viernes, 17 de noviembre de 2023

No eres un perro y otras sorpresas de vivir con un perro

Diez consejos sobre la educación canina moderna y cómo cuidar de la relación con tu perro.

La naturaleza de la ciencia canina significa que estamos aprendiendo más sobre los perros y la educación canina todo el tiempo. Aquí hay algunos consejos actualizados para ayudarte en la relación con tu perro.


1. No eres un perro.

Está bien, sé que sabes que no eres un perro. Pero hay mucha tradición en el entrenamiento de perros que comienza con la premisa de que debes actuar como si fueras un perro. Por alguna razón, este consejo es específico para ciertos del mundo canino y te dice que seas duro con tu perro. No te dice que hagas las otras cosas que hacen los perros, como jugar bruscamente, rodar sobre cosas malolientes u oler el trasero de otros perros. De todos modos, en caso de que te confundas, recuerda que eres una persona, no un perro.


2. Tu perro no está tratando de dominarte y tú no eres el líder de la manada.

Aunque esta idea supuestamente se basa en lo que hacen los lobos (que tampoco funcionan dominándose entre ellos), tú no eres un lobo más de lo que eres un perro. Tu perro tampoco es un lobo. Además, las relaciones entre lobos resultan ser mucho más complejas y cooperativas de lo que sugiere este “consejo”.


3. Los métodos de entrenamiento aversivos corren el riesgo de una respuesta agresiva.

La tradición de los supuestos “líderes de la manada” te dice que seas dur@ con tu perro. Pero las investigaciones muestran que los perros pueden ser agresivos en respuesta a métodos como los “volteos alfa”, usar la fuerza para quitarse objetos de la boca, golpearlos o patearlos, agarrarlos por la mandíbula y sacudirlos, gruñir o mirarlos fijamente, o usar un collar de púas o estrangulamiento (Herron, Shofer y Reisner, 2009). Otros riesgos de los métodos aversivos incluyen el miedo, la ansiedad, el estrés y una peor relación (Ziv, 2017; Vieira de Castro et al 2019). Si has conseguido que tu perro sea tu mejor amigo, así que no te arriesgues a algo que pueda arruinar vuestro vínculo.


4. Educa a tu perro con métodos basados ​​en reforzadores.

Refuerza los comportamientos que te gustan de tu perro para que aparezcan con más frecuencia y elimina el refuerzo de los comportamientos que no te gustan. El refuerzo positivo funciona, no tiene los riesgos de los métodos aversivos y es apropiado para todos los perros. Y sí, incluso hay evidencia de que el refuerzo positivo es más efectivo que usar un collar eléctrico para enseñar a los perros a venir cuando los llaman (China, Mills y Cooper, 2020). Así que piensa en lo que quieres que haga tu perro y utiliza el refuerzo positivo para educarlo. Eso significa usar comida, juegos u otras cosas que a tu perro le encantan.


5. Modela el buen comportamiento frente a los niños.

Especialmente, no uses métodos de adiestramiento aversivos frente a un niño. Si esto pone a los adultos en riesgo de agresión, piensa en lo que podría pasar si el niño intentara copiarlo.


6. Los perros y los niños deben ser supervisados ​​con más cuidado de lo que piensa incluso cuando se trata del perro de tu propia familia

Los niños pequeños corren un riesgo especial cuando se acercan a un perro que está descansando o acostado (Reisner et al 2011); no dejes que hagan eso y enséñales (con tu ayuda) a llamar al perro si quieren interactuar con ellos. Si el perro decide no venir, es su elección. Los niños mayores corren un mayor riesgo de mordeduras de perros al aire libre, por ejemplo mientras caminan, corren o andan en bicicleta. Esto también es un peligro para los adultos. Así que educa a tu perro en positivo y evita interacciones con extraños.


7. Cualquier perro puede morder en situaciones límite.

Algunos escenarios son particularmente de riesgo. Agarrar a un perro por el collar es uno. Otra es cuando un perro está excitado y ladra a una ventana o al extremo de una correa, ya que existe la posibilidad de una mordida redirigida. Quitarle algo a un perro (a veces recomendado como una de esas cosas de «dominación») tiene riesgo de mordedura. En su lugar, enseña a tu perro para que «suelte» los objetos bajo una señal. Y recuerda lo que puede pasar al usar métodos de entrenamiento aversivos (punto 4).


8. Nunca regañes a un perro por gruñir.

Ese gruñido es información útil que nos comunica que no están contentos. En su lugar, detente y descubre por qué está gruñendo. Tal vez necesites abordar la situación de una manera diferente o educar al perro para que no tenga miedo. Un buen educador canino basado en reforzadores positivos puede ayudar.


9. El miedo, la ansiedad y el estrés pueden ser difíciles de detectar hasta que aprendas a reconocer las señales

Pero se vuelve más fácil con la práctica, así que presta atención a tu perro. Ya sabes que debes fijarte en la posición de la cola, la postura baja y las orejas hacia atrás, pero también debes estar atento a bostezos, lamidos del hocico, miradas hacia otro lado y olfatear, o los labios echados para atrás (como una sonrisa humana).


10. Eres el responsable de tu perro.

Depende de ti cuidarlo; proporcionarle comida, agua, ejercicio y enriquecimiento; darle un lugar seguro para dormir por la noche (y siesta durante el día); asegúrate de que reciba tratamiento veterinario si es necesario; y así sucesivamente (Todd, 2020). Si todo suena como una gran responsabilidad, es porque lo es. Y significa que al mirar los consejos de educación canina, debes anteponer el bienestar de tu perro.

La educación canina no suele estar regulada en la mayoría de países, lo que significa que cualquiera puede llamarse educador canino. Si tienes problemas de convivencia con tu perro, busca ayuda lo antes posible y elige un@ educador@ canin@ con cuidado. Y ante cualquier cambio repentino de comportamiento, acude a tu veterinario por si hay una causa médica.