domingo, 2 de noviembre de 2025

Los 5 errores que dañan tu relación con tu perro todos los días



A veces creemos que amar a un perro es solo darle comida, agua y cariño. Pero con los años —y con los silencios de quienes no hablan con palabras— uno aprende que amar también es escuchar, observar y entender. Que hay gestos que dicen más que mil ladridos. Que los ojos de un perro pueden ser tan honestos que nos confrontan con lo que somos, incluso cuando no decimos nada.

He crecido viendo perros en mi familia. Algunos llegaron cuando yo era niño, otros cuando ya tenía conciencia de lo que significa acompañar una vida distinta a la tuya. Y he cometido errores, muchos. Algunos por ignorancia, otros por costumbre. Este texto no pretende juzgar a nadie, sino invitar a mirar distinto: a descubrir cómo, sin querer, podemos dañar la relación con ese ser que más nos ama sin condiciones.

No respetar sus “noes”

Un perro también dice que no. Lo dice cuando baja las orejas, cuando se aparta, cuando se esconde o evita el contacto. Pero muchas veces insistimos. “Ven, no pasa nada”. “Dale la patita”. “Déjate abrazar para la foto”.
Y claro, pensamos que lo hacemos por cariño, pero olvidamos algo esencial: el respeto también existe entre especies. Si un humano tiene derecho a su espacio, un perro también. Cuando forzamos su cuerpo o ignoramos sus límites, rompemos la confianza.
Aprendí que el amor no se demuestra solo con caricias, sino también con pausas. Con dejar ser. Con mirar y decir: “Está bien, no quieres ahora”. En el blog Amigo de ese Ser Supremo, alguna vez leí una reflexión sobre cómo incluso Dios respeta nuestro libre albedrío. Si el Creador lo hace, ¿por qué nosotros no con nuestros animales?

Castigar sus emociones

Los perros sienten. Miedo, ansiedad, tristeza, alegría. Pero el problema es que, como humanos, queremos que solo sientan lo que nos conviene. Si le teme a los truenos, le gritamos. Si tiembla en el veterinario, lo reprendemos. Si se pone triste cuando nos vamos, lo regañamos.
Y en esa cadena de emociones mal interpretadas, olvidamos acompañar.
No se castigan emociones, se acompañan.
Yo también he estado ahí: regresando a casa cansado, encontrando algo roto, sintiendo rabia. Pero cuando logré detenerme y mirar sus ojos, entendí que no lo hacía “para dañarme”, sino porque no entendía mi ausencia.
Así como las personas, los perros necesitan presencia más que perfección. Necesitan coherencia emocional. Lo aprendí no solo con ellos, sino también en relaciones humanas: nadie florece cuando se le castiga por sentir.
Y pienso que algo de eso también hablamos en Bienvenido a mi blog, cuando se reflexiona sobre la empatía y el amor sin condiciones.

Ser impredecibles

Un día le dejas subir al sofá. Otro día le gritas por hacerlo.
Hoy compartes tu comida. Mañana te molesta que se acerque.
Esa inconsistencia destruye algo profundo: la seguridad emocional. Los perros no necesitan palabras para leer nuestro mundo, pero sí necesitan coherencia.
Cuando tu energía cambia cada día, ellos también se confunden. Lo mismo pasa en las relaciones humanas. La confianza no se construye con promesas, sino con constancia.
No es casualidad que los perros sigan rutinas. No porque sean simples, sino porque el orden da paz.
Y me atrevería a decir que muchas personas también buscamos eso —esa estabilidad emocional que da sentido—. Tal vez por eso convivir con un perro nos enseña tanto sobre nosotros mismos.

No entender su lenguaje corporal

¿Alguna vez viste esas fotos en redes donde un perro parece incómodo, pero todos comentan “qué tierno”?
Detrás de esas imágenes hay un mensaje que muchos no entendemos: no todo gesto humano se traduce en felicidad canina.
Cuando un perro se lame los labios, desvía la mirada o se queda quieto con rigidez, está diciendo algo. Tal vez incomodidad, tal vez miedo. Pero en lugar de escuchar, solemos reír o forzar el momento.
Yo aprendí a mirar más y hablar menos. A notar cómo mi perro respira, cómo se mueve, cómo busca o evita contacto.
Y ese hábito, con el tiempo, se convirtió en una forma de estar en el mundo: observar antes de actuar.
No solo con animales. También con las personas, con la vida misma. A veces el lenguaje del alma se parece al de un perro: silencioso, pero claro.

Proyectar nuestras emociones

“Está celoso”, “me ignora por despecho”, “sabe que hizo algo malo”.
No, no lo sabe. Solo reacciona a ti.
Los perros no viven en culpa ni resentimiento. Eso es humano. Pero proyectamos tanto en ellos que dejamos de ver lo que realmente pasa.
Cuando mi perro se esconde después de un accidente en casa, no lo hace “por vergüenza”, sino porque ha aprendido a temer mi reacción.
Y entonces me doy cuenta de algo doloroso: a veces lo que interpretamos como “culpa” es solo miedo.
Ahí es donde entendí que los perros son espejos. Que muestran lo que somos cuando nadie nos ve. Que si proyectas calma, devuelven calma; si proyectas rabia, devuelven distancia.
Ellos no fingen. No pretenden. Y eso es precisamente lo que más me inspira: su autenticidad.

Un espejo llamado perro

No escribo esto para darte una lista de mandamientos. Lo escribo porque he estado en ambos lados: el que exige y el que aprende a escuchar.
Y cada vez que miro a mi perro dormido a mis pies, siento que no hay palabra que describa esa conexión silenciosa. Es la misma sensación que se experimenta al orar, al respirar conscientemente, al agradecer.
Amar a un perro es practicar la espiritualidad en lo cotidiano. Es aprender que el amor no necesita idioma, solo coherencia.
En el fondo, no hablamos de perros. Hablamos de nosotros, de cómo tratamos lo que amamos, de cómo queremos controlar lo que deberíamos cuidar.

Porque al final, cada error que cometemos con ellos nos enseña algo sobre nuestras propias sombras.
Y si somos capaces de corregirlas, no solo mejoramos nuestra relación con ellos, sino también con el mundo.

¿Sentiste que esto te habló directo al corazón?

Escríbeme, cuéntame tu historia o compártelo con quien sabes que lo necesita.

Agendamiento: Whatsapp +57 310 450 7737

Facebook: Juan Manuel Moreno Ocampo

Twitter: Juan Manuel Moreno Ocampo

Comunidad de WhatsApp: Únete a nuestros grupos

Grupo de WhatsApp:    Unete a nuestro Grupo

Comunidad de Telegram: Únete a nuestro canal  

Grupo de Telegram: Unete a nuestro Grupo

👉 “¿Quieres más tips como este? Únete al grupo exclusivo de WhatsApp”.

Juan Manuel Moreno Ocampo
A veces no hay que entender la vida… solo vivirla con más verdad.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario