viernes, 18 de noviembre de 2016

los tatuajes tienen microchips y recopilan información

El 'biohacking' (o electrónica implantable) son implantes para desenvolverse en el día a día.

Estos dispositivos en forma de lámina de oro se fijan sobre la piel (de quitar y poner); funcionan como un comando táctil.
Estos dispositivos en forma de lámina de oro se fijan sobre la piel (de quitar y poner); funcionan como un comando táctil.

 Parecen un divertido tatuaje o una delicada joya, pero en realidad son dispositivos que están captando información del cuerpo y del exterior, para uso personal o grandes investigaciones. Así se está pasando de las tecnologías ponibles (o los wearables) a la electrónica implantable biohacking, una tendencia o movimiento que abarca diferentes propuestas y ámbitos.

Esta puede entenderse en sentido amplio como la aplicación de la cultura del ‘hágalo usted mismo’ a la biología en general y en distintos seres vivos, mientras que en un sentido más restringido se refiere a la automejora del cuerpo humano y de sus capacidades en particular, combinando recursos biológicos y técnicas médicas, nutricionales y electrónicas.

Algunas de las investigaciones centradas en implantes más o menos permanentes en el ser humano las desarrollan firmas o emprendedores tecnológicos, así como grupos e individuos que proponen trasladar la investigación y experimentación científica a entornos más abiertos, colaborativos y cercanos a la ciudadanía.

Por su parte, en los laboratorios de las universidades y centros de investigación también se avanza en el implante de elementos tecnológicos en el cuerpo humano, siguiendo estrictos protocolos y procedimientos, como este grupo de proyectos centrados en tatuajes y parches electrónicos que Efe presenta.

Brújula interna. La compañía Cyborg Nest (CN) ha diseñado una brújula corporal: un circuito electrónico del tamaño de un sello postal recubierto de silicona, que se ancla de modo similar a un piercing mediante dos barritas de metal que se insertan bajo la piel en la zona de la clavícula, y que vibra cada vez que apunta hacia el Norte, ayudando a la persona a orientarse geográficamente. Utiliza un sistema sensorial artificial que detecta el polo norte magnético sin necesidad de internet y, según sus creadores, es totalmente seguro. Es compatible con el organismo y su diseño y materiales evita que provoque irritaciones en la piel.

Alcohol en la sangre. Ingenieros de la Universidad de California en San Diego (EE. UU.) han desarrollado un sensor electrónico flexible que se adhiere a la piel, mide la cantidad de alcohol en la sangre a través del sudor y trasmite los datos de forma inalámbrica, permitiendo monitorizar a una persona y advertirle si ha bebido demasiado como para conducir.

Comunicación inalámbrica. El MIT Media Lab y Microsoft Research, también en EE. UU., han creado un proceso de fabricación basado en una lámina de oro que permite crear dispositivos personalizados y estilizados que se fijan sobre la piel y funcionan como superficie de comando táctil, cambian de color con el calor corporal y alojan circuitos para comunicación inalámbrica.

Sensores ambientales. Ingenieros de la Universidad de Ciencia y Tecnología Rey Abdalá (Kaust) de Arabia Saudita han desarrollado un sensor adhesivo de bajo coste basado en el papel y la plata, que funciona como una piel artificial, siendo capaz de detectar los estímulos externos como el tacto, la presión, temperaturas, acidez y humedad, y que podría utilizarse para las investigaciones ambientales.

Cartografiar emociones. La profesora Yael Hanein, de la Universidad de Tel Aviv, en Israel, creó un ‘tatuaje electrónico’ temporal basado en nanotecnología y un electrodo de carbono que se adhiere a la cara o la muñeca y permite cartografiar las emociones en las expresiones faciales, así como medir la actividad muscular.

El cuerpo como teclado. Técnicos de la Universidad Saarland (Alemania) han desarrollado dentro del proyecto iSkin unos adhesivos de silicona con sensores de presión, los cuales se ponen sobre manos y brazos y permiten utilizar el cuerpo humano como una superficie táctil para controlar teléfonos móviles o, por ejemplo, para aceptar o rechazar llamadas pulsando sobre la piel.