jueves, 7 de abril de 2016

Los gatos no pasean como los perros

Los gimnasios, los juguetes y los juegos con sus amos ayudan a la actividad física que necesitan.

El arnés debe ser adecuado al tamaño del gato.
El arnés debe ser adecuado al tamaño del gato.
“Ese Judas parece un perro”. Eso dice Sofía Aristizábal del gato de su hija Daniela, porque va con ellos a todas partes, incluso al centro comercial.


“En el carro, le gusta ver pasar la gente, los carros, mira todo en el semáforo. Le encanta que le baje la ventana para ventanear. Y cuando lo sacamos a la manga (al parque), le encanta correr, aunque se va cerquita de nosotros y vuelve rápido”, comenta Daniela Castaño.

Nunca se le ha escapado. “Es muy tranquilo, un gato se eriza muy fácil con todo, pero Judas no. De pronto con un perro, pero no más”, agrega.

Desde que Judas (un bengalí) llegó pequeñito a la casa de Daniela y Pablo Echeverri, hace un año, lo acostumbraron a usar un arnés y correa a la hora de salir.

Querer sacar a los gatos a pasear como se hace con los perros es un capricho humano, pues los gatos no tienen ese comportamiento.

“Los gatos tienen una naturaleza, un instinto diferente al perro. Desde la misma evolución, cazan en solitario, son más independientes. Un perro se acostumbra a caminar al lado de su amo, eso nunca lo va a hacer un gato”, explica Mauricio Giraldo, veterinario jefe de Agrocampo.
Y el médico veterinario Édgar Iván Martín, de la clínica veterinaria de la Universidad de La Salle, agrega que “los gatos son animales territoriales y cuando los sacas del espacio que conocen lo sienten como una ofensa”.
Sin embargo, si al gato se le enseña un determinado comportamiento desde pequeño, lo aprende aunque no sea su naturaleza.
“Quienes logran sacar a pasear el gato con pechera es porque le han dedicado tiempo y adiestramiento desde que son cachorros”, comenta Giraldo.
En estos casos, hay que tener en cuenta que el gato siempre irá a su ritmo, delante de su dueño, en la dirección que quiera. “Por eso, para controlarlo es mejor tenerlo cerca, con una correa corta”, dice Giraldo.
La pechera o arnés, debe ser de acuerdo a su tamaño y no apretar. Estos ayudan a darle seguridad en ambientes urbanos que no conocen y a que no salgan corriendo a esconderse ante ruidos, personas y situaciones desconocidas para ellos.
Mucha actividad física
Como el gato es tan fácil de manejar, con su arena para las necesidades fisiológicas y la adaptación al espacio en el que esté, muchos amos olvidan que también necesitan actividad física. “Estamos viendo gatos con problemas de obesidad”, advierte Giraldo.
Aunque no hay que sacarlos a caminar como a los perros, hay que tenerles juguetes y gimnasios, con texturas y sonidos, que les permitan trepar, correr, mantenerse en la altura. Y jugar mucho con ellos con las cañas, a la persecución de objetos y cosas así que de paso ayuden a mantener su instinto explorador y de caza.
En todo caso, no hay que olvidar que al gato le gusta explorar (puede manejar un radio de acción geográfica de hasta cuatro o cinco kilómetros) y tal vez salga a pasear solo, pero siempre regresará a donde le dan comida y cariño.
Siempre necesitan recompensa
Si le quiere enseñar un comportamiento al gato que no es propio de su naturaleza, lo mejor es comenzar desde cachorros con la rutina progresivamente. Siempre hay que darle una recompensa cuando lo haga bien, especialmente caricias.
Para llevar el arnés, hay que empezar por ponérselo a ratos en la casa para que se vaya acostumbrando. Luego, sacarlo a la entrada un rato. Y así ir avanzando poco a poco con la salida hasta que se acostumbre y no se asuste con lo que pasa afuera.
“A Judas no le gustaba al principio, se rascaba e intentaba quitárselo”, cuenta Daniela Castaño.