jueves, 6 de agosto de 2015

Es su hijo muy tímido?; claves para estar atentos

Aprenda a reconocer a los niños con baja autoestima, inseguros y temerosos.

Los maestros y padres deben estar vigilantes ante las actitudes de aquellos niños que se aíslan y no se integran con sus pares.
Los maestros y padres deben estar vigilantes ante las actitudes de aquellos niños que se aíslan y no se integran con sus pares.

La timidez puede ser un rasgo de personalidad heredado. Hay niños tímidos porque su personalidad es más bien introvertida, y son callados y observadores. Esto está bien, pero hay que ayudarlos a que salgan de su concha y, además, identificar la raíz de esta timidez para saber qué impacto tiene en su funcionamiento social.
Los grados de timidez son importantes. Para empezar, tenemos uno leve cuando el niño es reservado, no quiere aventurar, pero poco a poco se va conociendo y adquiere la seguridad para relacionarse y experimentar su entorno.

La timidez en grado moderado ya le afecta su vida diaria, y puede escalar a un grado severo en el que ya hay una ansiedad social total porque la timidez amarra y atrapa al niño.
Por ello es importante detectarlo, pues no podemos dejar que esto crezca y que la situación llegue hasta que el niño tenga miedo de hacer todo y esto no le permita socializar, y pase de un estado leve a moderado o de moderado a severo.
Atienda las señales
La timidez siempre esconde un poco de inseguridad y, a veces, baja autoestima. Al niño tímido, que además es temeroso, hay que prestarle especial atención; algo le debe de estar pasando, pues sufre en silencio.
Por alguna razón le da miedo expresarse. Así que hay que ayudarle a vencer el obstáculo que ello representa. Hay que exponerlo poco a poco a aquellas cosas que le dan miedo, y brindarle grandes cantidades de estímulos positivos y de mensajes aprobatorios.
En algunos casos se ha encontrado que, además, es un niño que no entiende bien el medio social y percibe amenazas donde no las hay, así que sus esfuerzos deben ser reconocidos por sus padres y por los otros miembros de la familia.
Si tiene algún talento, apóyelo para que así empiece a creer en sí mismo, y a conocer sus habilidades y cómo usarlas. Además, el ejemplo que demos a los hijos es vital, ya que ellos imitan y si les enviamos el mensaje de inseguridad y nerviosismo, de seguro incrementamos su timidez.
Una timidez leve y ocasional es bastante frecuente y puede no ser motivo de preocupación alguna.
Cuándo es ocasional y cuándo crónica
La timidez ocasional es normal, sobre todo ante circunstancias desconocidas. Casi todos los niños, en diferentes etapas de la vida, pasan por un período de timidez. Se ve mucho, por ejemplo, en los adolescentes, que, ante tantos cambios físicos y emocionales, se desajustan y se ponen ‘tímidos’.
La timidez crónica es otra historia y hay que prestarle atención. Si el niño además es temeroso y sufre excesivamente por esto, usted debe buscar apoyo profesional para ayudarle a vencer su inseguridad.
Cuanto más pronto se empiece a enfrentar este problema, mejor será el pronóstico. Es necesario, entonces, acudir a un acompañamiento terapéutico que fortalezca y empodere al niño por medio de estrategias como el juego de roles, donde, a través de las dinámicas, se muestren al niño maneras asertivas de enfrentarse al mundo, desarrollando así un entrenamiento en habilidades sociales.
La timidez también es un mecanismo de defensa que utiliza el niño cuando se siente inseguro frente a una situación de alto riesgo o que le causa temor. El niño puede ponerse ‘tímido’ porque siente que este rol pasivo le ayuda a no enfrentar lo que le asusta.
La timidez no debe confundirse con depresión ni falta de motivación. Lo que sí es cierto es que al niño tímido hay que estimularlo muchísimo porque esta situación no le va a permitir hacer todas aquellas cosas que desearía.
La timidez lo puede convertir en un niño frustrado que fácilmente se llena de desesperanza. Además, puede desarrollar una autoestima muy baja debido a que continuamente va a tener la sensación de no haber logrado ningún objetivo.
Esto se puede prolongar a lo largo de su vida y volverse determinante a la hora de no poder ser exitoso en ningún área, ya que se impacta el funcionamiento global y llegan a ser adultos que no interactúan con su entorno y padecen un alto nivel de ansiedad. De hecho, la timidez crónica puede desencadenar y escalar a una fobia social, por la cual fácilmente caen en el abuso de sustancias que son el vehículo que utilizan, equivocadamente, para sentirse más capaces y seguros de sí mismos.
La timidez moderada ya es algo más estructural y se vuelve un patrón de relación para el niño. Hay que combatir esta timidez, pues indica inseguridad y dificultad en el manejo asertivo de la vida.
La timidez excesiva generalmente también es crónica y paraliza al niño o al joven. Estos son los que nunca logran expresarse y tienen problemas de represión serios. Es muy importante que los padres y maestros ayuden al niño a superar esa timidez extrema, ya que lleva rápidamente al aislamiento y aumenta los problemas de autoestima.
La ansiedad que acompaña a la timidez excesiva es, entonces, otro motivo de preocupación. Esta ansiedad generalmente es la que paraliza al joven y, poco a poco, lo va convenciendo de que él “no sirve para nada”.
Padres, atentos a no exagerar con las críticas que hacen a sus hijos. Ustedes no deben volverse un elemento más que les reafirme su inseguridad. Al cabo de los años, esto se convierte en un círculo vicioso del cual es difícil salir.

Que expresen sentimientos
Si usted tiene un hijo tímido, y más si lo es en grado extremo, estimúlelo diariamente y apoye su inteligencia social. Ayúdelo a socializar gradualmente, exponiéndolo a situaciones en las que interactúe, pero de forma paulatina y sin llevarlo a la frustración.
Comparta tiempo con él y valide sus pensamientos y creencias hasta que, poco a poco, desarrolle esa confianza en sí mismo, y un sentido de pertenencia que seguro le falta. Ayúdelo a poner sus sentimientos en palabras y enséñele que su cuerpo también comunica y envía mensajes con el lenguaje corporal (la mirada, la postura, la forma de caminar), así fortalece su seguridad y cómo se expresa. No deje que la timidez arruine la vida de su hijo; detéctela e intervenga.