miércoles, 15 de julio de 2015

El desarrollo de los sentidos (parte 1): la vista, el olfato y el gusto

El desarrollo de los sentidos (parte 1): la vista, el olfato y el gusto

Como todo ser humano, el niño conoce su entorno a través de los sentidos. Por ello, el desarrollo de los mismos corre parejo a cualquier aprendizaje que realice. Aunque, al nacer, los órganos sensoriales están totalmente formados, el pleno funcionamiento de los mismos se produce de forma progresiva. El recién nacido muestra, casi exclusivamente, reacciones gobernadas por reflejos automáticos, pero la estimulación procedente del entorno despierta poco a poco su sensibilidad. Durante los primeros días, cuando abre los ojos sólo ve formas y sombras, es difícil que se percate de un ruido, aunque sea fuerte. A partir de los 3 meses, en cambio, ya es capaz de empezar a coordinar los dos sentidos, vista y oído, y dirigir su mirada hacia un ruido cercano.
La vista
El recién nacido no aprecia el rostro completo de su madre; sólo es sensible a ciertos gestos de la cara -de la nariz, los ojos…-, que suele percibir fragmentariamente. También es capaz de ver ciertos movimientos, pero únicamente como siluetas vagas y borrosas, que puede seguir con un movimiento horizontal de los ojos.
A partir de los 2 meses, ya percibe la globalidad del rostro de la madre, empieza a ser sensible a todo lo que brilla, centellea o se mueve en el espacio y comienza a fijar la mirada. Observar si el niño es capaz de seguir un objeto con los ojos, hablarle de cerca, lograr que nos mire con atención y que responda a nuestros estímulos es una tarea muy útil, además de gratificante, para comprobar el desarrollo sensorial del bebé.
Olfato y gusto
El bebé tiene un olfato extremadamente desarrollado que le es de gran ayuda para reconocer a su madre. El olor corporal de la madre, de sus ropas, puede tranquilizar el llanto de un bebé irritable y puede facilitar que se tome el biberón más tranquilamente o que logre conciliar el sueño si estaba intranquilo. En el recién nacido, el sentido del olfato se asemeja, por su finura, al de algunos mamíferos; el crecimiento posterior y el uso mucho más frecuente de otros sentidos provocará la pérdida de su capacidad olfativa.

Por otro lado, las sensaciones gustativas también están presentes en el recién nacido, que reacciona a la introducción en su boca de una sustancia de mal sabor con cambio de la expresión facial, abertura de la boca y aumento de la secreción de saliva, que arrastra hacia afuera la sustancia introducida. Aunque el gusto del lactante no es tan fino como el del adulto, reacciona ante sabores distintos. Los sabores que aprecia con mayor facilidad son el dulce y el ácido.