martes, 23 de septiembre de 2025

7 de cada 10 conflictos con perros se deben a malentendidos (y puedes evitarlo)



Desde pequeño crecí viendo a perros y humanos convivir como si fuera lo más natural del mundo. En mi familia siempre hubo algún canino rondando la casa y, como la mayoría de la gente, yo creía que “entender” a un perro era casi automático. Bastaba con quererlo, alimentarlo y jugar con él. Con los años descubrí que no era así de simple.

Por primera vez, Hugo Fernández (@enclavedecan), referente europeo en bienestar y comunicación canina, llega a Latinoamérica. Y lo hará en Chile, Argentina y Perú. Más allá del viaje, lo que trae consigo es mucho más importante: una forma distinta de mirar a los perros, de escucharlos incluso cuando no emiten sonido alguno.

¿Por qué esto es urgente? Porque 7 de cada 10 conflictos entre humanos y perros se deben a malentendidos en la comunicación (University of Lincoln, 2016). Porque el 60 % de los perros que viven en ciudades muestran signos de estrés crónico: ansiedad, reactividad, frustración (Universidad de Helsinki, 2020). Y porque aunque convivimos con ellos cada día, la mayoría no sabe interpretar sus señales básicas de incomodidad.

Las consecuencias las soportamos a diario: vínculos que se tensan, perros que no consiguen adaptarse, familias que desconocen cómo ayudarlos. En “Mensajes Sabatinos” leí una vez: “Las grietas de la convivencia no aparecen de golpe; son silencios no escuchados”. Esta frase me viene a la cabeza cada vez que veo a un perro gruñir sin que nadie entienda por qué.

Hugo propone un enfoque distinto. No se trata solo de entrenar, se trata de observar, empatizar y respetar. Y esa forma de entender al perro puede transformar hogares, paseos y relaciones. A mí me habría ahorrado más de una situación incómoda en mi adolescencia, cuando me encargaba de pasear al perro de la familia y no entendía por qué se tensaba con ciertos estímulos en la calle.

Hay tres claves por las que yo iría sí o sí a uno de sus seminarios si estuviera en alguna de estas ciudades. La primera: las claves del bienestar del perro en ciudad. Para familias que quieren saber qué necesita realmente un perro para sentirse seguro en entornos urbanos. Qué condiciones mínimas hacen posible la tranquilidad, la calma y el vínculo.

La segunda: observación y comunicación canina. Aprender a ver lo que antes pasaba desapercibido. Estrategias de afrontamiento, señales sutiles, intentos de regularse. Después de este seminario te costará no mirar con otros ojos. Y la tercera: el juego humano-perro. ¿Sabías que muchas conductas ansiosas empeoran por un mal juego? Conocerás qué es realmente el juego, por qué importa tanto y cómo convertirlo en un canal de bienestar. No todo lo que parece diversión lo es.

En “Amigo de ese ser supremo en el cual crees y confías” leí sobre la importancia de los vínculos silenciosos y el respeto a los ritmos del otro. Eso también aplica aquí. El 80 % de los casos que no progresan tienen un mal enfoque desde el inicio. No es falta de amor, es falta de comprensión.

Cuando escribo en “Bienvenido a mi Blog” sobre convivencia humana, suelo insistir en algo que aprendí con los años: no improvises en lo esencial. No improvisamos con la salud, no improvisamos con un viaje importante, no improvisamos con la crianza de un hijo. ¿Por qué improvisaríamos con la seguridad emocional de un perro y de un niño en la misma casa?

Yo crecí creyendo que un perro “educado” era suficiente. Hoy sé que un perro entendido es mucho más importante. Entender significa leer sus señales, respetar sus tiempos, crear espacios seguros, no forzar interacciones. Significa también saber cuándo pedir ayuda profesional. Porque no hay vergüenza en decir “no sé qué hacer”. Vergüenza es mirar a otro lado hasta que algo grave ocurra.

Los estudios de la Universidad de Helsinki sobre estrés canino urbano son claros: los perros sufren con nuestros ritmos acelerados, con los estímulos constantes, con la falta de espacios tranquilos. Y nosotros sufrimos con sus reacciones cuando no entendemos su lenguaje. Romper ese ciclo es posible, pero requiere consciencia.

Mientras escribo esto, pienso en cuántas veces he malinterpretado una señal no verbal en humanos: una mirada, un silencio, un gesto. Somos una sociedad que habla mucho y escucha poco. Quizá aprender a leer a los perros sea también un entrenamiento para aprender a leernos entre nosotros.

En “El blog Juan Manuel Moreno Ocampo” he compartido cómo la espiritualidad y la tecnología pueden convivir si hay sensibilidad. Creo que esta llegada de Hugo Fernández a Latinoamérica es también un acto espiritual en cierto modo: venir a recordarnos que la convivencia es un arte, no un protocolo.

Si tienes perro y estás en alguna de estas ciudades, te invito a que no dejes pasar esta oportunidad. No es publicidad vacía: es un recordatorio de que podemos vivir distinto, criar distinto, vincularnos distinto. Y de que en cada paseo hay un lenguaje secreto esperándonos a ser descubierto.

Quizá ahí está la enseñanza final: los perros —igual que los gatos, igual que nosotros— no se explican del todo. Se leen. Y leerlos con empatía puede cambiarlo todo.

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— Juan Manuel Moreno Ocampo
“A veces no hay que entender la vida… solo vivirla con más verdad.”

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