jueves, 31 de marzo de 2016

La dieta digital para niños

Muchos pequeños pasan largas horas frente a las pantallas. Expertos afirman que los papás deben tomar medidas para evitar que se vuelvan dependientes y tengan una vida sana.

Y es que las cifras son impresionantes. Se estima que por lo menos un tercio de los niños juegan con sus celulares cuando todavía están en pañales, y en promedio 15 por ciento de ellos utilizan estos aparatos aproximadamente una hora al día. Los niños aprenden a manejar rápidamente los dispositivos casi por instinto, pues en los primeros años de vida las manos son una extensión de sus pensamientos antes de aprender a hablar. Por eso comienzan a navegar y jugar con una amplia variedad de aplicaciones diseñadas especialmente para ellos. Esto se suma a que “es mucho más fácil manipular desde temprana edad las pantallas táctiles sin necesidad de tocar un teclado. Así aprenden y entienden mejor las imágenes que ven”, señaló a SEMANA Heather Kirkorian, profesora de Desarrollo Humano y Estudios Familiares de la Universidad de Wisconsin-Madison, Estados Unidos.
Aunque esto también les sucede a los adultos, el uso continuo de estos aparatos en los primeros años de vida y la adolescencia puede ser más delicado. Algunos estudios han evidenciado que pasar largas horas frente a una pantalla puede hacerlos más propensos a ser sedentarios y obesos. Además, es posible que sufran estrés y ansiedad, o que se vuelvan hiperactivos y desjuiciados por no querer soltar el aparato. El psiquiatra infantil Germán Casas ha visto casos de pacientes de 6 años con cuadros de pánico cuando no están cerca de los aparatos. “Hay padres de familia muy permisivos que dejan a sus hijos tener un contacto excesivo con los aparatos. Muchas veces lo hacen porque es el antídoto perfecto para que se calmen y no lloren. Incluso, algunos no pueden acostarse sin tener el aparato al lado”, explicó Casas a esta revista.
Por esa razón, desde hace algún tiempo ha tomado fuerza la llamada dieta digital, una especie de régimen similar al alimenticio que en este caso permite a los papás controlar el consumo de tecnología de sus hijos. Sirve para evitar que los pequeños se excedan y también para que ellos les saquen el mayor provecho a los aparatos que, como todos los expertos coinciden, tienen beneficios y no son el origen del problema. “Si bien es cierto que el uso frecuente de estos aparatos puede interferir con la interacción social y el juego de los niños, el impacto negativo que tengan sobre ellos dependerá de la edad y el tipo de contenido que consuman”, afirma Kirkorian.
Según Gary Small, autor del libro iBrain, varios estudios científicos han demostrado un vínculo entre la cantidad de tiempo que pasan los niños frente a las pantallas y el desarrollo del lenguaje. Entre los 0 y 10 años el cerebro de los pequeños desarrolla conexiones cerebrales que se traducen en factores esenciales para el aprendizaje, y para fortalecer la personalidad y la autonomía. “Hay problemas no solo por el uso prolongado de estos aparatos, sino porque los niños no dedican suficiente tiempo a interactuar con otros de su edad o con adultos para aprender a comunicarse y conversar cara a cara”, dijo Small a SEMANA.
Los papás deben restringir el tiempo de uso como primera medida de la dieta digital. Según Casas, es fundamental que la cantidad de horas que le dedican a jugar con el celular o la tableta no sea superior al que destinan a jugar con otros amigos, a salir al parque o a realizar actividades físicas. Y en segundo lugar es clave que los papás se informen sobre los contenidos que van a darles a sus niños cuando les presten el celular o su tableta. “Yo me aseguro de que el aparato esté en Modo Niños cuando Julián toma el celular para jugar. Es una forma segura para que acceda a contenidos apropiados y no corra ningún tipo de riesgo”, afirma Jiménez.
Y es que muchos papás no están bien informados sobre lo que sus hijos hacen cuando juegan con los dispositivos. Daniel Solarte, miembro del grupo de investigación Medicina y Nuevas Tecnologías (MNT) de la Pontificia Universidad Javeriana, afirma que algunos estudios hechos con unos 300 padres de niños entre los 6 y 10 años ha revelado que tan solo el 29 por ciento de ellos conoce los juegos y el 35 por ciento se toma la molestia de jugar con sus retoños. “Hace falta mayor interés de los papás y también educación para que sepan a lo que se exponen sus hijos cuando están frente a una pantalla”, señaló Solarte a esta revista. Esto es indispensable para que no accedan a contenidos con alto contenido sexual o de violencia.
Lo anterior también sirve para que los papás se involucren más en el mundo digital y conozcan cuáles aplicaciones y sitios pueden traer beneficios educativos a sus hijos. Algunos juegos son ampliamente recomendados por fonoaudiólogos y pediatras que los usan como herramientas de aprendizaje infantil. “Sabemos que algunos juegos pueden mejorar las habilidades cognitivas como la memoria, el desarrollo de la inteligencia e incluso las habilidades lingüísticas. Pero estos son algunos juegos específicos que deben tener un soporte científico para que los expertos los recomienden”, explica Small.
Casas afirma que no hay que ser demasiado drásticos a la hora de establecer límites para los pequeños, pues ellos son nativos digitales que deben interactuar y desenvolverse con las nuevas tecnologías. Lo más importante es mantener equilibrio y moderación para saber guiarlos en el mundo virtual sin dejar el real de lado. Como afirma la Academia Estadounidense de Pediatría (AAP, por sus siglas en inglés), “mientras más participen los papás en este proceso, los niños aprovecharán y disfrutarán más la experiencia. Hay que ver los medios digitales como una dieta: evitar los excesos y establecer límites saludables”.
La dieta según la edad
Esto recomienda el experto Michael Grose para que los papás controlen el tiempo que pasan sus hijos frente a las pantallas.
0-3 años: es preferible mantenerlos alejados de los aparatos, pues es un periodo crítico del desarrollo del cerebro y lo más importante es la interacción con otras personas. La AAP recomienda que los papás les permitan entrar en contacto solo a partir de los 2 años.
3-6 años: recomienda máximo una hora diaria. Aquí pueden empezar a usar las aplicaciones y juegos educativos dado que es el momento en que aprenden a hablar y a leer. Los papás deben acompañarlos en este proceso.
6-9 años: no deben usarlos más de diez horas diarias. En esta etapa previa a la adolescencia es indispensable que los niños no dediquen la mayor parte de su tiempo libre a jugar con estos aparatos y que eso no interfiera con sus tareas escolares.
9-12 años: durante esta etapa los papás deben cerciorarse de que no visiten sitios inseguros ni contenidos para adultos. Además, es el momento en que los pequeños deben aprender a distinguir las diferencias entre el mundo virtual y el real.
12+ años: aunque en la adolescencia ya deben ser más autónomos, es importante que los papás les enseñen los riesgos de los medios virtuales para que no se equivoquen y manejen bien su tiempo.