miércoles, 30 de septiembre de 2015

Los pies del niño, la base de un buen desarrollo motriz

Los pies del niño, la base de un buen desarrollo motriz

A partir de los 3 años, la actividad motriz alcanza una maduración notable, siendo el niño capaz, hacia los 5 años, de andar de una manera desenvuelta. Cuando corre, inclina el cuerpo hacia adelante y describe con ambas piernas un arco amplio y completo. Es capaz de detenerse a media carrera y cambiar de dirección. Salta desde alturas considerables en relación a su talla, y lo hace con los pies juntos. En los juegos, se muestra hábil y sabe saltar sobre un solo pie. Maneja con mayor independencia sus extremidades. Así, por ejemplo, a los 4 años, al arrojar una piedra, lo hace marcando un amplio círculo con el brazo, con bastante independencia del torso.
Por lo que se refiere a su aspecto externo, el niño sufre numerosos cambios en esta etapa de su vida. Mientras que el desarrollo de la cabeza, que hasta ahora predominaba sobre el resto del cuerpo, empieza a ralentizarse, el tronco sigue una progresión uniforme; sin embargo, son las extremidades inferiores las que adquieren un desarrollo más marcado:
·         Pierden el aspecto rechoncho que caracteriza a las del niño pequeño
·         Pierden también el genu valgum que es propio de las piernas del lactante.
·         Los pies continúan su desarrollo y, a los 5 años, alcanzan el 80% de su desarrollo definitivo. De ahí en adelante, disminuirá la rapidez de su crecimiento.
·         El desarrollo de la pelvis en sentido transversal hace que desaparezca la típica basculación hacia adelante del niño.
·         El tono muscular del niño suele ser notable y, todo ello, confiere al niño una mayor coordinación y agilidad estando tanto de pie como sentado o echado.
·         El arco de la planta de los pies no empieza a adoptar su forma definitiva hasta los 3 o 4 años. Por lo tanto, se puede considerar que, hasta esta edad, los niños tienen los pies planos y que ésta es una fase perfectamente normal de su desarrollo. Visualizando la huella plantar mediante un juego de espejos, se puede observar el desarrollo del arco de los pies, que a los 5 o 6 años debería ser el correcto. De no ser así, es necesario planificar una visita al ortopeda.
¿Quién es el ortopeda?
El ortopeda es el especialista que se ocupa de las alteraciones en el sistema motor del niño. Primero valora la posición que adopta el niño en diferentes situaciones para descartar cualquier posible deformidad en la columna vertebral. Asimismo, comprueba la forma de las rodillas, que tienden a separarse hacia los 6 o 7 años. Finalmente, realiza el estudio de la forma del pie. El pie plano es normal durante la primera infancia, porque el arco plantar está relleno de un tejido adiposo. Sin embargo, este relleno va desapareciendo a medida que el niño va creciendo.
¡Atención con los zapatos!
En el período comprendido entre los 3 y los 6 años, el niño adquiere un desarrollo motor importante. Pasa mucho tiempo corriendo, chutando, tirándose al suelo, saltando… Si a esto le sumamos el crecimiento que experimentan sus pies, podemos llegar a la conclusión de que el niño necesitará cambios de zapatos con bastante frecuencia. Debe tenerse presente que el calzado que se le compre debe ser el adecuado para ese momento; no debería ser más grande de lo que el niño necesita para intentar así que le dure más. Por otra parte, la mayoría de veces, los niños consiguen deformar los zapatos antes de que se los cambien, aunque hay que intentar que esto no ocurra, porque, de este modo, el niño puede adquirir malos hábitos en su manera de caminar. Asimismo, es importante fijarse en cómo deforma los zapatos. Esto puede revelar alteraciones en la marcha o en la posición que han pasado hasta entonces desapercibidas y que, de este modo, pueden comunicarse al pediatra para que valore si es necesario realizar algún tratamiento.
¿Cómo elegir el zapato adecuado?
La adecuación o inadecuación del calzado depende fundamentalmente del uso que vaya a tener:
·         El zapato de suela dura sirve para andar por un terreno firme
·         El de suela flexible para ir por un terreno irregular (en excursiones, por ejemplo)
·         Las sandalias para andar por una superficie blanda (como es la arena de la playa).
Por lo que se refiere a la medida, los zapatos deben superar en, aproximadamente, 1 cm la longitud del pie por el lado del dedo gordo. Y también la anchura debe tenerse en consideración para que los dedos del pie no queden presionados unos con otros. Por otra parte, el talón del zapato debe ceñir lo bastante como para que el pie no se salga al andar. Asimismo, el revestimiento del calzado debe ser suficientemente flexible para no causar roces en la piel.
Otros aspectos a tener en cuenta son:
·         A partir de de los 5 o 6 años, los niños aprenden a hacer lazos y nudos. Hasta el momento, quizás es más práctico que usen zapatos que se abrochen con otros sistemas.

·         Una vez elegidos unos zapatos que se adecuan a las necesidades y medidas del niño, también deben tenerse en consideración los gustos personales de éste.