viernes, 27 de febrero de 2015

Este cuerpo ¿es el mío?

Este cuerpo ¿es el mío?

La adolescencia supone la pérdida definitiva de la condición de niño. No se trata solamente de una vivencia psicológica; existen una serie de hechos reales, inevitables e imposibles de obviar. El cuerpo experimenta grandes cambios que se reflejan en la aparición de los caracteres sexuales secundarios (vello en diferentes zonas del cuerpo, crecimiento de los pechos, etc.) y primarios (la primera menstruación, poluciones nocturnas), junto con cambios asociados (acné juvenil, ensanchamiento de las caderas o de la espalda). Se trata, además, de una especie de viaje sin retorno: no se puede parar ni dar marcha atrás.
Los cambios físicos propios de esta etapa no son los mismos en los chicos y en las chicas. Tampoco les afecta igual. En el caso de una chica, llega un día que al mirarse en el espejo se da cuenta de que ya es una mujer. El crecimiento es tan rápido, casi brutal, que le cuesta reconocerse, a pesar de seguir siendo la misma. Las chicas se quejan de que son bajitas, de que están desproporcionadas… siempre encuentran algún fallo en su aspecto. Por otro lado, en el chico, el crecimiento no es armónico. Es posible que se le ensanchen la espalda y los hombros y que, sin embargo, tenga aún brazos y piernas delgados. El rostro parece hinchado, con rasgos de hombre en cara de niño.
Estos cambios físicos desembocan en cambios de hábitos propios del proceso de aceptación a su nuevo cuerpo. De repente, el adolescente deja de ser ese niño que siempre se sentía a gusto con la ropa que llevaba y que aceptaba los consejos de la madre a la hora de comprarla o combinarla. De la noche a la mañana, pasa a sacar cada día toda la ropa del armario, la mira y la remira, sin saber nunca qué ponerse. La mitad de lo que compra se queda casi sin estrenar, mientras se queja de que no tiene ropa bonita para ponerse. La complicación aumenta si tiene una cita. Entonces se prueba un montón de prendas y en el último momento vuelve corriendo, porque acaba de decantarse por un modelo diferente. La ropa supone la forma externa, la manera en que se presenta ante los demás. Por eso expresa a través de ella toda la inseguridad que el adolescente tiene ante su imagen corporal.
Otro cambio en sus hábitos es que antes no quería ni peinarse y ahora parece que se haya instalado en el baño. Pasa horas mirándose, bailando delante del espejo, gesticulando, haciendo poses… Si se le sorprende, se ruboriza y se siente incómodo, pero no deja de hacerlo. No se trata de simple coquetería, sino de una identificación con la imagen que aparece en el espejo y que no siempre le es grata. Es un intento de acostumbrarse a ella.
El adolescente no solamente siente que cambian los aspectos físicos visibles de su cuerpo, sino que a partir de ahora se van a modificar las relaciones consigo mismo, con los padres, con los amigos y con la sociedad en general. El sentimiento que puede explicar más claramente lo que le ocurre es la aflicción por una pérdida. El adolescente está de duelo y tiene que asumir la «muerte» de su cuerpo de niño. En este proceso, que lógicamente será difícil, se pueden diferenciar tres etapas.

  • La primera es la pubertad (11-14 años), cuando los cambios físicos son más notables, acompañados de mucha inseguridad, malestar y desazón.
  • En la segunda fase, la adolescencia (13-18 años), se admiten los cambios biológicos como hechos; ser hombre o mujer le lleva a identificarse y actuar de acuerdo a estas categorías. El adolescente debe renunciar a todo lo que hasta entonces le servía para sentirse protegido y adorado; debe reemplazar los sentimientos amorosos de la infancia, desarrollados en el entorno familiar, por el deseo sexual, cuyo campo de acción es la sociedad.
  • Finalmente, la juventud es la tercera etapa (a partir de los 18 años), en la que destaca la influencia de los factores culturales o sociales. Se empieza a gozar de cierta autonomía e independencia, es la hora de decidir acerca del futuro, de la mayoría de edad, del derecho al voto y el permiso absoluto para hacer cosas de adultos.