martes, 1 de septiembre de 2015

Cómo quieres que te recuerden tus hijos/as?

¿Cómo quieres que te recuerden tus hijos/as?

Desde el nacimiento, resaltamos nuestro rasgo distintivo frente a otros seres: la sociabilidad. Necesitamos del cuidado, alimento y afecto de los demás para la supervivencia y desarrollo. No sólo es comer, protegernos del calor, del frío, protegernos de otros “depredadores” o peligros para nuestra subsistencia… el ser humano necesita sentirse querido para mantenerse vivo.
Estudios como el de H. Harlow con crías de monos Rhesus demuestran las consecuencias en la privación sensorial de estas crías con su madre biológica. Ante la posibilidad de elección de una mamá de alambre que aportaba el alimento, o una mamá de felpa que ofrecía su calor y tacto suave, las crías Rhesus pasaban gran parte del día al cobijo de la mamá de felpa, a excepción del momento de alimentarse. Este experimento con primates facilita la comprensión de la necesidad natural e instintiva de protección y transmisión de sensaciones placenteras, como pueda ser un simple abrazo a un objeto que se familiarice con nuestra progenie.
¿Qué puede recordar el cerebro desde nuestra infancia?
Desde que somos bebés, nuestro cerebro activa sus propios mecanismos de defensa ante situaciones impactantes. Por ejemplo,  el cortisol es una hormona que nuestro organismo libera para ayudarnos a sobrepasar las situaciones de estrés. El estrés puede darse en los bebés cuando viven situaciones constantes de amenaza, o peligro, de desprotección y falta de atención. Su llanto es la búsqueda de protección hacia el adulto que debe estar para protegerle de situaciones adversas. La consecuencia a largo plazo será una aparición sensible de esta hormona que activará mecanismos de huída o defensa, dificultando la adaptación y confianza del niño/a y posteriormente, adulto/a, en sus relaciones sociales.
También reconoce una situación agradable y de placer. Desde una experiencia positiva, la amígdala cerebral (vinculada a las emociones) participa en la formación de nuestros recuerdos emocionales.
Y esta emoción está vinculada a una imagen. Si hiciésemos el agradable ejercicio de recordar el primer recuerdo feliz que nos venga a la cabeza, cada cual nos remontaremos a una etapa diferente de nuestra vida, y posiblemente asociado a un contexto donde podamos estar acompañado de más o menos gente. Y siempre con una imagen. Puede estar en movimiento o mantenerse estática, pero será una imagen de ese estado de felicidad.
Gracias a este tipo de recuerdos almacenados en nuestra memoria emocional, nos ayudan a identificar rostros, y a asociar una emoción positiva o negativa a un recuerdo. Estos recuerdos forman parte de nuestra memoria a largo plazo, lo que supone que aquello que experimentemos como una vivencia especial en nuestra infancia, será recordado durante toda la vida.
El mejor regalo
¿No resulta bonito saber que nuestros hijos/as podrán tener momentos inolvidables con nosotros desde edades tempranas y que les marcarán para toda su vida? Ya sólo por esto, deberíamos recordar a diario nuestra labor no sólo como madres y padres, sino como portadores de ilusión y momentos maravillosos en la vida de nuestros hijos/as.
¿Os imagináis qué recuerdos elegirán nuestros/as hijos dentro de veinte años si les preguntasen “cuál es tu mejor recuerdo de infancia”?.

lunes, 31 de agosto de 2015

Aprender cantando

Aprender cantando

No importa si tenemos o no afinación. Las canciones, además de divertir a toda la familia, son instrumentos de mucha utilidad para que los más pequeños incorporen hábitos y conocimientos nuevos de una forma placentera.
Todos recordamos las canciones de nuestra infancia con mucha nostalgia y alegría. A través de ellas incorporamos nuevas palabras, sonidos, armonías y ritmos casi sin darnos cuenta. Además, nos remontan a momentos inolvidables con aquel familiar que nos las enseñó. Pero la canción no sólo graba en nuestro interior pasajes hermosos de nuestro pasado, sino que, además, es uno de los recursos lúdicos y educativos que tenemos más a mano para educar a nuestros hijos.
La música en general y la canción en particular pueden utilizarse para distintos objetivos, pero, sean cuales fueren estos, harán que el sendero por el cual los alcancemos sea más fácil y alegre. En primer lugar, las canciones desarrollan el oído musical del niño, lo que lo introduce al mundo musical y le ayuda a distinguir los sonidos que le rodean en la vida cotidiana. Además, favorece la expresión artística y la capacidad de imaginar. Esto, a su vez, le ofrece un mecanismo especial para exteriorizar sus emociones y sentimientos.
Por su parte, a nivel motriz, cantar ayudará a nuestro pequeño a sincronizar y organizar el movimiento, ya que en el acto de bailar, golpear las palmas o caminar al compás de la música convergen ritmo y desplazamiento. Si además se acompaña con algún instrumento, por más sencillo que sea, como un tambor, una maraca o un par de varillas de madera, estimulará su sentido del tacto, ya que los instrumentos se tocan de diversas maneras y producen sensaciones distintas.
Otra de las razones por las que el espacio que dediquemos a la música con nuestros hijos será un tiempo de calidad es lo que esta puede aportarnos a nivel de las capacidades más complejas, como la memoria o el lenguaje. A través de las canciones podemos reforzar el lenguaje de nuestros hijos, no sólo desde la ampliación del vocabulario, sino por la necesidad de pronunciar correctamente los fonemas para reproducir la melodía. La canción es una herramienta útil para desarrollar la memoria, ya que algunas estructuras lingüísticas se asimilan con mayor facilidad con ayuda de la música.

A nivel social y cultural, cantar es una forma de facilitar los vínculos debido a que, desde la primera infancia, los niños aprenden a reproducir melodías junto a sus amigos. A su vez, si les enseñamos canciones populares, les estamos ofreciendo una valiosa fuente de cultura que jamás olvidarán. Por todo esto, es importante animarlos a cantar, porque, sin duda, será una de las formas más enriquecedoras de disfrutar el tiempo de ocio en familia.

domingo, 30 de agosto de 2015

Cómo contagiar a los hijos el gusto y sensibilidad por la música

Cómo contagiar a los hijos el gusto y sensibilidad por la música

Las canciones y los sonidos siempre han jugado un papel importante en el aprendizaje. El contacto con diferentes melodías es una herramienta a mano para transmitir a nuestros hijos el placer por la expresión artística. Además, se transforman en una excelente oportunidad para aportar al desarrollo cognitivo y creativo de nuestros pequeños a través de una actividad placentera..

¿Para qué sirve la música?

Es probable que alguna vez nos hayamos preguntado si la música es importante en la educación. En los últimos años se han llevado a cabo algunos estudios sobre su relevancia en la formación del individuo. Los mismos concluyen que esta tiene la capacidad de sensibilizar al niño, ya que a través de ella se ejercitan todos los sentidos: el oído, la vista y el tacto a través del contacto con algún instrumento. Además, ayuda a organizar y sincronizar el movimiento corporal a través del baile, por ejemplo.
Otro aspecto importante es que estimula la imaginación y la aptitud creativa y estética. A su vez, colabora con la capacidad de atención y está vinculada con el ejercicio de las matemáticas, a partir de la métrica y el sentido del orden. También tiene relación con las funciones del lenguaje, porque colabora con la expresión verbal a través de la repetición de la letra de una canción. Interpretar música ejercita además la inteligencia, ya que acostumbra al niño a seguir el curso de diversos razonamientos a la vez, fomentando así la atención y la concentración.
Respecto al desarrollo emocional esta actividad artística tiene efectos muy positivos, ya que se trata de un nuevo lenguaje para expresar las emociones. Así, favorece la comunicación, el intercambio de ideas y sentimientos con otros niños, con la familia o con ellos mismos. Recordemos que se trata de experiencias placenteras y de gran emotividad, sobre todo cuando los adultos fomentan el contacto del pequeño con la música. No tiene como objetivo lograr la armonía perfecta o la afinación ideal, sino ofrecerle un canal libre de expresión.

¿Cómo acercar a nuestros hijos a las actividades musicales?

Si tenemos la posibilidad, podemos proponer a nuestro hijo acercarse a un instrumento que sea de su agrado. De acuerdo a la edad puede optar por apuntarse a un curso, o bien comenzar a jugar con el mismo para experimentar la variedad de sonidos que puede brindarle. En caso de que esto esté lejos de nuestro alcance, podemos utilizar elementos cotidianos, como cacerolas, varillas de diferentes materiales, maracas caseras realizadas con recipientes llenos de semillas, granos de arroz o fideos. También es conveniente ambientar las tareas hogareñas con melodías de todo tipo para que ejercite su oído musical al mismo tiempo que lo entretenga y distraiga.
Otro elemento fundamental es la canción. Podemos cantar en el coche, cuando caminamos por las calles, antes de ir a dormir o en cualquier ocasión. Esto la convierte en una herramienta fácil y sencilla a la que podemos recurrir en toda situación cotidiana. Si optamos por composiciones populares estas serán además una valiosa fuente cultural para nuestros pequeños, ya que le acercarán un elemento que forma parte de la sociedad en la que vive, lo que le ayudará a entrar en contacto con las tradiciones y costumbres del lugar en el que nació.
En caso de que se trate de adolescentes, es importante que los padres podamos prestar atención a lo que nuestros hijos compran y escuchan para ayudarlos a identificar las tendencias nocivas que algunas canciones o grupos musicales pueden generar. De cualquier modo, la música, por lo general, no es un peligro para un chico joven. Por el contrario, es una compañía de gran ayuda en esta etapa tan cambiante de la vida.

Pero no sólo la música es un herramienta útil para estimular el aprendizaje de nuestros hijos. Al fin y la cabo, aprender consiste en integrar y relacionar los conocimientos que adquirimos con otros que tenemos guardados en la memoria. Si quieres que tu pequeño sea capaz de aprender en cualquier momento o situación, échale un vistazo a los recursos y soluciones sobre aprendizaje y creatividad que te ofrecemos en nuestra web.

sábado, 29 de agosto de 2015

Deben nuestros hijos leer lo que quieran?

¿Deben nuestros hijos leer lo que quieran?

La lectura en los niños es fundamental, ya que con ella empiezan a obtener información, les hace desarrollar la memoria, aumentan su capacidad de observación y de análisis y empiezan a fijar su atención y a concentrarse en algo concreto.
Además, mediante la lectura, comienzan a potenciar su imaginación y aprenden sobre el mundo que les rodea. Si educamos a nuestros hijos a través de cuentos, libros e historias ellos se divertirán y se entretendrán mientras están aprendiendo sin darse apenas cuenta.
Para inculcar a nuestros hijos el hábito lector lo primero que debemos hacer es predicar con el ejemplo. Si queremos que ellos vean la importancia de la lectura, nosotros la tendremos que ver importante para nosotros mismos también; por lo tanto, es interesante que nos vean a menudo leyendo y disfrutando de los libros.
La lectura, desde que son muy pequeños, debe convertirse en una actividad especial, emocionante y de juego con nosotros. Compartir esos primeros momentos con ellos hará que el placer por aprender y por leer se contagie de ellos a nosotros y viceversa.
Los libros pueden aparecer en la vida de nuestros pequeños desde que son bebés. Durante sus primeros meses nuestro hijo ya disfrutará viendo los dibujos, colores e imágenes que tienen los libros y se divertirá.
Es fundamental que adecuemos la lectura en función de la edad que tienen los pequeños para poder sacar el máximo provecho de ellos y cumplan ese papel educativo que estamos buscando.

¿Qué características tienen que cumplir los libros para niños?

Los libros para niños, en general, deben cumplir algunas características para que sean adecuados a su desarrollo evolutivo y a sus capacidades cognitivas.
- Que tengan objetos e imágenes que les sean familiares como animales, partes de la casa, objetos cotidianos, etc.
- Fuertes y fáciles de limpiar. Lo ideal es que sean fuertes y resistentes y fabricados con materiales no tóxicos, ya que los zarandearán, los chuparán, etc.
- Que les resulten fáciles de abrir solos. Existen cuentos con asas o con páginas gruesas para que a ellos les sea más fácil de manipular y así les permita disfrutar de ellos cuando deseen.
- Pequeños, con poco peso y fáciles de llevar. De esta manera pueden llevarlos ellos mismos y disfrutar de ellos en cualquier sitio.
- Con palabras simples en las páginas. Que contengan términos familiares para ellos como dormir, bañarse, jugar… relacionándolas con el dibujo de su significado. De esta manera vamos introduciéndolos en la lectura y en el aprendizaje de la simbología de las letras y estamos afianzando las bases para la posterior enseñanza de la escritura.

¿Qué libro es el más adecuado en cada edad?

De 0 a 3 años:
- Con dibujos simples y familiares.
- Sin texto o con muy poco.
- Temas de su vida cotidiana: el colegio, la casa, la familia, animales, etc.
- Libros fáciles de manejar y resistentes.
- Libros de materiales blandos o de tela, sin puntas.
- Libros juego, aquellos que tienen diferentes texturas, efectos musicales y sonoros, con actividades manuales como pintar, recortar y colorear.
De 3 a 6 años:
- Continúan predominando las imágenes respecto al texto.
- Textos en forma de frases breves, en letra manuscrita o mayúscula.
- Libros ilustrados con un texto de máximo de dos frases que acompañan al dibujo.
- Libros de imágenes.
- Con textos muy bien secuenciados.
De 6 a 8 años:
- Empieza a equilibrarse la cantidad de texto e imagen.
- Con ilustraciones que complementan el texto.
- Se pasa de la letra manuscrita a la letra de imprenta.
- Narraciones muy cortas divididas en capítulos.

- Textos cortos, con pequeños diálogos y bien secuenciados.

viernes, 28 de agosto de 2015

3 pasos para desarrollar la inteligencia emocional de los hijos

3 pasos para desarrollar la inteligencia emocional de los hijos

El concepto de inteligencia emocional hace referencia al conjunto de cualidades que las personas tenemos, las cuales nos permiten mostrar alegría, tristeza y todas las emociones que hay en nosotros. La inteligencia emocional es de lo más importante para que nuestros hijos se preparen para el futuro y tengan una vida más feliz.

Beneficios de la inteligencia emocional

Los beneficios de la inteligencia emocional son muchos, por lo que hace que este sea uno de los conceptos por el que los padres más nos preocupamos y que intentamos hacerlo lo mejor posible para que nuestros hijos lo desarrollen de una manera óptima. Entre los principales beneficios que encontramos en la inteligencia emocional destacan:
  • Bienestar psicológico: tener una buena inteligencia emocional hará que nuestros hijos se sientan mejor en el aspecto psicológico, el cual ofrece la estabilidad en su persona.
  • Salud: la inteligencia emocional nos permite estar también mucho más saludables, pues a través de ella eliminamos los sentimientos negativos y destructivos que puede haber en nosotros por determinadas situaciones en la vida.
  • Motivación: ésta nos ayuda a sentir mucha más motivación por todo, lo que nos permite sentirnos mejor constantemente y más fuertes para conseguir nuestros objetivos.

Proceso de aprendizaje de la inteligencia emocional

Si queremos que nuestros hijos desarrollen bien su inteligencia emocional para que puedan ser personas más sanas y equilibradas cuando sean adultos, hay una serie de consejos que debemos tener presentes:
  •  Normas y protección: para que estos desarrollen sus cualidades personales los padres tenemos que establecer desde el principio las normas y hacer que se cumplan. Del mismo modo, no debemos sobreprotegerlos en exceso, ya que necesitan encontrarse en situaciones en las que aprender a valorar y a decidir.
  • Sinceridad y sentimientos: nunca debemos ocultarles la verdad en nada. Los niños son muy listos y, tarde o temprano en la vida, se darán cuenta de si les hemos engañado, haciendo que sus valores se desequilibren. Por otro lado, debemos dejar siempre al descubierto nuestros sentimientos para que ellos aprendan a mostrar los suyos.
  • Valorar y escuchar: los pequeños necesitan a los adultos a su lado. Es importante que los padres estemos cerca de ellos para ayudarles en lo que necesiten, valorar los esfuerzos que hacen y saberles recompensar. De esta manera, los niños se sentirán en buena relación con los padres.

El aprendizaje de la inteligencia emocional es la clave para el éxito de las vidas de nuestros hijos y los padres debemos esforzarnos para hacerlo lo mejor que podamos para ellos.

jueves, 27 de agosto de 2015

La influencia de la escuela en la educación primaria del niño

La influencia de la escuela en la educación primaria del niño

Después de los padres, el maestro es la persona con la que el niño tiene una mayor relación. El niño aprende sus primeras normas y valores en casa, pero, a medida que se escolariza, el maestro entra dentro de su mundo y, sin suplantar la responsabilidad de los padres, pasa a formar parte de su educación. Le aporta unos conocimientos y un ambiente estimulante que colaboran a obtener del niño su interés por aprender. Es importante que padres y maestros respeten sus funciones respectivas en la educación del niño, teniendo siempre presente que la escuela, o el maestro en particular, no debe adoptar la posición materna o paterna que corresponde exclusivamente a la familia.

 Funciones del maestro

El maestro tiene que velar por ofrecer a sus alumnos un ambiente donde se encuentren a gusto y se potencie su atención y asimilación de aprendizaje. Debe ayudar al niño a conseguir unos buenos hábitos de trabajo, ofreciéndole motivación, técnicas de estudio, seguimiento de sus tareas y continuidad y coherencia en los trabajos. No se puede olvidar que el profesor, dentro de la escuela, debe estar siempre atento a los problemas tanto de aprendizaje como de conducta que puedan surgir en el niño. Debe detectar con prontitud el problema, valorarlo y exponer la situación a los padres, para orientarlos o enviarles a algún especialista que pueda ayudar al niño en su superación.

La figura del tutor

El tutor de la clase es el maestro que sirve de punto de unión entre el niño, sus compañeros, sus profesores de especialización y los padres. Él vela para que la relación entre el alumno y sus compañeros sea positiva y se establezca entre ellos una buena interacción.
El tutor hace un seguimiento de la actitud que tiene el niño con cada uno de sus profesores especializados y busca con ellos una línea educativa. Debe tener a los padres del niño al corriente de los progresos que éste realiza. Los padres pueden acudir a él y buscar su consejo, para participar todos de forma activa en la educación del niño.

Sobre el tutor de la clase recae toda la responsabilidad del aula. Atiende y escucha a sus alumnos en sus problemas para que encuentren por sí solos una respuesta satisfactoria.

miércoles, 26 de agosto de 2015

La escuela, algo más que un centro de estudios

La escuela, algo más que un centro de estudios

La tarea esencial de un adolescente, sobre todo en la etapa de escolaridad obligatoria, es estudiar. Pero los estudios no se refieren únicamente a la enseñanza y el aprendizaje de contenidos. Los resultados escolares condicionarán su futuro social, profesional y quizá también personal. Además, la escuela, instituto, universidad, permiten muchas cosas: la adquisición de recursos personales, la inclusión en un grupo de amistades, la autonomía y emancipación, la socialización. Por ello, una de las preocupaciones prioritarias del adolescente es aprobar los estudios, porque espera de ellos un desarrollo personal y una preparación para la vida profesional. Muchas veces su valía personal y su autoestima se juega en las notas, sin importar el esfuerzo realizado. Es importante clarificarle que aprender y saber es una tarea que dura toda la vida, porque «sabe más el diablo por viejo que por sabio». Los estudios son un concepto amplio que incluye experiencias, lecturas, el desarrollo de la curiosidad y el deseo de descubrir nuevas cosas.
Desde la aparición de las teorías de Piaget, se sabe que la adolescencia es una fase de gran evolución intelectual. A nivel global, se pasa del pensamiento descriptivo al pensamiento exploratorio, de las operaciones concretas a las operaciones formales. Este proceso consta de cuatro fases:
  • 1a Se inicia el pensamiento abstracto. Aparece la capacidad de análisis y síntesis, y el uso del método hipotético para pensar las cosas. Podrá pensar de manera independiente, enjuiciar, comparar, sacar conclusiones y generalizar;
  • 2ª Surge la capacidad para pensar de manera crítica. Tratará de tener sus propias ideas y pensamientos sin apoyarse en los criterios de los adultos
  • 3ª Comienza a ser capaz de pasar de lo particular a lo universal, de los indicios sensoriales a lo esencial de los fenómenos, así conoce cada vez más detalladamente la realidad
  • 4ª Se inicia el pensamiento moral, a la manera de la moral kantiana, y aparecen las ideas políticas, pasando de una ausencia de pensamiento político a un intenso compromiso.
Tu hijo_La adolescencia_algo mas que un centro de estudios_pag14_15
Lo que el adolescente encuentra en el ámbito escolar es muy significativo para él.
  • En primer lugar la escuela le proporciona el aprendizaje de nuevos contenidos. El adolescente siente despertar el interés por descubrir cosas y por profundizar en algunos temas; disfruta aprendiendo porque relaciona los contenidos con la realidad. Suele pedir al profesor que trate temas referentes a su situación, a cuestiones conflictivas de la sociedad, a temas morales y filosóficos.
  • En segundo lugar, en el ámbito escolar el adolescente encuentra amistad y amor. Se relaciona con adultos diferentes a los padres con gente de su edad, que está en su misma situación, con la misma tarea que realizar y con unas dificultades parecidas; allí comienzan también los escarceos amorosos.
  • El adolescente desarrolla aquí su capacidad creativa, a través del contacto con los conocimientos científicos, con los descubrimientos y los avances de la ciencia. A partir de los conocimientos que se adquieren en la escuela o instituto, se va definiendo su carrera posterior o el camino que quiere seguir en la vida.
  • También asume responsabilidades sociales y se incluye en los órganos de gestión: elige delegados, acude a juntas de evaluación, asiste al consejo escolar… Aprende cuál es el funcionamiento de una sociedad democrática a partir de su propia experiencia.

La relación padres-escuela

El adolescente pasa la mayor parte del día en la escuela, el instituto o la universidad y son para él como una segunda vivienda, el lugar donde se siente mejor comprendido y considerado, un espacio en el que los padres no pueden entrar, salvo que pidan permiso para una entrevista. Por eso para un joven es tan traumático no sentirse aceptado o integrado en el ámbito escolar,
Los padres deben mantener con la escuela una relación basada en el respeto, la aceptación de las normas y la colaboración. A veces pueden surgir conflictos debido a lo que los padres exigen a sus hijos. Si se ponen demasiadas expectativas en su rendimiento, y él no puede cumplirlas, aparecen actitudes poco favorables a la buena relación con la escuela. Otras veces, cuando se utiliza la escuela para controlar su vida, y la participación en las actividades del centro escolar tiene siempre este fin, el hijo sentirá que ni siquiera allí puede estar tranquilo.

Los padres también pueden encontrar aspectos valiosos a través de la escuela de sus hijos. Se relacionan con otros padres, de círculos sociales diferentes, pero con una situación parecida a la suya, participan en asociaciones de padres, donde pueden planificar actividades paralelas que dinamizan y enriquecen la vida escolar y, por añadidura, la educación de sus hijos.