lunes, 16 de marzo de 2015

Para que tu hijo aprenda a convivir, tendrás que orientarle en el respeto a las diferencias de los demás y los valores

La sociabilidad es la capacidad de relacionarnos con los demás, de mostrar nuestra simpatía y de identificarnos con los otros. Para que tu hijo sea sociable, tienes que ayudarle para que aprenda a convivir. Porque desde que tu hijo llega a la familia, todo es cuestión de convivencia y armonía.

Cuando tu hijo da sus primeros pasos y se mueve a su antojo en la casa, o cuando de adolescente busca afianzar su personalidad, y el diálogo y las relaciones con los padres y las familias se vuelven tensas, también se trata de convivencia. Y también hablamos de convivencia en sus relaciones entre compañeros de colegio o instituto, el modo en que respetamos o tratamos a los demás, e incluso la manera en que participamos en la vida pública.
Convivir y mejorar esa convivencia es parte clave de la formación de nuestros hijos. Ante sus rabietas, sus celos, cuando se muestra agresivo, desobedece o no colabora en casa, debemos actuar con tolerancia y respeto. Una buena educación familiar ha de permitir resolver los conflictos de un modo civilizado y distribuir de forma justa las cargas, las responsabilidades, los deberes y los derechos. Como padres, debemos marcar las pautas de una forma clara y flexible, siendo justos y protectores a su vez.
Cuando la convivencia familiar está en permanente conflicto, la educación de los hijos se resiente. A medida que los niños crecen, su vida social se amplía y deben desarrollar la capacidad de convivir con amigos en el colegio o compañeros de trabajo. Por eso, el desarrollo personal requiere de una convivencia feliz en familia. Eso no quiere decir que no haya conflictos y problemas, pero sí se tiene que orientar a la integración de todos, a la solidaridad, al respeto mutuo y a la aceptación de las normas comunes.
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