viernes, 12 de junio de 2015

De la dependencia a la independencia gracias a la escuela

De la dependencia a la independencia gracias a la escuela

En la escuela se le exige al niño una autonomía afectiva y una madurez de personalidad que en los primeros cursos todavía no tiene. El niño tiene que compartir la figura de la maestra con otros niños y de ella le llegarán mensajes nuevos y con escasos contactos corporales.
Hacia los 7 o 8 años, las relaciones con los adultos están estrechamente vinculadas con la necesidad de autoestima. Más adelante, esta dependencia se manifiesta en querer ser reconocido por medio de sus resultados escolares.
Al llegar a la adolescencia, se le exigirá madurez y equilibrio justo en el momento en que vive una gran confusión personal.
En la escuela, el niño entra en contacto con el mundo social. Esto requiere una estabilidad en las pautas que se le plantean, para que pueda ir acomodándose  a ellas y orientar su conducta eficazmente. El maestro procura que el niño sienta la necesidad de cumplir unas normas y de asumir su responsabilidad a partir de los acuerdos pactados entre todo  el grupo de la clase. El niño tiene que aprender a saber escuchar, guardar su turno y no molestar o ridiculizar a los otros niños. Cuando los niños descubren las ventajas que conllevan el orden y el respeto de las normas, ven que cada acto indisciplinario es un problema que afecta a toda la clase.

El caso de las actividades en grupo

Durante la etapa preescolar las actividades de grupo se organizan bajo la guía de un adulto que hace las veces de líder y coordinador. A esta edad, los niños tienen ciertas limitaciones para establecer relaciones con sus iguales. El egocentrismo, la labilidad en su atención, el derecho a la propiedad (“es mío”) y la ignorancia de las reglas de juego (“no vale, yo no he perdido, comenzamos de nuevo”) provocan conflictos con la interrupción o extinción prematura de muchas relaciones entre el grupo de niños.

A partir de los siete años, a medida que se incrementan las relaciones con los otros niños, se produce un distanciamiento de la influencia de los adultos. Progresivamente, la participación de los niños en las actividades de grupo se hará más frecuente, así como la tendencia a aumentar el número de niños que integran el grupo. Su evolución les permite asimilar reglas más complejas y buscar resultados colectivos. Se hacen más patentes los aspectos que definen la organización de los grupos: la división de las funciones y una diferenciación de papeles y estatus. A esta edad también pueden asumir de forma más rigurosa las reglas del juego y hacen su aparición los juegos competitivos y los deportes.

jueves, 11 de junio de 2015

El juego y el orden en los niños de 3 a 6 años

El juego y el orden en los niños de 3 a 6 años

Hoy hacemos un recorrido por las edades del niño pequeño y su forma de entender el juego y también el orden.

De 3 años

A la edad de 3 años, el niño ya ha adquirido un dominio perfecto del sentido del equilibrio, que se demuestra cuando anda y cuando corre. Es entonces cuando más disfruta imitando a los adultos, por ejemplo al simular que conduce un coche, ayudando en las tareas domésticas o cuando juega a los médicos con otros niños.

De 4 años

Aparece un elemento psicológico importante: el compañero imaginario con el que habla y comparte sus juegos. Es una edad de gran valor imaginativo. Aparecen los secretos, que le dan una sensación de independencia hasta entonces desconocida.

De 5 a 6 años

Aparece ahora en el niño un comportamiento de mayor autonomía y ya se le puede asignar alguna responsabilidad. Sabe expresar claramente sus pensamientos y aprende a través de la imitación de las actividades de sus padres. Aparece también la tendencia a formar grupos de niños y grupos de niñas para jugar, aunque también pueden jugar juntos a veces.

El compañerismo

En el periodo que va entre los 3 y los 6 años aparece un aspecto importante que tiene que ver con el proceso de socialización: la importancia de los amigos y compañeros.
Los juegos se hacen menos individuales y más participativos. Poco a poco el niño tiene más en cuenta la opinión de los amigos y asume los valores del grupo. La principal dificultad reside en encontrar su propio lugar entre los demás, sin sentirse rechazado o excluido.
Los padres tienen que animar a sus hijos a relacionarse con otros niños, pero sin anular su espontaneidad.
La socialización implica compartir sus cosas con los otros niños y aceptar las reglas implícitas en los intercambios sociales.

Un lugar para jugar

A los 5 o 6 años ya han iniciado la escolarización, que implica tener que pasar unas horas al día en un lugar regido por unas normas de comportamiento. Por eso es recomendable que los padres les permitan que jueguen a sus anchas después de la jornada escolar, al aire libre o en una habitación en la que ni molesten ni sean molestados. Además del espacio físico, hay que otorgarle un espacio personal.
Son muchas las horas de ausencia, y los momentos que se pasan juntos deben servir para entablar un diálogo, para mostrar un interés por las cosas del hijo.

Imponer un orden

Todos los padres quieren que sus hijos sean ordenados y la habitual ausencia de orden suele ser una fuente de conflictos. No conviene inculcarles el orden antes de los 4 o 5 años, ya que es a esa edad cuando están capacitados para comprender y valorar lo que se les dice. Ante todo, es preciso que los propios padres sean ordenados y que los hijos vean como sus padres organizan y ordenan.
Un niño desordenado puede identificarse con un padre desordenado, es decir, que el niño hace como el padre.

Para los niños el orden no tiene la misma importancia que para los adultos. Cada persona encuentra su manera de ser ordenada, su propio orden. El niño encuentra el suyo alrededor de los 14 o 15 años, aunque ya comienzan a poner orden en sus cosas por si mismos a partir de los 8 años. La condición para que así ocurra es contar con un rincón propio, particular y a ser posible que puedan cerrarlo con llave si así lo desean. No obstante, el orden se adquiere, fundamentalmente, con el ejemplo de los padres. Lo mismo pasa con el resto de responsabilidades. Los niños aprenden lo que ven en casa, por eso si queremos hijos responsables y ordenados, debemos predicar con el ejemplo. Sin embargo, sí hay algunas cosas que podemos hacer los padres para fomentar la responsabilidad de nuestro pequeños. Si quieres saber cómo estimular o cómo marcar pautas eficaces para conseguir este cometido, 

miércoles, 10 de junio de 2015

Aprendiendo a compartir

Aprendiendo a compartir

Jugar con los demás es todo un aprendizaje, ya que ayuda y obliga al niño a integrar unas normas sociales, que vienen impuestas por los valores educativos. En el juego tendrá que empezar a compartir y deberá aprender que él no siempre puede ser el mejor. Ese aprendizaje resulta lento y dificultoso. Está lleno de contradicciones con los padres, y no entiende por qué le piden que deje sus juguetes a otros niños. Se encuentra en el principio de sus relaciones, donde el tiempo dedicado a establecer contacto con los demás es limitado y depende mucho del interés del niño.
En casa, en su ambiente y en su habitación resulta difícil compartir los juguetes con los demás. La actuación de los padres será decisiva para que el niño aprenda a compartir. Durante el aprendizaje, se enfada y enfurruña en muchas ocasiones, actitud que resulta molesta para los padres; pero esa oposición es positiva para formar su personalidad. No es beneficioso que esté siempre dispuesto a ignorar lo que quiere, supeditándose a lo que dicen los demás. Los padres no deben tomar una actitud amenazante ni obligar al niño a que deje sus juguetes a otros niños; con una actitud de tolerancia y comprensión, éste aprenderá que el juego compartido puede ser más divertido que jugar solo.
Las peleas no pueden evitarse a la hora de compartir los juguetes. En casa es donde el niño es más posesivo y egoísta. En ella, se encuentra seguro y con más fuerza para exigir y reiterar que todo lo que hay allí es suyo. Cuando juegan varios niños es conveniente entablar una buena relación entre ellos, elegir juguetes que se puedan compartir y controlar un poco la actividad, teniendo en cuenta las características propias de cada niño. Los padres deben estar atentos a la situación y, cuando la ocasión lo requiera, ser participes para devolver la calma a la actividad del grupo.
Debes saber que…

  • Es muy típico ver a dos niños peleando por un juguete. Ambos quieren lo mismo, en un mismo momento. No entran en razones y lloran desconsolados por no poder conseguir lo que desean. Para suavizar la situación, será necesaria la intervención del adulto.
  • Tener hermanos es beneficioso para los niños. Ya desde casa, se acostumbran a compartir con otros. Son muchas las discusiones que hay entre ellos, por un juguete o por cualquier otro objeto, pero la relación conlleva más ventajas que desventajas.
  • A medida que el niño entra en el juego de las reglas sociales empieza una nueva concepción lúdica, donde el compartir, esperar y el saber perder, hacen valorar más el esfuerzo y la concentración en el juego.

martes, 9 de junio de 2015

Instagram para tu empresa “siempre visible”

Instagram para tu empresa “siempre visible”

Cuando comentamos esto y lo ponemos entre comillas es porque también es importante que nuestra empresa esté presente en las máximas redes sociales posibles. Es imposible estar en todas las que existen, pero sí que debes tener en cuenta y conocer las que más usuarios atraen.
Instagram para tu empresa
Instagram para tu empresa
Si navegas por Internet verás que en la página principal de muchas empresas aparecen en algún lugar de la home  (la página principal del site) los iconos de diferentes redes sociales: Facebook, Twitter, Pinterest, YouTube… Pero la red social de Instagram no suele estar entre estos iconos. ¿Quieres diferenciarte del resto de empresas? Pongámonos manos a la obra de una manera muy sencilla y descubre cómo aprovechar Instagram para tu empresa.

Cómo hacer útil Instagram para tu empresa

Instagram cuenta con páginas de ubicaciones con todas las fotos geolocalizadas que se han publicado. Si echas un poco de memoria, recordarás lo que a veces encuentras en Google Maps, cuando haces un zoom cercano a una localidad, muchas veces te sale el nombre del comercio/empresa que se aloja en dicho lugar. Esto sería algo parecido pero con fotografías, ya que Instagram es una red social basado en eso mismo, en fotografías.
Lo primero que harás es tomar una bonita instantánea de tu empresa. Normalmente lo harás de la parte exterior del edificio. Si consideras que el edificio no es muy bonito/relevante, también podrás hacerlo de las oficinas. Trata siempre de dar amplitud a la foto y que no sea de un puesto concreto o de una habitación concreta.
Una vez que la tengas, marca la casilla “Añadir a tu Mapa de fotos” y luego pulsa en “Nombra esa localización”. Selecci0na “Buscar” para ver si ya está creada la localización y si no lo está pues añádela. En el último paso, marca las redes sociales en las que quieres compartir la imagen y pulsa en “OK”.
De esta forma tan sencilla tendremos ya nuestra foto desde Instagram y vinculada a otras redes sociales. ¿Ha sido rápido no?

Instagram es una red social de fotografía y vídeo que está triunfando en Internet y genera muchas oportunidades laborales. ¿Quieres crecer profesionalmente como Marketing Online Manager? Infórmate en este enlace sobre cómo Deusto Formación puede ayudarte.

lunes, 8 de junio de 2015

La imaginación, el superpoder de los niños

La imaginación, el superpoder de los niños

A partir de los 2 años, los niños sorprenden a sus padres con una imaginación desbordante, capaz de inventar un juego absorbente con cualquier cosa. Una caja de cartón se convierte en una casa, un coche, un barco o una nave espacial; una sábana encima de dos sillas es un refugio, una tienda de campaña o una cueva. No es raro que el mejor amigo del niño sea un ser invisible para todos los demás, un amigo imaginario que a sus ojos tiene plena realidad, y con el que hay que contar. Otras veces, el amigo es un ser inanimado, como una muñeca o un osito de peluche, que escucha atentamente los consejos o el monólogo del niño. Los personajes de los cuentos, los juguetes y todo lo que rodea al pequeño cobra vida en su mente y le cuesta diferenciar entre los seres vivos y los objetos inanimados.

Jugar con muñecos

Durante algunos años, los muñecos son la válvula de escape a las fantasías infantiles, a la vez que se convierten en mudos y fieles compañeros de fatigas, tanto en los buenos como en los malos momentos. Para los niños de esta edad, los muñecos son seres animados con sentimientos y necesidades y con ellos reproducen las mismas actitudes que observan en los adultos.
Es recomendable que al jugar colaboremos y sigamos la corriente del niño en su relación con el muñeco, aprovechando la ocasión para hacerle reflexionar sobre los hábitos o las actitudes que debe tener con los demás. Debido a esta pasión por los muñecos, es aconsejable llevar a los niños, a partir de los 2 años, a sesiones de teatro infantil para que vean títeres o muñecos manejados por profesionales que les harán pasar ratos inolvidables. Asimismo, los títeres son juguetes que atraen a los pequeños porque los pueden manejar a su antojo y expresar, con distintos movimientos, actitudes o estados de ánimo de los personajes.

Los peluches

Pero, por más divertidos que sean los títeres, nada desbanca al peluche. El peluche es el muñeco rey por excelencia. Quizá sea su tacto suave o la gracia o el cariño que inspira a mayores y pequeños lo que le convierte en el mejor amigo del niño al que no abandona ni a la hora de irse a la cama. Con él, el niño suele reproducir las actitudes de los mayores.

¡Vamos a disfrazarnos!


Otra forma de dejar volar la imaginación del pequeño es con los disfraces. Por eso, no hace falta esperar al carnaval para disfrazarse. De hecho, es una de las actividades preferidas de los niños, especialmente a partir de los 2 años. Cuando son ellos los que toman la iniciativa, no hay que vetar su imaginación. Es precisamente ahí donde va a salir a flote la influencia que sobre ellos han ejercido los juegos, los amigos, los cuentos o la televisión. Una vez disfrazado, lo que más importa es mirarse al espejo y sentirse protagonista. No importa si la corbata del padre combina con la falda de mamá. Cuanto más estrambótico sea el resultado, mejor lo pasará el pequeño.

domingo, 7 de junio de 2015

El niño de mamá y la niña de papá

El niño de mamá y la niña de papá

La independencia que el niño adquiere entre los 3 y 6 años, y las relaciones afectivas que establece con sus padres hacen que llegue a mantener con ellos un vínculo de confianza que les convierte en muchas ocasiones en sus confidentes. Es frecuente que, en esta etapa, el niño se identifique más con uno de los padres que con el otro. Las niñas suelen sentirse más atraídas por la figura del padre por todo lo que éste representa; los niños, en cambio, suelen sentirse más atraídos por la madre, y se complacen en hacer proezas ante ella. Esta situación (denominada por el psicoanálisis «complejo de Edipo») debe verse con naturalidad, ya que no es más que un proceso perfectamente normal que le posibilitará, al final, determinar la identificación del propio sexo a partir del contrario.
También es frecuente que en esta etapa los niños sientan celos de la relación que hay entre sus padres, por lo tanto debemos encontrar el justo equilibrio para que el niño no se sienta excluido, sin renunciar a nuestra propia intimidad.

Los abuelos son necesarios

En general, se suele decir en tono recriminatorio que los abuelos son quienes más consienten a los niños, pero, aun así, debe tenerse en consideración que esta relación es un refuerzo importante en el mundo afectivo del niño. Además, el vínculo con los abuelos enriquece su ambiente familiar, ya que ven en ellos un tipo de autoridad muy diferente a la que ven en sus padres. Para empezar, los abuelos suelen disponer de más tiempo que los padres, y también están más dispuestos a pasear, a enseñarle a trasplantar geranios o a ayudarle a preparar una sorpresa para sus padres. Por lo general, el niño siente por sus abuelos un gran cariño y ternura, quizá tanta como ellos por su nieto.

Así pues, para un niño la relación con los abuelos es enriquecedora en todos los sentidos, ya que en ella se mezclan el respeto, el cariño y la protección.

sábado, 6 de junio de 2015

Los primeros amigos: aprendiendo a compartir

Los primeros amigos: aprendiendo a compartir

Entre los 2 años y medio y los 3 años, el niño empieza a jugar con otros niños por primera vez, compartiendo sus juguetes y colaborando en un proyecto común. Convivir con otros niños de su edad ya no es un acontecimiento casual en la vida del niño. Ahora, necesita el estímulo y la compañía de los demás. Los niños de 2 años, más que juntos, siguen jugando cada uno por su lado, pero la necesidad de verse e imitarse unos a otros se hace cada día mayor, aunque los encuentros vayan con frecuencia acompañados de empujones, golpes y pequeñas disputas por los juguetes. Si no ha asistido a un jardín de infancia anteriormente, ésta es la edad ideal. Cuanto más contacto tenga con otros niños de su edad, más rápido y fácil le será aprender a colaborar y adaptarse. Además las oportunidades de juego que se les pueden ofrecer en las guarderías son múltiples y variadas: un montón de arena y unos cubos de plástico, un juego de construcciones, una pelota, disfraces, etc. Los niños de esta edad, se cansan enseguida, y conviene que puedan hacer muchas cosas para distraerse. En este sentido es aconsejable que repartan el tiempo entre ejercicio físico y trabajos manuales para entretenerse. Cualquier juego es válido para que el niño aprenda a compartir.
Otra excelente oportunidad para entrar en contacto con otros niños es llevar a los pequeños a jugar a parques o plazas. En estos lugares, se forman grupos de niños y niñas de edades distintas, que juegan juntos, colaboran en alguna actividad, y, en definitiva, aprenden a convivir. Jugar de vez en cuando con niños mayores o más pequeños puede ser una oportunidad para aprender a relacionarse con otros niños. En las ciudades, los parques infantiles son el lugar idóneo para empezar a hacer amigos. Dado que los niños de estas edades son muy egoístas, la intervención del adulto es necesaria para enseñarles a compartir e impedir que los más fuertes dominen sobre los más débiles. La intervención de los adultos también puede ser útil cuando se trate de organizar alguna actividad colectiva, aunque no hay que estar siempre encima de ellos sin permitir que se dejen llevar por su imaginación.
Durante esta etapa empezará la socialización con el resto de niños, por lo que es importante estar preparado para lo que vaya a ocurrir. En nuestro curso de 2 a 3 años abordamos el proceso que inicia el pequeño al empezar a reconocerse e imitar a los demás.

Cómo actuar en caso de disputa en el juego

Los niños tardan en aprender a respetar los turnos y a compartir juguetes con otros niños de su edad. Por eso, el egoísmo propio de los niños de entre 1 y 3 años, que les impulsa a preservar los bienes materiales y afectivos, comporta, a menudo, pequeñas riñas entre hermanos o compañeros de juegos. En estos casos…
  • Los padres debemos intentar mantenernos al margen y solamente debemos interponernos cuando los ánimos se exaltan más de la cuenta.
  • No se trata de encontrar un culpable y un ganador, sino de buscar la solución que fomente la conciliación entre los implicados.
  • Los padres debemos saber que, a menudo, las peleas forman parte de un juego, por lo tanto tendremos que ser suficientemente hábiles para reconocer una pelea amistosa en la que no ha existido una agresión deliberada.
  • La disputa por un juguete entre dos niños de edades distintas suele acabar siempre igual: el mayor se adueña del juguete, mientras que el pequeño no tiene más remedio que reflejar su impotencia con una rabieta.
  • Si la riña es trivial hay que dejar que los niños, por pequeños que sean, discutan a su modo y manera, y vayan aprendiendo a ceder y tolerar las ideas de los demás.

Juegos para fomentar el compañerismo y la sociabilidad


  • Es sabido que no es necesario que exista un compañero para jugar con una pelota, pero lo que también es cierto es que los juegos con pelota son muy adecuados para aprender a compartir y a jugar en equipo. Los adultos podemos intervenir en el juego, ya sea como participantes o como organizadores. Es importante que los padres incitemos a los pequeños a jugar juntos a la pelota, que mediemos entre ellos imponiendo las reglas de/juego y que proporcionemos ideas atractivas para que los niños disfruten con el juego compartido.
  • Entre los 2 años y medio y los 3 años, cuando los niños empiezan a ser conscientes de lo que implica comprar y vender, disfrutan jugando a las tiendas. Asimismo, en estas edades es muy típico que niños y niñas se entretengan jugando a cocinar. Ambos juegos deben potenciarse, pues, como los juegos con pelota, permiten estimular la sociabilidad de los pequeños.