miércoles, 24 de septiembre de 2025

En qué se parece un café a un gato?



Quizá suene raro. Pero quédate conmigo.

Hay algo en común entre un café recién hecho y un gato que se te acerca. Ambos aparecen en el momento exacto en que más los necesitas. Ambos te invitan a parar, a respirar, a hacer una pausa. Lo descubrí un día cualquiera, sentado frente al computador, con una taza de café caliente al lado y mi gato enrollado en el sofá, mirándome. Fue ahí cuando entendí que la vida, como un buen café y como un gato, no espera eternamente.

Muchas veces nos preparamos un café con cariño, lo servimos, lo olemos… y lo dejamos sobre la mesa mientras hacemos “una cosa más”. Cuando por fin volvemos a él, está frío. Ya no es lo mismo. A veces pasa igual con los sueños. Con ese pensamiento que vuelve una y otra vez: “Ojalá pudiera dedicarme a cuidar gatos”. “Ojalá pudiera trabajar con lo que me emociona”. “Ojalá me atreviera a intentarlo”. Lo sientes con fuerza, te lo preparas mentalmente… y justo cuando estás a punto te dices: “No ahora”. “Después”. “Cuando tenga más tiempo”.

Pero después no siempre llega. Y cuando llega, lo que una vez te ilusionó ya no calienta igual. No porque no lo desees, sino porque llevas demasiado tiempo dejándolo para después. En “Mensajes Sabatinos” leí una vez que “el alma se enfría cuando pospones lo que amas”. Esa frase me acompañó mucho cuando sentí que mis ganas de escribir se apagaban.

Mi gato me enseñó algo parecido. Él no espera que yo lo acaricie “después”. Él llega y se sube a mis piernas ahora. Su ronroneo no se guarda para más tarde. Su presencia es un recordatorio vivo de que hay cosas que se disfrutan cuando suceden, no cuando “por fin tengas tiempo”. Y si no lo haces, se enfrían. Se apagan. Se van.

A veces me preguntan cómo hago para mantener tantos proyectos, blogs y estudios al mismo tiempo. Y la respuesta es esta: aprendí a no dejar que se enfríen. En “Bienvenido a mi blog” hablo de cómo convertir pequeñas ideas en acciones inmediatas. No tienes que hacerlo todo ya, pero sí dar un paso ahora. Un email, un boceto, un mensaje, una prueba. Algo que le diga a tu deseo “te estoy escuchando” antes de que se enfríe.

Cuando me siento frente a mi gato con una taza caliente en las manos, pienso en todas las veces que pospuse mis sueños. Las veces que me dije “cuando acabe la universidad” o “cuando tenga más dinero” o “cuando esté listo”. Y me doy cuenta de que nunca estás del todo listo. Que la vida no es un manual que se sigue página a página. Que a veces tienes que dar el salto cuando todavía no estás seguro, porque es ahí cuando está caliente.

En “El blog Juan Manuel Moreno Ocampo” compartí hace poco una reflexión sobre el tiempo: “no existe el momento perfecto; existe el momento presente”. Esta frase no es solo filosofía barata. Es práctica. Es mi forma de vivir. Porque si esperas demasiado, el café se enfría. El gato se va. El sueño se apaga.

La metáfora del café y del gato también me ayuda a entender las relaciones. ¿Cuántas veces dejamos para después la llamada, el abrazo, el mensaje? ¿Cuántas veces creemos que la gente va a estar ahí eternamente esperando? Y no. Como el café, como el gato, como los sueños, las personas también necesitan calor presente. Necesitan saber que son prioridad ahora, no “después”.

Yo no escribo esto para presionar a nadie. Lo escribo porque sé lo que se siente ver cómo algo que te emocionaba se vuelve rutina, cómo un deseo vivo se convierte en idea lejana. Sé lo que es arrepentirse de no haber empezado antes. Por eso te lo recuerdo: el deseo de dedicarte a algo que amas no es una tontería. Es una parte tuya que quiere hacerse realidad. Y merece ser escuchada a tiempo.

Hace poco, en “Amigo de ese ser supremo en el cual crees y confías”, leí una frase que decía “lo que honras ahora se convierte en tu futuro”. Me pareció tan cierto que lo anoté en mi libreta. Porque es eso: cada acción pequeña es una forma de honrar lo que quieres. Cada sorbo de café caliente, cada caricia al gato, cada paso hacia tu sueño es un hilo que construye tu vida.

Si hoy estás leyendo esto y tienes un sueño en pausa, piensa en tu café y en tu gato. ¿Qué puedes hacer hoy —no mañana— para acercarte a eso? No tiene que ser grande. Solo tiene que ser caliente. Un mail, una investigación, un boceto, un primer cliente, una conversación honesta. Algo que le diga a la vida que estás listo para recibir.

En mi caso, fue escribir. Escribí cuando tenía miedo, escribí cuando no sabía si alguien leería, escribí sin permiso. Y eso fue mi sorbo caliente. Gracias a eso hoy puedo decir que vivo de lo que amo, que escribo desde mi experiencia, que comparto con ustedes.

Al final, el café y el gato son metáforas, pero también son maestros. Uno te invita a pausar, el otro a estar presente. Ambos te muestran que el momento es ahora, que la vida sucede aquí y no en el “después”.

Así que antes de que tu café se enfríe, antes de que tu gato se levante, antes de que tu sueño se apague, empieza. No importa si tiemblas, si dudas, si no sabes. Empieza. Porque la vida, como un buen café y como un gato que te busca, se disfruta más cuando todavía está caliente.

¿Sentiste que esto te habló directo al corazón?
Escríbeme, cuéntame tu historia o compártelo con quien sabes que lo necesita.

📲 WhatsApp directo: +57 310 450 7737
📘 Facebook: Juan Manuel Moreno Ocampo
🐦 Twitter: Juan Manuel Moreno Ocampo
💬 Comunidad de WhatsApp: Únete a nuestros grupos
📢 Canal de Telegram: Únete aquí

— Juan Manuel Moreno Ocampo
“A veces no hay que entender la vida… solo vivirla con más verdad.”

No hay comentarios.:

Publicar un comentario