Hubo un tiempo en que viajar era perderse. No existía el GPS, ni el WiFi en la calle, ni los miles de mapas interactivos. La gente se guiaba por el instinto, por el olor del café en las plazas, por la intuición de que una calle pequeña podía llevar a una gran historia. Hoy, en 2025, eso suena casi poético. Pero yo me he dado cuenta de que esa poesía es más real de lo que creemos, y que volver a ella no es un retroceso, sino una forma de volver a nosotros.
Hace poco leí el artículo del New York Times sobre viajar sin celular. Al principio, me pareció una idea bonita para leer, pero no tan fácil de aplicar. Me pregunté: ¿será que uno realmente puede desconectarse en este mundo que exige estar siempre disponible, siempre visible, siempre en línea? Pero luego recordé algo que escribí hace un tiempo en mi blog: "Uno también se encuentra cuando se apaga". Y esa frase fue como una alarma en silencio. Me detuvo.
En una sociedad donde todo está mediado por la pantalla, viajar sin celular suena a locura. Pero tal vez es una locura necesaria. Cuando no tienes cámara para registrar, ni Google Maps para guiarte, ni Instagram para contarle al mundo dónde estás, empiezas a habitar lo que en serio está pasando. A mí me pasó en Medellín, una tarde cualquiera. Mi teléfono se quedó sin batería y decidí no buscar carga. Caminé sin rumbo. Vi cosas que normalmente no noto: la señora que cantaba mientras barría, un perro que parecía guiar a su dueño ciego, la risa de unos niños en una fuente. No pude grabarlo. No pude compartirlo. Pero lo viví.
Lo curioso es que, al no tener celular, me sentí más acompañado que nunca. Como si mi atención volviera a ser mía, como si mi alma se sintiera al fin invitada a ese viaje. No tenía quien me escribiera, pero tampoco tenía quien me distrajera. Y ahí comprendí que el celular muchas veces es ese amigo que siempre interrumpe las mejores conversaciones con uno mismo.
Lo que plantea el artículo no es un rechazo a la tecnología. Y yo tampoco lo planteo así. Uso mi celular todos los días, como herramienta, como puente, como canal. Pero también he entendido que hay momentos en los que el silencio es el mejor GPS. Que perderse voluntariamente es una forma de recordar que no todo se planea. Que no todo se mide en likes, ni en stories, ni en timestamps.
En uno de los Mensajes Sabatinos [https://escritossabatinos.blogspot.com/], leí una frase que me tocó el alma: "Hay momentos en los que el alma necesita caminar sola para poder hablar claro". Y eso es justo lo que pasa cuando viajas sin celular. El paisaje deja de ser fondo para tus fotos, y se vuelve espejo de tus preguntas. Las calles ya no son trayectos, sino caminos. Y vos dejás de ser espectador, para convertirte en protagonista de una historia que nadie está grabando, pero que vos sí estás sintiendo.
Me parece clave hablar de esto ahora, en un tiempo donde la hiperconectividad se volvió ansiedad disfrazada. Nos da miedo perdernos, pero nos estamos perdiendo de todo. Vamos a lugares hermosos sin verlos de verdad, porque estamos ocupados eligiendo el filtro. Conocemos personas valiosas, pero estamos distraídos respondiendo mensajes de otras personas que no están ahí. Y eso, poco a poco, nos roba la magia de estar vivos.
¿Se puede vivir sin celular? Difícil. ¿Se puede viajar sin él por ratos? Totalmente. Y es una experiencia que recomiendo sin miedo. Dejarlo en el hotel. Apagarlo una tarde entera. No decirle a nadie dónde estás. No avisar. No compartir. Solo ser. Y si te da miedo, perfecto. Ahí está el verdadero viaje: en cruzar ese miedo, en mirarlo a los ojos, en darte cuenta de que hay vida sin notificación.
Creo que el problema no es el celular. Es que hemos olvidado que no somos solo datos ni perfiles ni contenido. Somos cuerpo, somos alma, somos experiencia. Y a veces, la mejor manera de recordarlo es apagar el teléfono y encender el corazón.
Viajar sin celular es una forma de oración. No de la religiosa, sino de la real: esa que se hace caminando, respirando, sintiendo. Es una forma de volver al presente, sin excusas. Y eso, en el fondo, es todo lo que necesitamos.
¿Sentiste que esto te habló directo al corazón? Escríbeme, cuéntame tu historia o compártelo con quien sabes que lo necesita.
Agendamiento: Whatsapp +57 310 450
7737
Facebook: Juan Manuel Moreno Ocampo
Twitter: Juan Manuel Moreno Ocampo
Comunidad de WhatsApp: Únete a nuestros
grupos
Grupo de WhatsApp: Unete a nuestro
Grupo
Comunidad de Telegram: Únete a nuestro canal
Grupo de Telegram: Unete a nuestro Grupo
👉 “¿Quieres más tips como
este? Únete al grupo exclusivo de WhatsApp”.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario