domingo, 16 de agosto de 2015

Las 7 claves del duelo infantil

Las 7 claves del duelo infantil

Durante la educación de los hijos, los padres suelen enfrentarse a múltiples situaciones complejas. Sin embargo, si hay una situación especialmente complicada, por lo indeseable de la tarea y por lo que implica, es tener que explicarle a un niño qué es la muerte.
No es habitual que hablemos a los niños de la muerte hasta que no nos enfrentamos a un fallecimiento en nuestro entorno. Es entonces cuando surgen numerosas dudas y dificultades, como nuestras propias emociones y miedos, el temor a traumatizar al niño, la necesidad de protegerle…y muchos otros sentimientos encontrados.
Por esta razón, vamos a daros varias pistas sobre cómo afrontar adecuadamente esta situación. A la hora de explicar a los niños la muerte de un ser querido, conviene:
1.   Decir siempre la verdad. Todos los niños se hacen preguntas y, de alguna forma, intuyen la existencia de la muerte. Aunque no les contemos que alguien ha fallecido, siempre perciben los cambios a su alrededor. Si no obtienen respuestas, o éstas son evasivas, pueden acabar elaborando teorías propias –no necesariamente tranquilizadoras- a partir de su imaginación.
 2.   Explicarles qué es la muerte en términos reales. Para eso debemos dejarles claros los siguientes aspectos:
-       La muerte es universal, es decir, nos va a pasar a todos: También les aclararemos que lo habitual es que pase cuando sean muy, muy mayores y que, aunque nos podemos morir, lo normal es que sea dentro de mucho, mucho tiempo, así rebajamos el miedo que puedan tener a quedarse solos, a la muerte de cuidadores, o a su propia muerte.
-       La muerte es irreversible: El niño debe tener claro que quien se muere no vuelve, que no le va a ver más. Le explicaremos que no es un viaje, ni está dormido, ni se ha ido … Aunque nos parezca muy fuerte, hay que decirle “Se ha muerto” y que eso significa que no vamos a ver a esa persona más, ni podemos hablar con ella, ni nos ve, ni nos escucha…
-       Con la muerte se interrumpen las funciones vitales: Esto suele significar que el corazón deja de latir, dejamos de respirar o el cerebro ya no funciona y todo se detiene.
-       Toda muerte tiene una causa, que suele ser física: Aunque las personas fallezcan en accidentes, la causa siempre conlleva la interrupción de las funciones vitales que hemos mencionado.
3.   No esconder nuestros propios sentimientos. Si el niño nos ve llorando y pregunta qué ocurre, no debemos ocultar la razón de nuestro dolor. Si negamos estar tristes o evitamos responderle, podría interpretar que expresar la tristeza es algo negativo. Esto podría empujarle a esconder la suya para no molestarnos, lo que complicaría su duelo.
4.   Ofrecerle seguridad y protección, especialmente a los niños más pequeños. Debemos tranquilizarles y transmitirles que vamos a estar ahí para cuidarles. Es recomendable mantener sus rutinas y horarios para que haya estabilidad familiar, así garantizamos que su mundo no se desmorone.
5.   Estar abiertos siempre al diálogo. Es fundamental que los niños se sientan libres para expresar sus emociones, preguntas y miedos. Tal vez guarden silencio al recibir la noticia de una muerte pero, cuando se sientan preparados, querrán hablar y conviene que entonces encuentren un ambiente receptivo, especialmente si son adolescentes.
6.   Permitir que participen en los ritos de despedida. A partir de los seis años, los menores ya pueden participar, si quieren, en los diferentes ritos que se llevan a cabo cuando fallece un ser querido (tanatorio, funeral, etc.). Participar en estos ritos, explicándoles siempre con anterioridad en qué van a consistir, favorece que se sientan unidos a la familia e integrados en la experiencia de la despedida.

7.    Pedir ayuda terapéutica. Igual que las personas, cada duelo es único y no siempre se resuelve solo. A veces no está de más resolver las dudas que tengamos con un profesional.