños o personas que utilizan elementos como cascos, sombreros, sombrillas o bastones, incluso a animales de su misma especie. Juan Camilo González, etólogo de la Universidad Autónoma de Barcelona, explica que estos temores, en su mayoría, están relacionados con problemas de socialización temprana.
“En los primeros meses, los cachorros pasan por un periodo sensible de socialización en el que aceptan más fácil cosas nuevas. En el caso de los caninos, se desarrolla desde la tercera semana hasta el tercer mes de nacido, mientras que en los felinos, desde los nueve días hasta los dos meses de vida. Durante este lapso, el animal fortalece su temperamento, así que si han sido abandonados o maltratados es posible que sufran de ansiedad, estrés e hiperactividad y se vuelvan temerosos”, agrega.
Sin embargo, en los perros y gatos los miedos se evidencian de forma diferente. Los gatos tienden a ser solitarios, así que su primera reacción consiste en huir y esconderse. “Los felinos se refugian en lugares altos para observar desde allí, hasta que entienden que la situación no representa peligro”, cuenta Diana Ramírez, veterinaria de Gabrica.
“Los perros –explica– empiezan a ladrar, y esto no quiere decir que sean peligrosos, sino que les causa curiosidad lo que están viendo. Después de oler y acercarse, se relajan y dejan a un lado su posición de ataque”.
Para ayudar a superar estos miedos, lo ideal es que durante los primeros meses las mascotas tengan contacto con diferentes estímulos, así serán más receptivas ante situaciones desconocidas.
Cuando tengan fobias identificadas, se deben iniciar ejercicios de sensibilización, mostrarles poco a poco lo que les da miedo y al mismo tiempo ofrecerles algo que les guste mucho. “Por ejemplo, si su mascota les huye o les ladra a las visitas, no es recomendable que las personas se acerquen de una vez. Primero deben dejar que el animal las huela; luego, pueden ofrecerle algo de comer, y así va teniendo una expectativa positiva de algo que le estaba causando temor”, cuenta González.
También pueden utilizarse técnicas homeopáticas, como flores de bach. Además, es necesario que la mascota tenga un lugar adecuado para comer y descansar.

sábado, 3 de octubre de 2015

Cómo quieres que te recuerden tus hijos/as?

¿Cómo quieres que te recuerden tus hijos/as?

Desde el nacimiento, resaltamos nuestro rasgo distintivo frente a otros seres: la sociabilidad. Necesitamos del cuidado, alimento y afecto de los demás para la supervivencia y desarrollo. No sólo es comer, protegernos del calor, del frío, protegernos de otros “depredadores” o peligros para nuestra subsistencia… el ser humano necesita sentirse querido para mantenerse vivo.

Estudios como el de H. Harlow con crías de monos Rhesus demuestran las consecuencias en la privación sensorial de estas crías con su madre biológica. Ante la posibilidad de elección de una mamá de alambre que aportaba el alimento, o una mamá de felpa que ofrecía su calor y tacto suave, las crías Rhesus pasaban gran parte del día al cobijo de la mamá de felpa, a excepción del momento de alimentarse. Este experimento con primates facilita la comprensión de la necesidad natural e instintiva de protección y transmisión de sensaciones placenteras, como pueda ser un simple abrazo a un objeto que se familiarice con nuestra progenie.

¿Qué puede recordar el cerebro desde nuestra infancia?
Desde que somos bebés, nuestro cerebro activa sus propios mecanismos de defensa ante situaciones impactantes. Por ejemplo,  el cortisol es una hormona que nuestro organismo libera para ayudarnos a sobrepasar las situaciones de estrés. El estrés puede darse en los bebés cuando viven situaciones constantes de amenaza, o peligro, de desprotección y falta de atención. Su llanto es la búsqueda de protección hacia el adulto que debe estar para protegerle de situaciones adversas. La consecuencia a largo plazo será una aparición sensible de esta hormona que activará mecanismos de huída o defensa, dificultando la adaptación y confianza del niño/a y posteriormente, adulto/a, en sus relaciones sociales.

También reconoce una situación agradable y de placer. Desde una experiencia positiva, la amígdala cerebral (vinculada a las emociones) participa en la formación de nuestros recuerdos emocionales.

Y esta emoción está vinculada a una imagen. Si hiciésemos el agradable ejercicio de recordar el primer recuerdo feliz que nos venga a la cabeza, cada cual nos remontaremos a una etapa diferente de nuestra vida, y posiblemente asociado a un contexto donde podamos estar acompañado de más o menos gente. Y siempre con una imagen. Puede estar en movimiento o mantenerse estática, pero será una imagen de ese estado de felicidad.

Gracias a este tipo de recuerdos almacenados en nuestra memoria emocional, nos ayudan a identificar rostros, y a asociar una emoción positiva o negativa a un recuerdo. Estos recuerdos forman parte de nuestra memoria a largo plazo, lo que supone que aquello que experimentemos como una vivencia especial en nuestra infancia, será recordado durante toda la vida.

El mejor regalo
¿No resulta bonito saber que nuestros hijos/as podrán tener momentos inolvidables con nosotros desde edades tempranas y que les marcarán para toda su vida? Ya sólo por esto, deberíamos recordar a diario nuestra labor no sólo como madres y padres, sino como portadores de ilusión y momentos maravillosos en la vida de nuestros hijos/as.

¿imagina qué recuerdos elegirán nuestros/as hijos dentro de veinte años si les preguntasen “cuál es tu mejor recuerdo de infancia”?

Lo que le sigue a: “¿Qué más podemos hacer cada día para ver crecer a nuestros hijos/as felices?.”

viernes, 2 de octubre de 2015

Como aprovechar las vacaciones para mejorar la relación con mis hijos

Como aprovechar las vacaciones para mejorar la relación con mis hijos

Las vacaciones asoman la nariz por detrás de todas las esquinas y es el mejor momento para acercarnos a nuestros hijos de una manera diferente. Durante todo el año hemos “batallado” con nuestros hij@s para enseñarles cuales son los mejores hábitos, a leer entre líneas qué les pasa y qué momento están viviendo, a hacer de Sherlock Holmes y averiguar qué peligros podemos sortear y de qué manera. Hemos estado detrás de sus deberes y quehaceres, preparados para celebrar sus éxitos y a minimizar las consecuencias de sus fracasos. Llegan las tan esperadas vacaciones y  con ellas es el momento que descubran otro tipo de relación con nosotros, fuera de obligaciones, rutinas, exámenes…
Propongo un listado de 5 propuestas, como una simple guía práctica y de ahí que cada un@ aporte, modifique y adapte según su creatividad.
1.- Encontrar la manera de acercarnos a nuestros hijos haciendo lo que más les gusta. Francisco Yuste en uno de sus libros me enseñó esta premisa y por eso la comparto.
Francisco Yuste, nos explica que en una sesión suya de coaching pasó lo siguiente:
 Estaba en una sesión con un cliente suyo y éste desesperado le comentó que era capaz de dirigir un equipo de profesionales (él era un directivo importante de una multinacional) pero no conseguía establecer ni una simple conversación con su hijo adolescente.
El coach le preguntó:” ¿cuál era su plato favorito?”, el directivo sorprendido y un poco mosca después de reflexionar un rato respondió que “la tortilla de patatas”, el coach siguió con su sesión y la siguiente pregunta que le formuló fue: “si tuvieras que pescar truchas, ¿le pondrías tortilla de patata?”, evidentemente el cliente parecía cada vez más sorprendido del tipo de preguntas que le hacía, pero como ya conocía el proceso de coaching continuó y respondió: “que no era pescador, no sabía qué comían las truchas pero que suponía que debían comer gusanos, así que le daría gusanos”. Acto seguido el coach le volvió a preguntar a su cliente: “entonces si quieres pescar a tu hijo, ¿qué le vas a dar tortilla o gusanos?”. Claro, ¿no?
Si hay más de un hijo estaría muy bien dedicar en exclusividad un tiempo para cada uno de ellos. Los hermanos están muy bien y hacer cosas todos juntos es fantástico, pero cuando dotamos de exclusividad a cada uno de nuestros hijos aunque sea por un espacio de tiempo corto, se crea un vínculo mucho mayor.
2.- Conocer a sus amigos. Esta acción nos puede reportar un sinfín de conversaciones con nuestros hijos y podemos acercarnos mucho más a ellos y su mundo. Podemos organizar un campeonato de fútbol, una barbacoa, una salida a la playa o una tarde de cine en casa con palomitas, cualquier cosa servirá.  ¡Cuánta información nos aportan los amigos de nuestros hijos! Recordemos el refranero popular, dime con quién vas y te diré quién eres.
Mi madre, en nuestra casa, ha sido la precursora de esta labor. Recuerdo aun cuando montó un concurso de disfraces de papel, hechos por nosotros, con un primer premio extraordinario. Mató dos pájaros de un tiro, nos tuvo trabajando en el disfraz dos semanas e iba conociendo a mis amigas, aquel hecho aun hoy es comentado por todas las que seguimos juntas.
3.- Ponerlos a prueba, en cuanto a responsabilidades, libertad…
Las vacaciones son un buen momento para poner a prueba a nuestros hijos, poner a prueba significa hacer algo que hasta ahora no han hecho y decidimos que ya ha llegado el momento. Cuando damos estos pasos en verano podemos obtener dos beneficios, hacerlos más responsables y hacerles sentir más seguros de sí mismos. Como estamos tan cerca podemos observar mucho más rápido las consecuencias y si son negativas aprender dónde está el error para rectificar y volver a probar. Pongo un ejemplo, ya que para mí son vitales. Mandar a nuestro hijo a comprar el pan, empezar a alargar la hora de volver a casa, hacerlos responsables de la casa, aunque sea por un periodo de tiempo muy corto, de un hermano menor o de la limpieza de la mascota.
4.-Sorprenderles haciendo salir el niño que todos llevamos dentro. Hacer alguna actividad que se salga de las normas establecidas. Espero que este punto se entienda correctamente. Debemos buscar a nuestro niño interior y pensar en algo que nos marcó en el pasado y que sólo de recordarlo se nos dibuja una sonrisa en la cara. O algo que nos hubiese encantado hacer y por tener unos padres demasiado autoritarios nunca conseguimos. Yo tengo varias vividas, que las recuerdo con una gran ternura e intento recuperar de vez en cuando con mi hija. Por ejemplo hacer una guerra de huevos, bañarnos vestidas en el mar o ir a la playa una noche de luna y sumergirnos todos cantando. Realmente estas son las anécdotas que nos unen de tú a tú con ellos, ya que en ese momento somos niños otra vez.

5.- Poner en tela de juicio nuestra relación. Para los chicos los años se cuentan por cursos así que es el mejor momento para hacer un balance del año, como hacemos muchos adultos en fin de año. Buscamos cuáles han sido los mejores momentos, cuáles son mejorables y de qué manera. Que nuevos retos nos podemos marcar para el siguiente. Qué hemos aprendido este año y qué nos gustaría aprender el siguiente y sobre todo escuchar sus puntos de vista, sus valoraciones, negociar con ellos los planes futuros y explicar qué esperamos de ellos y preguntar qué esperan de nosotros. Hay que buscar los puntos de unión y acercar los que nos separan.  Si  planeamos nuestro futuro juntos el éxito seguro está más cerca.

jueves, 1 de octubre de 2015

Cómo influimos a nuestros hijos?

¿Cómo influimos a nuestros hijos?

Las relaciones que establecen los miembros de una familia entre sí son determinantes en la formación de la personalidad de sus hijos. Un ambiente familiar que ofrece a sus niños un clima constructivo propicia una vida más saludable y feliz. Por el contrario, aquellos pequeños cuyas relaciones familiares son conflictivas y poco amorosas obtienen un modelo de conducta negativo y con mayores carencias afectivas.

Cómo influir positivamente en los hijos
  • En primer lugar, los niños necesitan sentir que son verdaderamente amados por sus padres. Para ello, es importante demostrárselo a través de palabras de aprobación, ofrecerles seguridad y apoyo en todo momento, explicándoles que el verdadero deseo de sus padres es que sean personas felices. Cada gesto, actitud o detalle diario influye directamente en ellos y continúan moldeando su personalidad.
  • En segundo lugar, es importante ejercer una correcta autoridad. Cuando los niños son pequeños, es conveniente emplear una función educativa persuasiva. A medida que van creciendo, se puede optar por ejercer una educación más participativa: esto permitirá que los niños puedan entender las decisiones y las razones de sus padres, y puedan opinar al respecto.
  • En tercer lugar, es necesario contar con el tiempo suficiente para compartir con ellos y con la pareja. Disfrutar del tiempo libre en familia, donde sea posible conversar sobre las acciones, los gustos o las preocupaciones de cada uno de sus integrantes, ayudará a fortalecer los lazos entre sí. La calidad del tiempo es más importante que la cantidad de horas que se puedan compartir con los niños. El tiempo de convivencia tiene que ser productivo, haciéndoles sentir que son muy importantes para sus padres y que siempre están dispuestos a prestar atención a sus inquietudes.
  • En cuarto lugar, es importante observar la calidad del trato que se les ofrece. Es necesario que el contenido del diálogo sea constructivo acompañado de expresiones de amabilidad. Muchas veces, los niños reciben más críticas que halagos y terminan aprendiendo a observar lo negativo de cada situación. Para reforzar la autoestima de los hijos es necesario conversar sobre los valores positivos de cada integrante de la familia y sus buenas acciones.

Los niños siempre están atentos a las palabras que emplean sus mayores y tienden a copiar actitudes y conductas. Un niño que usa palabras crueles para referirse a un compañero es probable que haya escuchado a un adulto opinar de una manera similar. Observar las propias reacciones y opiniones diarias es una buena forma de mejorar la influencia hacia ellos, corregir los errores y potenciar aquellas opiniones cargadas de amor y bondad.

miércoles, 30 de septiembre de 2015

Los pies del niño, la base de un buen desarrollo motriz

Los pies del niño, la base de un buen desarrollo motriz

A partir de los 3 años, la actividad motriz alcanza una maduración notable, siendo el niño capaz, hacia los 5 años, de andar de una manera desenvuelta. Cuando corre, inclina el cuerpo hacia adelante y describe con ambas piernas un arco amplio y completo. Es capaz de detenerse a media carrera y cambiar de dirección. Salta desde alturas considerables en relación a su talla, y lo hace con los pies juntos. En los juegos, se muestra hábil y sabe saltar sobre un solo pie. Maneja con mayor independencia sus extremidades. Así, por ejemplo, a los 4 años, al arrojar una piedra, lo hace marcando un amplio círculo con el brazo, con bastante independencia del torso.
Por lo que se refiere a su aspecto externo, el niño sufre numerosos cambios en esta etapa de su vida. Mientras que el desarrollo de la cabeza, que hasta ahora predominaba sobre el resto del cuerpo, empieza a ralentizarse, el tronco sigue una progresión uniforme; sin embargo, son las extremidades inferiores las que adquieren un desarrollo más marcado:
·         Pierden el aspecto rechoncho que caracteriza a las del niño pequeño
·         Pierden también el genu valgum que es propio de las piernas del lactante.
·         Los pies continúan su desarrollo y, a los 5 años, alcanzan el 80% de su desarrollo definitivo. De ahí en adelante, disminuirá la rapidez de su crecimiento.
·         El desarrollo de la pelvis en sentido transversal hace que desaparezca la típica basculación hacia adelante del niño.
·         El tono muscular del niño suele ser notable y, todo ello, confiere al niño una mayor coordinación y agilidad estando tanto de pie como sentado o echado.
·         El arco de la planta de los pies no empieza a adoptar su forma definitiva hasta los 3 o 4 años. Por lo tanto, se puede considerar que, hasta esta edad, los niños tienen los pies planos y que ésta es una fase perfectamente normal de su desarrollo. Visualizando la huella plantar mediante un juego de espejos, se puede observar el desarrollo del arco de los pies, que a los 5 o 6 años debería ser el correcto. De no ser así, es necesario planificar una visita al ortopeda.
¿Quién es el ortopeda?
El ortopeda es el especialista que se ocupa de las alteraciones en el sistema motor del niño. Primero valora la posición que adopta el niño en diferentes situaciones para descartar cualquier posible deformidad en la columna vertebral. Asimismo, comprueba la forma de las rodillas, que tienden a separarse hacia los 6 o 7 años. Finalmente, realiza el estudio de la forma del pie. El pie plano es normal durante la primera infancia, porque el arco plantar está relleno de un tejido adiposo. Sin embargo, este relleno va desapareciendo a medida que el niño va creciendo.
¡Atención con los zapatos!
En el período comprendido entre los 3 y los 6 años, el niño adquiere un desarrollo motor importante. Pasa mucho tiempo corriendo, chutando, tirándose al suelo, saltando… Si a esto le sumamos el crecimiento que experimentan sus pies, podemos llegar a la conclusión de que el niño necesitará cambios de zapatos con bastante frecuencia. Debe tenerse presente que el calzado que se le compre debe ser el adecuado para ese momento; no debería ser más grande de lo que el niño necesita para intentar así que le dure más. Por otra parte, la mayoría de veces, los niños consiguen deformar los zapatos antes de que se los cambien, aunque hay que intentar que esto no ocurra, porque, de este modo, el niño puede adquirir malos hábitos en su manera de caminar. Asimismo, es importante fijarse en cómo deforma los zapatos. Esto puede revelar alteraciones en la marcha o en la posición que han pasado hasta entonces desapercibidas y que, de este modo, pueden comunicarse al pediatra para que valore si es necesario realizar algún tratamiento.
¿Cómo elegir el zapato adecuado?
La adecuación o inadecuación del calzado depende fundamentalmente del uso que vaya a tener:
·         El zapato de suela dura sirve para andar por un terreno firme
·         El de suela flexible para ir por un terreno irregular (en excursiones, por ejemplo)
·         Las sandalias para andar por una superficie blanda (como es la arena de la playa).
Por lo que se refiere a la medida, los zapatos deben superar en, aproximadamente, 1 cm la longitud del pie por el lado del dedo gordo. Y también la anchura debe tenerse en consideración para que los dedos del pie no queden presionados unos con otros. Por otra parte, el talón del zapato debe ceñir lo bastante como para que el pie no se salga al andar. Asimismo, el revestimiento del calzado debe ser suficientemente flexible para no causar roces en la piel.
Otros aspectos a tener en cuenta son:
·         A partir de de los 5 o 6 años, los niños aprenden a hacer lazos y nudos. Hasta el momento, quizás es más práctico que usen zapatos que se abrochen con otros sistemas.

·         Una vez elegidos unos zapatos que se adecuan a las necesidades y medidas del niño, también deben tenerse en consideración los gustos personales de éste.