viernes, 26 de mayo de 2017

El país donde los profesores son millonarios y los alumnos infelices


Los maestros están entre los miembros de la sociedad más respetados y la educación es una obsesión nacional.


En Corea del Sur los maestros están entre los miembros de la sociedad más respetados. De hecho, un antiguo proverbio dice que “el profesor y el rey tienen el mismo estatus”; y otro asegura que “nadie debería pisar siquiera la sombra de un docente”. Y si los profesores además de buenos son mediáticos, pueden llegar a convertirse en millonarios. Aquí, los estudiantes más talentosos aspiran a entrar en las codiciadas facultades del magisterio, que seleccionan a los mejores entre miles de candidatos. 

El resultado: Corea del Sur es uno de los países asiáticos que encabezan las listas de la educación global; usualmente ocupa los primeros lugares en las pruebas PISA y tiene uno de los sistemas educativos más exitosos del globo, pero también uno de los más duros. Las cifras lo confirman, pues a través de la educación el país se ha convertido en un gigante económico. Hace 60 años, casi el 80% de la población era analfabeta. 

En el país la mayoría de los jóvenes estudian desde las 8 de la mañana hasta las 11 de la noche y los padres invierten toda una fortuna en la educación privada de sus hijos. Las familias consideran primordial para la vida y el futuro del país alcanzar el éxito académico. Y para lograrlo están dispuestos a hacer enormes sacrificios. 

Una jornada escolar en Corea del Sur dura alrededor de 7 horas, pero usualmente la mayoría de los jóvenes van a estudiar durante varias horas adicionales a bibliotecas y academias privadas nocturnas llamadas hawon, que constituyen una parte fundamental de la gigantesca industria educativa del país. 

Los hagwon deben su éxito a que utilizan “tutores estrella” para atraer a más estudiantes. El éxito de estos centros de estudio ha sido tal que el gobierno tuvo que intervenir y legisló que estos lugares debían cerrar a las 10 de la noche. Pero, aún así, los estudiantes siguen estudiando en sus casas o regresan a sus colegios, que pueden estar abiertos hasta la medianoche. 

Las obligaciones escolares impiden que los jóvenes socialicen, jueguen y hasta que duerman. En Corea del Sur la idea de que si no se tiene éxito en la escuela tampoco se tendrá en la vida ejerce una enorme presión en los jóvenes. Según los resultados de las pruebas PISA, los estudiantes surcoreanos son los más infelices. Uno de esos resultados los refleja la alta tasa de suicidios: la más alta de los países industrializados entre los 10 y 30 años.

El exministro de Educación surcoreano Ju Ho Lee ha manifestado que el país necesita hacer cambios en el sistema escolar para preparar a la siguiente generación. Muchos también critican el autoritarismo y la falta de creatividad en el modelo de enseñanza al que le hace falta explotar habilidades distintas como la comunicación, la colaboración y la creatividad; más allá de los resultados numéricos.