viernes, 10 de junio de 2016

Excelencia desde el hogar

El colegio y la casa son los mejores lugares para formar a los hijos en la realidad del país.

El pasado fin de semana, a instancias del Ministerio de Educación, se llevó a cabo un encuentro entre maestros y familias como complemento del programa de excelencia educativa, que viene desarrollando el Gobierno Nacional y que en este primer año de balance arroja resultados positivos, como una mejora en matemáticas y lenguaje –aunque por debajo aún de la media internacional–, y colegios que han dado muestras fehacientes de cómo, con un poco de esfuerzo, es posible elevar los niveles de calidad en los planteles.

Yo asistí al de mi hijo en compañía de varios padres. Infortunadamente no fueron la mayoría. Una vez el rector hizo el balance respectivo de cómo andaba la institución y cómo se tomaban en serio el programa gubernamental, pasamos a los salones de clase a hablar de qué tanto desarrollábamos en casa la motivación por el estudio, cómo asumíamos con nuestros hijos el tema de la competencia, la eficiencia y ayudábamos desde el hogar a promover un mejor ambiente escolar.

El ejercicio resultó aleccionador. El día a día nos mantiene absortos de lo que pasa con nuestros hijos en ese llamado segundo hogar y no vemos la cantidad de oportunidades que quizás estamos perdiendo a la hora de ayudar a construir mejores entornos escolares para ellos desde la casa.
En este encuentro, y en apenas un par de horas, los padres pudimos adentrarnos en temas que no conocíamos del todo, expresamos ideas y compartimos consejos. Se habló de establecer normas claras, de brindar mayor autonomía con responsabilidad, de sensibilizar a nuestros muchachos de cara a los hechos que ofrece el día a día, de construir espacios de discusión sobre la base de los argumentos y el respeto, para que esto también pueda ser reproducido en el salón de clases. “El ejemplo en casa es la base de todo”, señaló uno de los padres presentes.
Y así, con el pasar de los minutos, fueron aflorando ideas que si todos aplicáramos en mayor o menor medida, ayudarían enormemente a que nuestros hijos, además de buenos estudiantes, sean ciudadanos de bien, tolerantes, proactivos, capaces de superar la frustración, hábiles a la hora de debatir, coherentes con sus actos, respetuosos de la figura materna y paterna, y agentes mediadores de conflictos antes que patrocinadores de los mismos.
Cuando vemos el nivel de violencia verbal al que han llegado nuestros líderes y referentes sociales; los llamados a convocar, a proteger y a impulsar al país hacia destinos de prosperidad, igualdad y justicia, llámense magistrados, políticos, policías o simples autoridades comunales, es cuando más deberíamos valorar espacios como estos que se abren en escuelas y colegios a instancias de la excelencia educativa.
Son esos mismos líderes los que han provocado la atomización que vivimos como familias y viven nuestros hijos, con su bombardeo diario de epítetos y actos impúdicos. Y el mejor refugio para sobrellevar semejante andanada está en el colegio y el hogar, no lo duden.