viernes, 15 de mayo de 2015

Me visto yo solito

¡Me visto yo solito!

El desarrollo que experimenta el niño de los 3 a los 6 años es un proceso evolutivo en el que se van solapando etapas en una progresión tan continua como imperceptible a ojos de quienes conviven con él.  De este modo, se podría decir que ingresa en esta etapa siendo un «niño pequeño» totalmente dependiente de sus padres y, cuando la finaliza, los padres no pueden sino preguntarse qué ha sido de aquel pequeño que garabateaba en una hoja de papel o hacía verdaderos esfuerzos de concentración para hacer el lazo de sus zapatos.
En esta etapa, hay dos condiciones, una motriz y otra relativa a la maduración psíquica, que se complementan perfectamente. Se trata, en primer lugar, de la progresión de la motricidad fina, que le permite al niño manipular objetos con mayor destreza y precisión, y, en segundo lugar, de ese deseo innato en todo ser humano que es la independencia. Durante esta etapa, la habilidad manual del niño experimenta un desarrollo sustancial, lo que le permite realizar actividades que requieren cierta precisión; por eso, una de las actividades cotidianas en las que esta progresión se manifiesta de un modo más evidente es en el acto de vestirse.

  • A partir de los 3 años, se produce un gran desarrollo en las destrezas manuales del niño, aunque esto no significa que deje de necesitar algunas ayudas puntuales con los botones o los lazos.
  • A los 4 años, el niño es capaz de ponerse los zapatos solo, pero el hecho de atárselos le supone una tarea muy difícil todavía y, cuando se aventura a ello; no logra precisamente una lazada perfecta.
  • Los niños de 3 y 4 años prefieren usar zapatos provistos de un sistema de cierre tipo «velcro» porque esto les permite abrochárselos sin ayuda. En cambio, los niños algo mayores deberían tener algún par de zapatos de cordones para aprender a hacer la lazada.
  • Entre los 4 y los 5 años, el niño es capaz, aunque con comprensibles errores, de abrocharse y desabrocharse su camisa o su chaqueta sin ayuda, salvo algunos botones que se hallen fuera de su alcance o que sean distintos de los que él está acostumbrado a manipular. Muchas veces escoge él mismo las prendas que quiere ponerse y pide expresamente que lo dejen vestirse solo. Este tipo de conducta debe incentivarse para que el niño adquiera confianza en sí mismo.
  • Hacia los 5 años, los niños aprenden —si les enseñamos a hacerlo y  practicamos un poco con ellos— a atarse los cordones de los zapatos con cierta facilidad. Generalmente, prefieren hacerlo en el suelo, desde donde tienen una mayor facilidad de acción. Al final del quinto año y a lo largo del sexto, aprenderán a hacerlo logrando una lazada correcta.