viernes, 26 de mayo de 2017

El país donde los profesores son millonarios y los alumnos infelices


Los maestros están entre los miembros de la sociedad más respetados y la educación es una obsesión nacional.


En Corea del Sur los maestros están entre los miembros de la sociedad más respetados. De hecho, un antiguo proverbio dice que “el profesor y el rey tienen el mismo estatus”; y otro asegura que “nadie debería pisar siquiera la sombra de un docente”. Y si los profesores además de buenos son mediáticos, pueden llegar a convertirse en millonarios. Aquí, los estudiantes más talentosos aspiran a entrar en las codiciadas facultades del magisterio, que seleccionan a los mejores entre miles de candidatos. 

El resultado: Corea del Sur es uno de los países asiáticos que encabezan las listas de la educación global; usualmente ocupa los primeros lugares en las pruebas PISA y tiene uno de los sistemas educativos más exitosos del globo, pero también uno de los más duros. Las cifras lo confirman, pues a través de la educación el país se ha convertido en un gigante económico. Hace 60 años, casi el 80% de la población era analfabeta. 

En el país la mayoría de los jóvenes estudian desde las 8 de la mañana hasta las 11 de la noche y los padres invierten toda una fortuna en la educación privada de sus hijos. Las familias consideran primordial para la vida y el futuro del país alcanzar el éxito académico. Y para lograrlo están dispuestos a hacer enormes sacrificios. 

Una jornada escolar en Corea del Sur dura alrededor de 7 horas, pero usualmente la mayoría de los jóvenes van a estudiar durante varias horas adicionales a bibliotecas y academias privadas nocturnas llamadas hawon, que constituyen una parte fundamental de la gigantesca industria educativa del país. 

Los hagwon deben su éxito a que utilizan “tutores estrella” para atraer a más estudiantes. El éxito de estos centros de estudio ha sido tal que el gobierno tuvo que intervenir y legisló que estos lugares debían cerrar a las 10 de la noche. Pero, aún así, los estudiantes siguen estudiando en sus casas o regresan a sus colegios, que pueden estar abiertos hasta la medianoche. 

Las obligaciones escolares impiden que los jóvenes socialicen, jueguen y hasta que duerman. En Corea del Sur la idea de que si no se tiene éxito en la escuela tampoco se tendrá en la vida ejerce una enorme presión en los jóvenes. Según los resultados de las pruebas PISA, los estudiantes surcoreanos son los más infelices. Uno de esos resultados los refleja la alta tasa de suicidios: la más alta de los países industrializados entre los 10 y 30 años.

El exministro de Educación surcoreano Ju Ho Lee ha manifestado que el país necesita hacer cambios en el sistema escolar para preparar a la siguiente generación. Muchos también critican el autoritarismo y la falta de creatividad en el modelo de enseñanza al que le hace falta explotar habilidades distintas como la comunicación, la colaboración y la creatividad; más allá de los resultados numéricos.

jueves, 25 de mayo de 2017

El lugar donde viven más gatos que personas


miércoles, 24 de mayo de 2017

El auge de los start-up universitarios

Con las complicaciones al momento de encontrar un trabajo estable, sobre todo para los jóvenes en Colombia, crear una start-up es una alternativa que cada día más universitarios con talento para emprender están considerando.


No cabe duda que se requieren cualidades especiales, y seguir los consejos de los expertos y emprendedores exitosos no está de más a la hora de iniciar algún proyecto. Sin embargo, la creatividad y las buenas ideas abundan en el mundo y pueden surgir del lugar menos esperado.
Un start-up o empresa emergente se define como una idea de negocio que está en construcción o en la etapa inicial de montaje. Estas ideas, por lo general, buscan simplificar procesos y agregar un componente importante de innovación soportado y enlazado al desarrollo de tecnologías o al uso de ellas.
Muchas de estas iniciativas poseen ideas novedosas que cambian aspectos de la vida diaria de las personas, por lo que se convierten en negocios muy lucrativos. Al ser un negocio emergente, suele tener un componente de riesgo alto y su naturaleza de innovadora hace incierto su futuro. Sin embargo, esta condición atrae a los inversionistas por las altas rentabilidades que se pueden ocasionar, consiguiendo de esta forma el capital necesario que permite, no en todos los casos, dar con la clave del éxito.
La creatividad parece ser una cualidad innata en los jóvenes, especialmente en los estudiantes universitarios quienes han encontrado en su entorno un sinnúmero de posibilidades y oportunidades de negocio, de las cuales actualmente existen muchas que han sido exitosas y merecedoras de reconocimientos internacionales. Las ideas novedosas vienen acompañadas de un alto componente tecnológico, ya que facilita poner a disposición de las personas, ya sea descargando una aplicación o ingresando a una página web, todos estos desarrollos.

Los start-up incluyen una amplia gama de soluciones y herramientas que facilitan y simplifican las situaciones cotidianas de las personas, en especial de los estudiantes. Sus desarrollos ofrecen servicios que van desde pedir domicilios, solicitar un abrazo, hasta encontrar a alguien que haga la fila en el banco, un curso de finanzas en línea, hacer redes de contactos con los vecinos, e inclusive hacer “una vaca” en línea.
Entre los emprendimientos creados por estudiantes universitarios se pueden encontrar casos como el de Kiwi Campus o en En tu mano, surgidos en 2015. El primero de ellos, por ejemplo, se lanzó como un servicio para pedir domicilios vía whatsapp. La idea consiste en ofrecer un servicio de domicilios y asistencia para cualquier requerimiento que se necesite dentro de unos horarios establecidos.
Esta iniciativa ya se encuentra presente en 9 universidades y 3 países, en los cuales sus usuarios pueden hacer uso de ella de manera fácil al contar con un amplio sistema de medios de pago. Esta iniciativa se ha expandido a través de repartidores (denominados kiwers) y alianzas estratégicas con restaurantes y negocios cercanos a los campus donde operan, generando una red de transacciones que, como llaman los creadores de la aplicación, es de estudiantes para estudiantes.

El segundo start-up, por su parte es una aplicación desarrollada para agilizar los trámites de las quejas cotidianas de los ciudadanos. Los creadores desarrollaron una plataforma que permite a las personas reportar anomalías como semáforos fuera de servicio, conductores imprudentes, árboles o huecos peligrosos y vincular estas quejas a las entidades respectivas para hacer seguimiento del proceso de la petición e invitar a otras personas a unirse a las iniciativas aportando más información.
En Colombia estos emprendimientos están en auge. Por esta razón, desde el 2013, en el país se celebra el Colombia Startup & Investor Summit, un foro que reúne a emprendedores, empresarios e inversionistas alrededor de estos modelos de negocio, con el ánimo de crear la red de networking que permita obtener los capitales de inversión para materializar y potencializar las ideas. Anualmente se seleccionan entre 20 y 24 proyectos que tienen la oportunidad de participar en cursos de capacitación sobre emprendimiento.
En definitiva, esta tendencia de emprendimiento universitario muestra que las ideas y las innovaciones están a nuestro alrededor y que aprovecharlas puede ser una gran decisión de vida.  Hoy en día es fácil encontrar diferentes ejemplos de ideas exitosas y formas creativas de solucionar problemas cotidianos de la mano de la tecnología.

martes, 23 de mayo de 2017

El 47% de estudiantes tiene mala ortografía y carece de compresión lectora: estudio

Un reciente estudio de la Red de Lectura y Escritura en Educación Superior afirma que el 47% de los estudiantes de primer año en la universidad no saben escribir un ensayo, tienen una mala ortografía y carecen de competencias en compresión de lectura.

Luego de un estudio realizado por el Departamento de Lengua de la Universidad de La Sabana se pudo evidenciar que los jóvenes salen de bachillerato sin saber desarrollar las habilidades lingüísticas necesarias que les permitan tener un conocimiento básico en el manejo de la lengua española.
Por esta razón los estudiantes llegan a primeros semestres de la universidad sin la capacidad de elaborar textos críticos y con dificultades para escribir textos del nivel académico que se leen y escriben en la educación superior.
Para el profesor Mariano Lozano, uno de los principales investigadores del estudio, el problema también radica en que “en muchos casos los profesores salen de sus universidades mal preparados y por supuesto esto tiene co-+mo consecuencia la trasmisión de poco conocimiento, y esto hace que el estudiante refleje lo aprendido sin tener una herramienta para defenderse”.
Agregó que “ellos leen, entienden e infieren, pero cuando llegan al proceso de la lectura crítica a través del texto se les complica la situación”. 
Por otro lado el experto en aprendizaje considera que el ambiente familiar del joven es de suma importancia en su interés por leer y entender lo que lee, pues “a la familia que le interesa la lectura y que saca el tiempo para leer, así sea en periódicos o en internet, logra que sus hijos, a través del ejemplo, logren involucrarse en los mismos procesos “.
Según los más recientes resultados del Programa para la Evaluación Internacional de Alumnos, los bachilleres colombianos están por debajo del nivel mínimo de la prueba.
Otras pruebas internacionales, como el Estudio Internacional del Progreso de Competencia Lectora que se realiza en 48 países y que en el último estudio evaluó a 3.966 alumnos con edades entre 9 y 10 años, confirma que el nivel de desempeño en competencia lectora es muy bajo, teniendo el estudiante un puntaje promedio de 448 (nivel bajo) de 675 (nivel avanzado).

lunes, 22 de mayo de 2017

El ‘bullying’ no es un juego de niños


El matoneo se está usando para presionar a los estudiantes a que se vinculen a organizaciones delictivas.




“Luego de eso me quería morir, a mis 14 años me invadió la tristeza, tuve depresión y me engordé bastante…me sentía morir”. Este es el testimonio de María del Rosario Gómez, quien cariñosamente es conocida como Marre, una joven que hoy, a sus 22 años, recuerda cómo en su adolescencia fue víctima de intimidación escolar por parte de un adolescente, quien a través de internet, profirió hacia ella ofensas, burlas y sobrenombres, situación que la afectó y marcó, pero que al mismo tiempo le dio fuerzas para continuar y convertirse en una mujer talentosa. 

Para Marre, aquel joven y sus amigos no eran conscientes de lo que podrían ocasionar, “Para ellos el ofenderme era un juego, un chiste, nunca pensaron en el daño y el dolor que podrían causarme. Gracias a Dios me refugié mucho en la música y logré salir adelante”, asegura. 

La intimidación escolar también conocida como ‘Bullying’, matoneo o acoso escolar, consiste en la conducta negativa, intencional metódica y sistemática de agresión, intimidación, humillación, ridiculización, difamación, coacción, aislamiento deliberado, amenaza o incitación a la violencia o cualquier forma de maltrato psicológico, verbal, físico o por medios electrónicos contra un niño, niña o adolescente, por parte de un estudiante o varios de sus pares con quienes mantiene una relación de poder desigual. 

Esta vulneración de derechos ha empezado a tener mayor relevancia durante los últimos años debido a que algunas víctimas han denunciado, o, como Marre han decidido contar su historia, situación que ha llamado la atención de colegios, del Estado y medios de comunicación. Es tal la preocupación, que ésta generó que el Gobierno Nacional sancionara en el mes de marzo la Ley 1620 del año pasado, la cual pretende, entre otras cosas, atender preventivamente situaciones de violencia escolar como el ‘bullying’. 

Lo que la mayoría no sabe, y que el pedagogo social alemán Frank Schallenberg recalca en su libro Te ha tocado, mobbing entre alumnos, es que el daño que les ocasiona a los menores cuando se convierten en adultos es gigantesco. El niño que lo sufre vive grandes periodos de angustia, desamparo y terror. Suele estar solo porque casi nadie le ayuda ni en su casa le creen. Se desconcentra, tiene dolores de cabeza o malestares estomacales y es inseguro. En el caso del agresor, es una persona que no se adapta al mundo, y pierde la capacidad de desarrollarse social y emocionalmente de otra forma que no sea la violenta, dice Schallenberg. 

Esta es una problemática que ha estado presente desde hace mucho tiempo en el ámbito escolar pero en la mayoría de los casos de manera silenciosa. Ahora, ha empezado a tener más atención por su importancia y gravedad, y se ha comprobado que requiere del interés, de la intervención y la prevención por parte del Estado, la familia, los colegios y de la sociedad en general. 

Una investigación sobre matoneo realizada por Friends United Foundation, con 5500 niños, niñas y adolescentes escolarizados, entre 12 y 18 años encontró que las víctimas en un 35 % reciben maltratos físicos y en 65 % maltratos psicológicos. El estudio llama la atención sobre una de las modalidades que se está llevando a cabo en varios colegios de Colombia, es que el bullying se está usando para presionar a los estudiantes a que se vinculen a organizaciones delictivas. A su vez, la investigación muestra que en los colegios de estratos altos se recurre más al hostigamiento y calumnia por redes sociales, estando en primer lugar Facebook, seguido de Twitter y Youtube y WhatsApp.

Ángela Rosales, directora de la Organización Aldeas Infantiles SOS, aseguró que los comportamientos de los niños, las niñas y los adolescentes son el resultado de lo que aprenden en la casa, en el colegio, en el barrio y en la interacción con otros niños. Por esta razón, “el tema de acoso escolar es preocupante porque es el reflejo de lo que los menores de edad están viendo. Ellos se comportan así porque aprendieron a comportarse así, en algún momento adoptaron esa manera de actuar, por ello es fundamental que los adultos seamos conscientes de cuál es el ejemplo que estamos dando a los niños y a las niñas”. 

Para la directora de Aldeas Infantiles, es fundamental el rol de la familia. “Hay que enseñar a los niños que todos los menores de edad tienen derechos pero al mismo tiempo responsabilidades con los demás y de esa manera no podemos hacer un ejercicio de poder maltratando o pasando por encima del otro”. 

Víctimas e intimidadores, ambas partes requieren atención y protección 

De acuerdo con los resultados de la Prueba Saber Pro, en Colombia, casi la mitad de los niños o niñas sostuvieron que sus compañeros discriminan a otros. El 35 % de ellos dijo haber sido víctima y el 22 % manifestó haber intimidado a alguien, lo que evidencia que más del 50 % de los niños, niñas y adolescentes colombianos pueden verse involucrados como víctimas o victimarios en estos escenarios de violencia y por lo tanto, ambos requieren apoyo y protección. 

Cuando se presentan casos de intimidación escolar, normalmente la atención de educadores, profesionales y familiares recae principalmente sobre las víctimas, quienes necesitan de manera inmediata protección tanto psicológica, como física y afectiva. Pero, ¿qué pasa con los niños, niñas o adolescentes que cumplen el rol de agresor? Ángela Rosales considera que así como el apoyo hacia las víctimas de ‘bullying’ debe ser eficaz y oportuna, “Hay que ayudar a los niños que están presentando comportamientos abusivos porque puede ser que su actitud se deba a alguna actitud agresiva contra ellos, la cual los motiva a defenderse. Esta ayuda debe ser inmediata porque puede traerles a estos niños problemas para relacionarse, problemas que pongan en riesgo sus vidas, pueden vincularse a pandillas y pueden llegar a ser consumidores de sustancias psicoactivas”. 

Las consecuencias de la intimidación escolar, así ésta no parezca tan grave a simple vista, pueden ser nefastas. Si estas situaciones no se detienen a tiempo, los niños y las niñas que las padecen pueden empezar a tener problemas de depresión, bajo rendimiento académico, baja autoestima e incluso pueden llegar a desarrollar conductas muy violentas y autoagresivas. 

La intensidad del ‘bullying’ puede ser variable, pero si no se detiene a tiempo, puede traer consecuencias graves tanto para las víctimas como para los intimidadores. 

Entre tanto, Carolina Piñeros, directora ejecutiva de Red Papaz, manifestó que, “en el tema del acoso escolar, hemos ido entendiendo que el victimario también es víctima, es otro niño, hay que analizar qué pasa con el entorno de ese niño porque puede ser que sus padres no estén al tanto de lo que hace, puede ser que venga de un ambiente violento, entonces hay que mirar qué sucede con ese pequeño. Antes decíamos 'eso es cosa de niños, lo hizo como un chiste', ahora somos conscientes de que es un tema delicado y que debe ser visto desde ambas partes”. 

Una vez que se presenta e identifica un caso de intimidación escolar, las defensorías de familia, comisarías o inspecciones de policía deberán realizar la apertura de la historia socio-familiar y la valoración integral del niño, niña o adolescente y de su grupo familiar y finalmente, adoptar las medidas de restablecimiento de derechos. Posteriormente las defensorías deberán realizar el seguimiento, verificar el restablecimiento efectivo de los derechos y realizar el cierre del caso.

Instituciones educativas, responsables de la protección de las niñas y los niños 

La problemática de acoso escolar en el país, si bien es una situación que requiere de la responsabilidad y compromiso de todos los entes del Estado, son los colegios, las escuelas e instituciones educativas en general, los actores principales para prevenir, detectar y atender la intimidación escolar. 

Para la directora de Aldeas Infantiles “los niños aprenden en la medida en que observan qué sucede a su alrededor. Entonces el colegio es responsable de lo que ocurra en todos los entornos donde están, no solamente al interior del aula”. 

Rosales agrega que, “también hay que observar qué tipo de relación tienen los profesores con los niños, si los maestros tienen relaciones abusivas con los estudiantes, ellos van a tener relaciones abusivas entre sí, si los profesores tienen relaciones groseras con los padres de familia, o los padres con los profesores, entonces eso se repetirá en el contexto, así que el llamado es a la coherencia en la acción en el marco del colegio, y es éste el que debe estar muy atento a identificar las acciones para prevenirlas tempranamente”. 

Entre tanto, el Código de la Infancia y la Adolescencia, en su artículo 43, obliga a las instituciones educativas a proteger a los niños, las niñas y los adolescentes contra toda forma de maltrato, agresión física o psicológica, humillación, discriminación o burla por parte de los demás compañeros y de los profesores. Igualmente, el Código obliga a las instituciones a establecer en sus reglamentos correctivos y efectivos para impedir la agresión física o psicológica y a denunciar cualquier acto de esta índole.

Cuando el testigo silencioso se vuelve un garante de derechos

Los especialistas aseguran que cuando se presentan casos de intimidación escolar existen tres grupos importantes a quienes hay que direccionar todas las estrategias para la prevención de esta problemática. Ellos son: las víctimas, los intimidadores y los testigos silenciosos u observadores, quienes son aquellos niños o niñas, que presencian las situaciones de acoso y no intervienen ni directa o indirectamente. 

La Prueba Saber Pro realizada en el país en 2012, evidencia cómo en el quinto grado más de la mitad de los niños y a casi la mitad de las niñas no les importaba, o inclusive, se divertían viendo el maltrato de algunos de sus compañeros y compañeras. Otros estudios en el tema aseguran que el porcentaje de menores de edad que son testigos de hechos relacionados con acoso escolar se encuentra entre el 60 y el 70 %, situación que potencia al agresor puesto que ellos se convierten en su audiencia. Por ello, es importante que quienes presencian esto no se reían junto al agresor en el momento de la intimidación, comunicar a un adulto lo sucedido y servir de audiencia para quien comete estas agresiones. 

“Días después de que aquellos jóvenes me agredieran, fueron a jugar un partido de fútbol a mi colegio. Yo me encontraba al lado de la cancha observando cuando de repente me empezaron a insultar y a decirme cosas terribles. Yo sentí miedo y mucha tristeza pero fueron mis amigas quienes intervinieron, los enfrentaron y les hicieron ver que eso que estaban haciendo no era lo correcto”, recuerda Marre. 

Ángela Rosales piensa que existe una posibilidad inmensa de revertir situaciones de acoso escolar y es enseñándoles a los niños a que sean justos y equitativos. “Cuando hay ‘bullying’, los menores de edad deben ser conscientes de que se está presentando un comportamiento entre dos personas que es desigual, que es abusivo y aunque no tenga que ver conmigo, asimilo que esa conducta le hace daño al otro y por ello hay que ayudarle, ya sea defendiéndolo o contando a un adulto que estas situaciones se están presentando”. 

Carolina Piñeros de Red Papaz, coincide con Rosales y agrega que, “en el momento en que un niño aprende a identificar que eso que le pasa a su amigo o compañero es injusto, se presenta un desbalance de poder, entonces si el niño en vez de reír tiene una posición crítica frente a ese hecho, ahí se estaría trancando el problema, es pensar un poco en que “a mí no me gustaría que me hicieran eso””. 

Para las especialistas los niños y las niñas por esencia son solidarios, lo que ocurre muchas veces es que no denuncian o no cuentan que se presentan casos de intimidación escolar por miedo a represalias de sus compañeros o porque no confían verdaderamente en que los adultos puedan intervenir positivamente en la problemática. 

Frente a ello, es muy importante que tanto padres de familia, como docentes y directivas de los colegios abran espacios de participación y diálogo donde los niños, las niñas y los adolescentes sientan que su voz es importante, lograr esto empoderará a los menores de edad y los hará confiar mucho más en aquellas personas responsables de adelantar acciones. 

“Es importante que el niño sienta que en los adultos encuentra ejemplos, pero también la confianza para hacerse escuchar, y que en ellos va a encontrar un respaldo, que ellos van a ayudarle, no solamente lo van a escuchar sino que van a tomar una acción eficaz que ayude a cambiar esa situación negativa que observen o presencien. El propósito con esto es que los niños hagan el ejercicio de contar algo que no consideren correcto, pero solo lo harán cuando sepan realmente a quien acudir”, asevera Ángela Rosales. 

La familia, pilar fundamental para prevenir, mitigar y superar el acoso escolar 

“Luego de una semana en la que estuve refugiada en mí misma y en la que lloraba mucho decidí hablar con mis padres y allí les conté lo que me había sucedido. Sé que fue la mejor decisión porque no me dejaron sola y me ayudaron a superar ese momento tan difícil para mí. Uno a veces piensa que cuando se presentan casos de intimidación no hay más salidas y siempre hay algo que uno puede hacer, se puede recuperar la confianza y uno puede salir adelante”. 

El anterior es el testimonio de Marre al ser preguntada sobre la importancia que tiene la familia para ayudar a prevenir y tratar la problemática de acoso escolar. Si bien, el Estado y los colegios tienen una responsabilidad indelegable en este tema, los padres, madres, hermanos y demás familiares juegan también un rol fundamental tanto en el manejo de la intimidación, como en su prevención, enseñando, por ejemplo, a sus hijos desde pequeños a no maltratar a otros, a defenderse sin agresión y generando espacios de confianza y comunicación. 

Para Ángela Rosales, “si nosotros como padres no abrimos espacios de educación, el niño tampoco va a tener la confianza de venir a contarnos cuando él o ella tengan una situación vulnerable. Si en la familia validamos eso y validamos que pasar por encima de alguien, aventajarse del otro, me muestra que soy capaz, que soy poderoso, me río o me burlo de la situación de los demás, el niño cuando sea víctima no va a querer venir a contarme nada porque va a sentir que defrauda a su familia, que no es capaz”. 

RedPapaz considera que es esencial que las familias y en general toda la sociedad entienda que la agresión trae más agresión y por ello la clave está en formar niños y niñas asertivos. “Si los papás decimos a nuestros hijos desde el primer día del jardín, apréndete a defender, si alguien te pega, pégale más duro, estaríamos yendo por el camino incorrecto. Entonces, se trata de que empecemos a mandar un mensaje diferente y queramos que nuestros hijos sean asertivos. Si logramos esto, cambiaríamos por completo la situación que hoy en día viven muchos menores de edad víctimas de intimidación escolar”.

domingo, 21 de mayo de 2017

Sí a los acuerdos con los hijos, pero no todo es negociable

Dialogar y pactar es un buen recurso que enseña responsabilidad y autonomía en los niños.

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La indulgencia y las complacencias excesivas transmiten la idea de que es poco importante el cumplimiento de los deberes.

Los niños funcionan desde pequeños en la dinámica de los acuerdos. Dialogar y pactar es un buen recurso que enseña responsabilidad y autonomía y contribuye a desarrollar la capacidad para tomar decisiones, entre otros.
Es una herramienta útil para enseñar, orientar y desarrollar valores, habilidades y potencialidades cognitivas, sociales y morales; sin embargo, no se aplica en todos los casos ni en todas las edades; ni tampoco como un método educativo único.
El problema de este modelo es que aspectos como el acatamiento de normas importantes para el desarrollo de los niños, la pertinencia de modular emociones claves en la convivencia o el mantenimiento de los hábitos terminan siendo negociados en acuerdos que, con frecuencia, tienden a ser cada vez más blandos.
La indulgencia de los padres es justificada en múltiples argumentos, que van desde sentir pesar por estar siendo demasiado exigentes con sus hijos, no repetir esquemas educativos autoritarios o poco comunicativos con los que ellos fueron educados, evitar el conflicto, generar una brecha con estos que los distancie, o porque, y este es el peor escenario, sienten que no tienen cómo convencerlos de que hagan lo que como padres saben que es correcto.
Esto los lleva a cambiar las normas y las consecuencias acordadas, a no corregir las conductas inadecuadas de los hijos, a justificar sus errores o a ceder a los caprichos inmaduros propios de la edad de niños y adolescentes y a ciertas actitudes características de esta generación, como irse por la ley del menor esfuerzo, tomar la vía más fácil o exigir resultados inmediatos.
La mayoría de las veces la intención de los padres obedece al buen propósito de acudir al razonamiento, las explicaciones y la reflexión para ayudar a sus hijos a corregir conductas inadecuadas o fortalecer aquellas que son adaptativas y beneficiosas para él y su entorno.
Sin embargo, cuando estos se vuelven un hábito o son muy laxos, no tienen claros los límites o dan muchas opciones abiertas, se corre el riego de que las relaciones entre padres e hijos adquieran un carácter de negocio donde ellos suelen pedir rebaja con éxito y a que los niños tengan la convicción de que lo que no es de su agrado o conveniencia se puede modificar según sus deseos.
La indulgencia y las complacencias excesivas transmiten la idea de que es poco importante el cumplimiento de los deberes, de los compromisos o de la consecución de metas. Los acuerdos en los que siempre ganan los niños los llevan a que antepongan sus deseos y necesidades a los de otras personas y a querer y/o exigir ser siempre considerados.
De otro lado, puede distorsionar un objetivo importante de la educación y es que estos logren diferenciar entre lo que está bien y lo que está mal, puedan reconocer la autoridad y las jerarquías y superen las actitudes caprichosas, egoístas y centradas en su satisfacción personal, características de las primeras etapas.
Son los padres quienes definen las especificaciones fundamentales de los acuerdos, aunque estos sean compartidos con los hijos.
Por lograrlo, es preciso tener exigencias realistas que atiendan tanto las posibilidades como las limitantes de los niños. Que consideren las necesidades de unos y otros y que tengan como objetivo final el bienestar integral de sus hijos. 

sábado, 20 de mayo de 2017

Se pueden dejar los niños solos en casa?

A partir de los 12 años, los niños podrían afrontar esta situación.

¿Se pueden dejar los niños solos en casa?
Nada que angustie más a los padres que tener que salir de casa y no saber con quién dejar a sus hijos. A veces las circunstancias los obliga a esto (el trabajo, una emergencia, una diligencia urgente...) y el sentimiento de intranquilidad y culpa los asalta.
José Francisco Cepeda, psiquiatra de niños y adolescentes del Instituto de Ortopedia Infantil Roosevelt, afirma que no hay una edad específica a la que se pueda dejar a un niño solo en el hogar. “Incluso, considero que en lo posible no se debería dejar a un niño sin supervisión bajo ninguna circunstancia”.
Pero, en caso de ser necesario, lo idea es cuando ya tengan 12 o 13 años, pues el niño lee, escribe, se sabe comunicar y decide.
César Sierra, profesor de psicología del Politécnico Grancolombiano, afirma que en ningún caso los niños se deben dejar solos, “ya que no están en capacidad de manejar ciertos asuntos que requieren la protección y la supervisión de un adulto”.
Según voceros del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF), en Colombia no existe una norma o ley que indique a partir de qué edad se podrían dejar los menores de edad solos en casa. Sin embargo, según el artículo 23 del Código de la Infancia y la Adolescencia, que habla sobre la custodia y el cuidado personal, establece que “los niños, las niñas y los adolescentes tienen derecho a que sus padres en forma permanente y solidaria asuman directa y oportunamente su custodia para su desarrollo integral”. Esto también encaja para otros adultos que estén encargados de su cuidado.
Lo anterior es primordial porque establece que el cuidado de los menores de edad recae totalmente sobre los adultos responsables en cada caso.
Según Sierra, “puede que los niños se comporten adecuadamente, pero si surgen eventualidades como llamadas de extraños, fugas de gas, accidentes, entre otras, puede que no sepan afrontarlas. Es importante que los padres dialoguen previamente con sus hijos sobre esas situaciones de peligro y/o riesgo y cómo actuar en esos casos”. Un ejemplo de ello puede ser: “cuando no estemos, no te acerques a la cocina, no cojas fósforos y quédate en el cuarto o la sala porque puede haber un riesgo para ti”.
Generalmente, los niños no olvidan estas recomendaciones. Hay que ir formando a los pequeños para que, a mayor edad, puedan tener esta autonomía y actuar en el momento más adecuado.
¿Cómo y cuándo?
Para que un padre piense en dejar a su hijo en la casa solo, debe estar seguro de que el niño puede actuar ante cualquier eventualidad. Enséñele a marcar los números de teléfono de emergencia y/o los de personas de confianza.
En caso de emergencia, Luz Ángela Cendales, jefe de Infancia y Adolescencia de la Policía Nacional, indica que los menores pueden comunicarse, en caso de emergencia, a nivel nacional al 123 o 112. En Bogotá, el número es el 3159040”.
Es esencial que los padres estén pendientes de sus hijos, bien sea por teléfono o a través de personas de confianza. Según la doctora María Elena López, psicóloga, “se deben buscar otras opciones de cuidado, como un jardín, un vecino, un familiar, los centros del Bienestar Familiar, no solo por su seguridad sino porque requieren también de compañía para jugar e interactuar”.
¿Tiene cosas buenas?
La experiencia de quedarse solo en casa puede tener un impacto positivo siempre y cuando el niño no perciba que está completamente solo, que sienta que existe la confianza suficiente en él para cumplir con su labor, pero también debe saber que sus padres o una persona de confianza están preparados para asistirlo en caso de que lo necesite. Por ejemplo, si el niño se siente temeroso, puede comunicarse con ellos a través del teléfono y sentirse respaldado.
Además de esto, es necesario dejarle claro al niño que, aunque asume cierta autoridad cuando queda solo, la orden del padre o del cuidador es lo que prima y la debe cumplir. Si se le dice que no salga de su casa, que no hable con extraños o no se acerque a la cocina, el menor debe seguir las instrucciones. De esta manera ganará confianza en sí mismo, mayor autonomía y responsabilidad.
Por el contrario, si el niño se siente abandonado a su suerte por los adultos que supuestamente deben cuidarlo, comenzará a sentirse no deseado, rechazado, poco valorado, y su autoestima bajará. En algunos casos, como el niño se ha visto obligado a asumir una autoridad y responsabilidades para las que no estaba preparado, se genera cierto resentimiento hacia el adulto y se niega a aceptar su autoridad, como una forma de reclamo ante el abandono que cree haber sufrido.
No olvide que la edad promedio para dejar a los niños solos son los 12 años. Además, los padres deben garantizar todas las medidas de seguridad que preserven la integridad del niño y que no lo pongan en riesgo físico, emocional o psicológico. Esto incluye, control de los adultos que pueden acceder a la casa, manejo del internet y redes sociales, y el uso de aparatos del hogar.
Tome precauciones y prevenga
* Ponga protectores en las ventanas y rejas para que no tengan libre acceso.
* Cierre todos los gabinetes con el fin de que sustancias como limpiadores no sean ingeridos por los pequeños. Ubique estos elementos donde no estén a
su alcance.
* En la ducha, utilice chancletas para no resbalarse o ponga tapetes antideslizantes.
* Enseñe a los niños que no deben usar aparatos eléctricos, como secadores o enchufes, si el piso está mojado.
* Evite dejar a la mano cuchillos u otros elementos con los que puedan lastimarse.