domingo, 10 de mayo de 2015

Cuándo hay que llevar al niño a los especialistas médicos

Cuándo hay que llevar al niño a los especialistas médicos

La visita al oftalmólogo

Siempre que un niño presente alguno de los síntomas siguientes cuando lee: lágrimas, supuraciones en torno a los ojos, nubecillas en la pupila, excesivo acercamiento o alejamiento del papel, contracciones faciales, dolor de cabeza, o movimientos exagerados de cabeza, hay que llevarlo al oftalmólogo para aliviar sus molestias y prevenir males mayores.
Es indispensable la corrección de cualquier anomalía visual del escolar, ya que los defectos de vista contribuyen a generar dificultades en el área de la lectura, tanto mecánica como comprensiva. El estudio y diagnóstico de estas dificultades debe incluir un buen examen de la agudeza visual. Las investigaciones señalan que la pobreza visual está asociada a problemas de lectura, pero que no los determina directamente, ya que los niños son capaces de aprender a leer a pesar de sus anomalías visuales, a costa de una tensión provocada por la necesidad de realizar un esfuerzo extraordinario de acomodación a su déficit. La consecuencia de esta situación es una fatiga que les impide leer durante mucho rato seguido.

Es importante corregir los defectos de visión para facilitar la adecuada adquisición de los conocimientos escolares.

La visita al otorrino

Cualquier disminución sin importancia de la agudeza auditiva en la primera infancia puede conducir a una incapacidad para distinguir los sonidos y, por tanto, a una dicción deficitaria. Un gran número de alumnos que tienen dificultades en el área de la lectura y la ortografía suelen tener deficiencias auditivas.
Sin embargo, la falta de agudeza en la audición no es suficiente para explicar la aparición de problemas de aprendizaje. Los signos fundamentales que alertan ante una deficiencia auditiva son los siguientes: tono monótono de la voz, pronunciación defectuosa, orientación de un oído hacia la persona que habla, frecuente demanda de repetición de palabras o frases, excesiva acumulación de cera, dolor de oídos o un alto volumen de voz.

Se denomina audiometría al conjunto de exploraciones que realiza el otorrino para determinar la agudeza auditiva de una persona. Con los niños se utilizan juguetes, luces y otros recursos para convertir la exploración en algo atractivo.

La visita al dentista

La consulta al dentista es imprescindible cuando el niño presenta algún déficit articulatorio. A menudo problemas anatómicos (mala posición de los dientes, paladar anómalo, un frenillo corto o un labio leporino) son las causas de un defecto en el habla. Asimismo, cuando los niños necesitan aparatos de ortodoncia, también suelen presentar problemas lingüísticos
Se conoce como labio leporino una malformación congénita que consiste en una hendidura del labio. Ésta puede ser leve o tan grave que llegue a partir el labio. Para corregirlo es necesaria una intervención quirúrgica. Si no se interviene produce graves problemas de pronunciación.

La visita al neurólogo

Cualquier déficit del sistema nervioso puede constituir un factor básico en la aparición y desarrollo de problemas de aprendizaje. Las lesiones cerebrales de nacimiento, o producidas con anterioridad al aprendizaje escolar, pueden influir en la capacidad del niño para aprender.
Los problemas neurológicos interfieren y limitan el progreso escolar aun en niños que son inteligentes. Si un niño muestra síntomas evidentes de falta de coordinación; defectos de pronunciación u otros indicativos de trastornos cerebrales, debe ser sometido a un reconocimiento neurológico mediante un electroencefalograma, una de las pruebas que realiza el neurólogo para comprobar que la actividad cerebral del niño no presenta ningún tipo de alteración. En el caso de los niños con problemas de aprendizaje y adquisición de la lecto-escritura, uno de los objetivos de la visita al neurólogo debe ser la elaboración de un estudio neuropsicológico.

Debe estudiarse la manera en que el niño percibe la información escrita, la retiene, la asocia con otros conocimientos y la procesa, y comprobar que los mecanismos neurológicos que hacen posible este proceso no estén afectados.



Pero para asegurar un buen desarrollo cognitivo, no solo es importante mantener una buena salud y garantizar que nuestros hijos sigan un calendario de revisiones periódicas. También debemos esforzarnos en casa para que, desde pequeños, adquieran unos hábitos y rutinas que actúen en favor de este cometido.