miércoles, 25 de febrero de 2015

¿Qué tan 'adicto' cree que es su hijo a la tecnología?

Más allá de las posibilidades educativas, es clave saber cuándo está abusando para actuar a tiempo.

Es clave la orientación de los padres, frente al uso de la tecnología.
Es clave la orientación de los padres, frente al uso de la tecnología.

“Si percibe a su hijo irritable, malhumorado o agresivo una vez se le restringe el computador, la tableta o el celular; si hace pataleta, y no quiere hacer tareas, ni jugar con sus amigos, y perdió el gusto por comer o dormir, tenga cuidado porque estos son algunos de los síntomas de una posible adicción de los niños hacia la tecnología”, afirmó Liliana Patricia Betancourt, psiquiatra de niños y de adolescentes, coordinadora de salud mental del Instituto de Ortopedia Infantil Roosevelt.
En este punto, muchos padres se preguntan hasta dónde dejar que los niños de la ‘era digital’ se involucren con las nuevas TIC, o en qué punto parar. Aún más, ¿se puede decir que un niño en edad preescolar, entre los 3 y los 5 años, es adicto a la tecnología?
Ante esto, el consultor en tecnología educativa y autor del libro Docentes e-competentes, buenas prácticas educativas mediadas por las TIC, Nelson Cubides, dice que “la tecnología es nociva cuando reduce el día a día del niño; en otras palabras, el pequeño no se despega de esta y desarrolla el síndrome de abstinencia, es decir, se encuentra en un estado anímico irritable y pierde el autocontrol cuando lo alejan de los dispositivos”.
“El problema es que los aparatos tecnológicos se han convertido en una extensión del ‘chupo de entretención’ y ayudan a los padres y a cuidadores a continuar con sus actividades diarias, mientras su hijo permanece quieto y callado. La cuestión es que es una situación que podría pasarles factura cuando el niño llegue a la etapa escolar y su posterior adolescencia”, aseguró Rodrigo Riaño, psicólogo especialista en neurociencia del Politécnico Grancolombiano.
Es claro que no se deben satanizar los dispositivos electrónicos en el preescolar, puesto que estos niños son nativos digitales, y en gran parte su vida está determinada por la tecnología, pero sí es necesario un acompañamiento que ayude a construir un significado positivo alrededor de estos elementos.
Pautas de manejo
Para Riaño, la primera infancia es un periodo sensible para el aprendizaje, ya que están abiertas las ventanas para que el niño desarrolle habilidades de lenguaje, atención, memoria, entre otras. Adicionalmente, es una etapa en donde el niño aprende gran parte de las pautas de conducta que guiarán su comportamiento para el resto de su vida.
Según Leonardo García, psicólogo especialista en psicología clínica de la Universidad El Bosque, “los adultos deben ser un modelo positivo para que tengan la autoridad suficiente a la hora de reprender a sus hijos”, pues es recurrente ver que en restaurantes o centros comerciales, los adultos no hablan y perdieron contacto con los miembros de la familia por estar inmersos en sus dispositivos.
De acuerdo con los especialistas, una forma es fijar pautas, horarios y, en lo posible, estar presentes mientras los niños navegan en la red o usan los dispositivos.
Lo segundo es darles a conocer esas ventajas y nuevas oportunidades que brinda la tecnología para aprender, conocer, explorar, es decir, como herramienta pedagógica, pues son los padres los encargados de dar ciertas directrices frente al uso de los dispositivos.
Visto así, si se deja que el niño crezca pensando que los dispositivos tecnológicos son únicamente para entretenerse, y no los ven como una herramienta de aprendizaje, entonces se estará abriendo otra posibilidad para la adicción, puesto que la asociación entre el objeto y el placer que este produce en el cerebro son el fundamento de una dependencia.
Actividades estratégicas
Como de prevenir se trata, procure orientar a sus hijos en la realización de otras actividades que inviten a compartir en familia, como hacer deporte al aire libre, viajar y jugar. También puede innovar con jornadas de música, canto, baile, pintura y lectura, divertidas formas de capturar la atención de los pequeños.
Controlar es la clave
1. Lo primero es que los padres dialoguen sobre cómo abordar el tema para no desautorizarse entre sí.
2. Comunicar los pasos por seguir con los cuidadores.
3. Hablar con el niño sobre los pros y los contras de los aparatos tecnológicos.
4. Delimitar tiempo de uso de la tecnología, con la aplicación de normas y límites, respetando las actividades de su funcionamiento diario básico.
5. Fomentar el uso de tecnologías en grupo y no de manera solitaria; de preferencia, que el uso de estas tecnologías sea más de tipo educativo.
6. Negociar el uso de tecnología con salidas y juego al aire libre. También, incluir y estimular la creación de juegos construidos o creados por sí mismos.
7. Si no se obtienen cambios en el niño, buscar ayuda de un experto en pautas de crianza y psicología infantil.
Tiempo de exposición
Según investigaciones, los tiempos apropiados según la edad del niño:
* 0 a 3 años: puede estar expuesto a los aparatos 15 minutos diarios; con juegos simples o viendo programas acordes con su edad.
* 3 a 7 años: pueden estar máximo 40 minutos al día con la tableta, el celular o el computador. En este momento, el padre es el dueño del aparato electrónico.
* De 7 a 13 años, el aparato puede ser del niño. Sin embargo, puede permanecer conectado máximo 90 minutos. La clave, más que controlar el tiempo, es mostrar nuevas utilidades. Está demostrado que la tecnología despierta mayor interés de los niños hacia las diferentes asignaturas.

martes, 24 de febrero de 2015

Mi hijo es superdotado

¿Mi hijo es superdotado?

¿Se nace con una inteligencia determinada y es ésta mensurable? Para responder a esta pregunta deberíamos, ante todo, ponernos de acuerdo en una definición lo más ajustada posible del concepto inteligencia; aunque no exista una única expresión que englobe este concepto en todas sus acepciones.
  • Según David Wechler, creador de uno de los tests de inteligencia más utilizados para evaluar el desarrollo de los niños –WISC-, la inteligencia es la capacidad global del individuo para actuar de forma propositiva, para pensar racionalmente y para enfrentarse eficazmente con su medio.
  • Para Henry Bergson, filosofo francés y premio Nobel de literatura en 1927, la inteligencia se caracteriza por el poder ilimitado de descomponer según una ley cualquiera y reorganizar según cualquier sistema.
  • Otra definición es la que ofrece Jean Piaget, psicólogo y pedagogo suizo, para quién la inteligencia es un caso particular de adaptación del organismo al medio.
  • Por su parte el psicólogo estadounidense Lewis Terman, creador de un conocido test individual para medir la inteligencia, definió la inteligencia como la capacidad de realizar un pensamiento abstracto.
Al definir el concepto de inteligencia como la capacidad de abstracción del ser humano, quedan fuera de ella muchos comportamientos que, a pesar de todo, tendemos a considerar como “inteligentes”. Aunque la capacidad de abstracción sea una de las señas más características de la inteligencia, no parece lo más acertado limitar esta última hasta el punto de caer en reduccionismos que impedirían englobar un buen número de comportamientos y actividades fácilmente asimilables a la inteligencia, pero que no necesariamente se encuentran en el terreno de la abstracción.  Resulta, pues, preferible dejar el debate abierto..

Superdotados y genios

Se estima que entre un 2 y un 5% de los niños pueden ser considerados como superdotados. El baremo generalmente aceptado para calificar a un niño como superdotado es que su cociente intelectual (CI) sea igual o superior a 130, teniendo en cuenta que el CI medio es de 100, y que hasta 120 se considera como un CI dentro de la normalidad. Los que sobrepasan un CI de 160 se consideran genios. Esta clasificación se obtiene mediante determinados tests de inteligencia, pero es conveniente basarse también en otras pruebas. Los padres suelen darse cuenta de que sus hijos son superdotados porqué estos aprenden antes y más deprisa que los niños de su edad; por ejemplo, pueden aprender a leer o escribir a los 2 o 3 años.
Un porcentaje muy alto de los niños superdotados tiende a fracasar en la escuela. La razón es que se adaptan mal al ritmo que lleva el resto de la clase: como son muy rápidos aprendiéndolo, se aburren y acaban teniendo comportamientos inadecuados, hasta el punto de no seguir ya lo que explican los profesores y llegar a suspender sistemáticamente.
Por otro lado, el crecimiento de estos niños no es armónico: hablan y razonan como adultos, pero se comportan como niños, por lo que suelen sentirse solos y es difícil que tengan amigos de su edad.

Qué hacer si crees que tu hijo es superdotado

Al igual que en el caso de las disminuciones psíquicas, ser un superdotado puede representar un grave problema para el desarrollo intelectual y emocional de tu hijo. Por tanto, lo primero que debe hacerse es comprobar tal extremo, acudiendo a profesionales que puedan establecer un diagnóstico correcto.
Si se comprobase que, en efecto, tu hijo es superdotado, cabría barajar la posibilidad de enviarlo a estudiar a un colegio especial. De todas maneras antes de tomar esta decisión hay que valorar todos los aspectos y determinar los problemas que pueden surgir. Como norma general, tanto en el caso de las disminuciones como en el de los superdotados, se trata de personas que tienen una dificultad para moverse en un entorno normal y que, por tanto, deben gozar de un tratamiento personalizado que no les haga sentirse rechazados ni incapaces de integrarse socialmente. Todos los estudios indican que, por ejemplo, el índice de fracaso escolar entre los niños superdotados es altísimo. En cualquier  caso, y precisamente porque lo deseable es el desarrollo armónico de todas las potenciales de nuestro hijo y una feliz integración en su entorno social, el aislamiento que puede representar cualquier tipo de escuela especial debe contemplarse sólo como un recurso extremo.

Afortunadamente, la legislación de muchos países contempla estos casos y, como con las disminuciones psíquicas, establece un marco que permite el desarrollo evolutivo e integrado de todos los niños.

lunes, 23 de febrero de 2015

La atención y los 4 tipos de memoria

La atención y los 4 tipos de memoria

Atender, entender y aprender son tres funciones que, en orden sucesivo, se dan en todo proceso de aprendizaje. Cuando un niño no es capaz de fijar su atención de forma permanente, probablemente porque se distrae por la variedad de estímulos que lo rodean, sólo puede acceder a una parte de lo que se le enseña. Entonces, el aprendizaje carece de continuidad y no queda fijado ni incorporado al conocimiento.
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La atención es, pues, el punto de partida necesario para lograr que un aprendizaje se fije en la memoria.

No existe registro memorístico sin la atención adecuada y, al mismo tiempo, la atención carecería de sentido sin la existencia de la memoria. Una vez descartada cualquier posibilidad de lesión neurológica, cerebral o viso-auditiva, o cualquier factor físico o ambiental que pueda influir, se considera que un niño tiene trastornos de atención o memoria cuando su déficit afecta de manera significativa a los aprendizajes de su vida cotidiana.

La memoria y el recuerdo

La memoria es la capacidad de conservar lo aprendido o vivido en el pasado para que pueda ser recordado en el futuro. Es un fenómeno completo en el que intervienen la maduración del sistema nervioso, la inteligencia, la percepción y la afectividad.
Fundamentalmente, hay cuatro tipos de memoria: la memoria inmediata, la memoria a corto plazo, la memoria a largo plazo o de evocación y la memoria selectiva.
1. Memoria inmediata
Se denomina de este modo a la memoria que registra datos percibidos a través de los sentidos. Su permanencia en la mente es muy breve (alrededor de medio segundo).
2. Memoria a corto plazo
Llamamos memoria a corto plazo a la que nos permite retener  una información concreta durante 20 o 30 segundos. Es la que actúa, por ejemplo, cuando nos dicen un número de teléfono. Antes de los 20 o 30 segundos podemos recordarlo, después lo olvidamos.
3. Memoria a largo plazo o de evocación
En este tipo de memoria se almacenan los recuerdos que deben permanecer un período de tiempo largo.
4. Memoria selectiva
Se llama memoria selectiva la que permite fijar con más facilidad los conocimientos sobre algo determinado, en función del interés o motivación que la persona, ya sea niño o adulto, tenga sobre el tema. A veces, por ejemplo, los niños son capaces de memorizar los nombres de todos sus futbolistas preferidos y son incapaces de aprenderse una lección escolar.
Los distintos tipos de memoria están interrelacionados.

Recuerda:

  • La función específica de la memoria es mantener y recordar la información.
  • Es importante que el niño duerma bien, pues un descanso inadecuado puede afectar a su capacidad de concentración.
  • Para atraer la atención de un niño, es conveniente presentarle los nuevos aprendizajes de forma atractiva y estimulante.
  • Algunos niños a los que se atribuyen problemas de memoria, en realidad tienen disminuida su capacidad de atención y concentración.
  • Algunos acontecimientos de la vida del niño (embarazo de la madre, fallecimientos, viajes…) pueden tener una connotación emocional que produzca una falta de atención circunstancial.
  • La memoria se puede ejercitar mediante estrategias concretas: relacionar diferentes conceptos de la información a memorizar, hacerse preguntas acerca de lo que se está intentando memorizar, etc.

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domingo, 22 de febrero de 2015

Mi hijo aprende los colores, formas y tamaños y se ubica en el tiempo y el espacio

Mi hijo aprende los colores, formas y tamaños y se ubica en el tiempo y el espacio

El desarrollo de los aprendizajes básicos

Las posibilidades de que un niño adquiera conocimientos en el marco escolar varían según la experiencia que éste haya acumulado con anterioridad.
Entre los 2 y 3 años, el niño empieza a distinguir algunas formas y propiedades de los objetos, es capaz de realizar los primeros ideogramas (monigotes de la figura humana), distingue entre grande y pequeño, y entre uno o varios. Más adelante, adquiere algunas nociones espaciales y es capaz de observar la orientación y la posición de los objetos. Aunque ya a los 3 años suele saber repetir una secuencia numérica de memoria, la comprensión de la diferencia entre distintas cantidades no llega hasta más adelante. Entre los 4 y los 5 años, el niño aprende a reproducir letras. En esta etapa, el aprendizaje es lento, se va desarrollando el gusto por la copia y, poco a poco, se memorizan las formas de las letras. El desarrollo físico y psíquico del niño se produce a la par que la adquisición de nuevos conceptos y habilidades. Paulatinamente, el niño se ubica en el espacio, identifica su propio ser y su esquema corporal y adquiere las habilidades que le permitirán adquirir nuevos aprendizajes.

Formas, tamaños y colores

Los niños sienten atracción por el color desde muy pequeños. Antes de los 2 años, son capaces de distinguir colores y, cuando su lenguaje se lo permite, pueden expresar verbalmente esta diferenciación. En la etapa preescolar, consolidan el conocimiento de los colores básicos y más adelante pueden establecer matizaciones. Asimismo, la comprensión del tamaño relativo es esencial para el desarrollo del pensamiento matemático y lógico. Primero distinguen entre pequeño y grande y luego pueden atribuir cualidades como alto, bajo, delgado o gordo. Por último, reconocen las formas: aprenden primero las nociones de redondo, abierto y cerrado, y a continuación las de cuadrado, triángulo y línea.

Entre los 2 y 3 años, el niño puede clasificar objetos por colores o formas iguales, aunque verbalmente no sepa expresar las cualidades de los objetos qua clasifica.

La noción temporal y espacial

La adquisición de la noción temporal es tardía. El niño empieza a adquirir cierta noción del tiempo cuando sus vivencias le permiten ordenar las acciones en relación con los conceptos de ahora, antes y después.
La orientación temporal está estrechamente relacionada con la lectura, ya que ésta transcurre en un espacio de tiempo y a un determinado ritmo y velocidad. La noción de espacio la va adquiriendo el niño a medida que toma conciencia de su situación en el mismo, puede moverse y situar objetos a su derecha o izquierda, dentro o fuera; delante o detrás y encima o debajo. Asimismo, la orientación espacial está directamente relacionada con la escritura, ya que ésta se desarrolla en el espacio del plano gráfico.

A los 3 años, el niño reconoce los conceptos de noche y día, pero no es hasta los 7 que domina correctamente la noción de presente, pasado y futuro, y puede empezar a aprender a leer las horas en un reloj.

sábado, 21 de febrero de 2015

El niño explorador y su curiosidad por el entorno

El niño explorador y su curiosidad por el entorno

Lo que caracteriza el juego de los niños de entre uno y tres años es fundamentalmente la necesidad de experimentar con los objetos; montarlos, desmontarlos, descubrirlos. Es divertido observar su insaciable necesidad de aprender y experimentar todo aquello que tiene ante sus ojos. Cuando se le da por vez primera alguna cosa, como por ejemplo una galleta, el primer paso será probarla, más por saber de qué se trata que por ganas de comer. Luego es posible que le dé varios golpes, que la estruje o la tire al suelo. Probablemente, la levante hasta la altura de sus ojos para contemplarla mejor, la mire desde varios ángulos o la machaque e inspeccione las migas. Por último, después de haber descubierto cada uno de los detalles de tan fascinante objeto, es posible que se coma lo que quede de galleta o que, harto ya del asunto, la deje. Asimismo, no debe sorprender el hecho de encontrar al pequeño haciendo pedazos el muñeco más nuevo. Su curiosidad por conocer cómo está hecho puede más que las ganas de jugar simplemente con él.

¿Qué juguetes o actividades son los más apropiados en esta etapa?

  • Los juguetes que tienen ruedas y pueden ser arrastrados por el suelo, cómo los trenes, permiten a los niños experimentar con el movimiento. Les resulta divertido tirar de ellos hacia adelante o arrastrarlos serpenteando.
  •  El juego de apilar cubos de distintos tamaños y colores, construyendo torres lo más altas posible, suele hacerles disfrutar más que muchos de los juguetes sofisticados que se encuentran en el mercado. Algunas tablas del desarrollo psicomotor miden el grado de madurez alcanzado por el niño según el número de cubos o piezas que es capaz de apilar.
  • Pintar. Entre los 12 y los 18 meses, el niño es capaz de coger un lápiz con el puño e imprimir un garabato en la superficie más próxima que encuentre. También es capaz de observar atentamente las ilustraciones de los libros y revistas; sobre todo si representan niños u objetos conocidos. Es un buen momento para introducir las ceras de colores, no tóxicas. Al principio, se limitará a garabatear; hacia los 2 años, hará trazos rígidos. Además, pintar es una excelente manera de aprender a distinguir los colores. Bastará con tener a mano unos pinceles, papel o cartón y pinturas no tóxicas de cuatro o cinco colores básicos. Dejar al niño a sus anchas con pinturas o lápices de colores es muy aconsejable para fomentar su creatividad y desarrollar su habilidad gráfica. Alrededor de los 3 años, el niño sujeta el lápiz con firmeza y es capaz de imprimirle una dirección y una cierta intencionalidad. Aunque sus trazos todavía son imperfectos y no permiten adivinar lo que representan, su intención empieza a ser la de dibujar algo concreto.
  • Otra actividad que resulta muy divertida para los pequeños es colocar pegatinas de colores sobre un papel. De momento, el simple hecho de pegar y despegar constituye todo un reto. Hacia los 3 años, la imaginación le permite componer un dibujo simple con las pegatinas. Asimismo, disfruta modelando plastilina con herramientas de plástico.

Recuerda…


  • Cualquier juguete de construcción le permite ejercitar su habilidad manual.
  • No necesariamente el juguete más sofisticado va a ser el más atractivo para el niño, sino todo lo contrario: poder montarlo, desarmarlo o arrastrarlo agradará mucho más al pequeño.
  • Es muy importante comprar ceras de colores o pinturas no tóxicas para los niños. Normalmente, los productos destinados a uso infantil llevan una etiqueta donde se especifican las normas para su utilización y también su composición.
  • Es aconsejable proporcionar al niño el ambiente apropiado para pintar. El papel o superficie a pintar debe ser grande, puesto que el niño no es capaz de controlar su trazo. Para evitar que el niño pinte garabatos en todas las paredes de la casa, le debemos poner un papel grande en una de las paredes de su habitación e indicarle que aquélla es la única pared que puede pintarse.
  • Nunca debemos dejar al alcance de las manos del pequeño disolventes para pinturas.

viernes, 20 de febrero de 2015

Todo lo que hay que saber sobre la fiebre

Todo lo que hay que saber sobre la fiebre

El principal signo externo y cuantificable de la presencia de una infección es la fiebre. Se considera que el niño tiene fiebre cuando el termómetro indica una temperatura superior a los 37 °C. En los niños pequeños, y por razones prácticas lo mejor es tomar la temperatura rectal y, como segunda opción, la axilar.
Para controlar la temperatura del pequeño y ver su evolución, se puede confeccionar una gráfica de la temperatura de una forma muy sencilla. Un papel cuadriculado, con las horas en el eje horizontal y los grados y medios grados de temperatura en el vertical, servirá para confeccionar una gráfica de la temperatura.
Tabla de la fiebre

El termómetro ¿clásico o digital?

El termómetro ideal es el clásico de cristal con mercurio en su interior, el cual tiene las ventajas de facilidad de uso y limpieza, bajo coste y ningún mantenimiento; sin embargo, tiene el inconveniente de que para algunas personas puede ser difícil de leer y que se puede romper. Por ello, los más recientes sistemas digitales de determinación de la temperatura representan una buena alternativa por su gran fiabilidad, rapidez y precisión de lectura; en contrapartida su coste es más elevado, pueden resultar algo complejos en su funcionamiento y también es cierto que estos termómetros suelen estropearse con relativa facilidad.

¿Cómo y cuándo hay que tomar la temperatura al niño?

Cuando el niño no se encuentra bien, debe tomársele la temperatura al menos dos veces al día, mañana y tarde. El mejor método es colocarle el termómetro en el recto, aunque como alternativa también puede hacerse en la ingle o en la axila.
Si optas por tomar la temperatura a través del recto, hay que poner al niño boca abajo sobre las rodillas de un adulto e introducir suavemente el termómetro rectal en el ano, unos 2 o 3 centímetros. Los termómetros específicos para este uso tienen una pequeña protuberancia redondeada en su extremo. Hay que mantener al niño inmóvil mientras se le toma la temperatura, presionando al mismo tiempo ambas nalgas para que el termómetro no se mueva. Normalmente, basta con mantenerlo así durante 2 minutos para realizar una lectura correcta. En este caso, hay que tener en cuenta que ésta es superior aproximadamente en medio grado a la de la axila y que eso no significa que el niño tenga fiebre. Se considera fiebre a partir de 38 °C de temperatura rectal.
En cambio sí te decantas por tomar la temperatura del niño desde la axila o la ingle, debes colar el termómetro en la zona elegida; sostener su brazo o pierna apretado contra el cuerpo para realizar una lectura correcta y mantener la posición durante unos cuatro o cinco minutos, sosteniendo sus piernas o sus brazos.
Señales de alarma
Acude al médico o al hospital si:
  • La fiebre del niño, tomada en la axila, está por encima de los 3 9 °C.
  • Presenta convulsiones.
  • Aparecen manchas de color púrpura sobre su piel.
  • Tiene dificultad para flexionar la cabeza sobre su pecho.
  • Presenta una respiración rápida o dificultosa.
  • Si la fiebre persiste durante más de 24 horas.

jueves, 19 de febrero de 2015

La culpa es de los padres

Un estudio reveló que más de un quinto de las personas con obesidad posee un gen que les causa esa condición.

La culpa es de los padres