miércoles, 25 de marzo de 2015

Mindfulness, una ayuda contra el estrés infantil

Esta práctica sirve para combatir el 'bullying' y encontrar apoyo en casos de déficit de atención.

Este aprendizaje les da paz y genera empatía que ayuda en contextos de 'bullying'.
Este aprendizaje les da paz y genera empatía que ayuda en contextos de 'bullying'.

Pablo, de 9 años, se acuesta sobre el piso flotante de un centro de yoga, cierra los ojos e imagina que es una nutria en un río. Por algunos minutos, no hace otra cosa que visualizar agua que sube y baja junto a su cuerpo, las olas sincronizadas al ritmo de su respiración.
“No sé por qué estoy aquí, pero me gusta”, confiesa.

A su lado, María Jesús, de 10 años, afirma con cierta inocencia, como repitiendo un guión: “Mis papás dicen que necesito concentrarme más y que aquí voy a aprender porque enseñan una cosa que se llama ‘atención plena’ ”.
Bárbara Porter, sicóloga clínica, impulsora de la atención plena en Chile y coautora del libro La vida es ahora, beneficios de mindfulness en el día a día, describe así las reacciones de quienes participaron en sus primeros talleres para niños.
En ellos, cuenta, ocho niños de entre 7 y 11 años, escuchan el sonido de una campana hasta que se extinga, inhalan y exhalan mientras arman un montoncito de piedras o comen frutillas lentamente, tomando conciencia de sus olores y texturas. La idea es que, a través de estos ejercicios, aprendan los fundamentos de esta práctica, que tomó elementos de la meditación oriental para ayudar a las personas a conectarse con el presente, en vez de pasarse el día comiendo sin saborear, caminando sin mirar, hablando sin conversar.
Se espera que, hacia el final del taller, los niños tengan herramientas para superar el estrés emocional que genera la vida infantil de hoy, donde hay una excesiva competitividad, sobreestimulación tecnológica, trastornos de atención, agresividad física o sicológica y exigencias académicas.
La utilización de estas técnicas con niños es un fenómeno reciente. En Europa y Estados Unidos no lleva más de una década y en Latinoamérica casi no existe. Por eso, antes de comenzar a hacer estos talleres, Bárbara tomó clases con la doctora Amy Saltzman, fundadora del American Board of Holistic Medicine (Junta Americana de Medicina Holística), quien enseña cómo aplicar en los niños los conceptos de mindfulness.
“La aplicación de mindfulness en niños ha demorado en expandirse porque los terapeutas que deseen abordar este método de manera íntegra deben dedicar tiempo a su práctica personal. A los niños se les debe enseñar involucrando sus corazones, mentes y cuerpos, en un lenguaje adecuado para su edad”, explica desde EE. UU.
Para Amy, la clave está en la búsqueda de ese “minuto de silencio”, que, contra lo que se podría pensar, rápidamente conquista a los pequeños. Amy acuñó un nombre para ello, muy difundido entre los terapeutas de mindfulness: still quiet place (lugar quieto y silencioso).
“Esto lo hacemos a través del cuerpo, tomando conciencia de él, porque te lleva al presente; es donde el cuerpo está. La mente no. Hacia el futuro, ella se angustia; hacia el pasado, se culpa. Atento al presente, en cambio, enriqueces tu experiencia y sabes aceptar tus emociones en vez de taparlas”, sostiene.
Según la sicóloga, los niños aprenden a no enjuiciar lo que les pasa. Descubren que lo que sienten no está mal, que los demás también sienten cosas parecidas; que lo que surge desde nuestro interior no se puede controlar ni negar y que los pensamientos no deben confundirse con la realidad.
Este aprendizaje les da mayor paz y desarrollan una empatía que ayuda en contextos de bullying, tanto para el agresor como para el atacado. Por eso, Bárbara sugiere que el mindfulness podría ser un buen complemento en los programas contra el bullying de los colegios.
“Los niños aprenden a ver sus emociones sin negarlas ni dejarse llevar por ellas. Esto reduce las resistencias, lo que se manifiesta en una mayor apertura hacia los demás. Así se hace más difícil agredir y descalificar al otro, y también se hace más fácil pedir ayuda a tiempo, atreverse a decir lo que antes se callaba”, explica.
Desde Holanda, Eline Snel, fundadora de la Academia para la Enseñanza de la Atención Plena y conocida por su libro Tranquilos y atentos como una rana, sugiere que la práctica de mindfulness puede ayudar en casos de déficit de atención o problemas de conducta.
Así lo ha observado en el programa que desarrolla para niños desde el 2009. “Para el ámbito escolar es importante, porque los profesores les dicen a los niños ‘¡concéntrense!’, pero no les enseñan cómo”, opina.
En su libro, la sicóloga recoge la crítica que muchos padres hacen en cuanto a que los métodos que se usan para tratar los problemas de déficit de atención se basan en medicamentos, premios y castigos, pero esto no ayuda a que el niño desarrolle estrategias de autocontrol. En esto, asegura, el mindfulness se abre como un camino, que ofrece “una vía amable y transformadora”.
“El mindfulness no tiene como propósito generar cambios –concluye Eline–. El cambio en la conducta se producirá como efecto de tener mayor conciencia de los sentimientos y pensamientos. El mindfulness no es solo meditación; es un método que hace que las personas estén más cerca de lo que ellas son. Esta práctica puede hacer del mundo un mejor lugar, con más compasión, confianza y valentía para cambiar lo que haya que cambiar. Hacerlo con los niños es un buen comienzo.”