martes, 22 de diciembre de 2015

Las tácticas de grandes intelectuales para aprender

¿Cuáles eran esos hábitos que personas como Einstein o Newton tenían y que los ayudaban a aprender y entender mejor las cosas?

Las tácticas de grandes intelectuales para aprender 
Las tácticas de grandes intelectuales para aprender


El aprendizaje no es el mismo ni va al mismo ritmo. Quizá por eso usted sentía que tenía más afinidades con ciertos profesores o materias que otros o que le era más fácil distraerse en otros asuntos y eso no significaba que fuera malo o que tuviera “déficit de atención”, sólo que tenía otros mecanismos para aprender.

Por eso, no está de más conocer cómo los grandes genios de la historia mundial hacían para desarrollar sus habilidades intelectuales de aprendizaje y creación, con las que lograron inventos y planteamientos trascendentales.

Newton

Reconocido por su trabajo y constancia en el estudio de la fuerza de gravedad, Inc. señala que uno de ´sus hábitos más destacados de aprendizaje era la forma como leía libros, tenía una técnica de doblar las esquinas de las páginas. Pero no lo hacía como cualquiera lo hace (ya sea hacia arriba o hacia abajo), se aseguraba de que la esquina siempre señalara, exactamente, una palabra o una oración particular del texto.

Además, era de quienes hacia toma de notas extensas en las mismas páginas del libro y la mayoría de veces ocupaba todo el espacio en blanco que tenían las hojas. A esto se le sumaba otro dato curioso: creaba índices y listas de contenidos particulares: por orden alfabético y por temas y señalaba, después de cada uno, la página correspondiente; un hábito que se complementaba con el hecho de doblar las esquinas de las páginas.

Por último, se destacaba que los libros de Newton parecían como si hubiesen sobrevivido a una guerra: la mayoría estaban ultrajados y en un estado deplorable. Y no porque fuera algo que él hiciera con intención, sino porque usaba los libros como herramientas de trabajo de las que sacaba el máximo provecho.

Einstein

En el mundo este gran científico alcanzó a tener la fama de ser la persona más inteligente, durante su infancia y juventud muchas personas le dijeron que nunca tendría éxito en nada y que era un chico bastante distraído. Pero con el paso del tiempo demostró que no se necesitaba tener unas características como las de los demás chicos inteligentes para destacarse.

La Universidad de Pittsburg hizo un estudio de la forma de aprendizaje de este genio y encontró que tenía un principio clave: “no escuche las palabras, fije su atención en los hechos”. Esto implicaba que no tenía que prestar mucha atención a la teoría sino que, a partir del campo de estudio, se concentrara en suceso específicos y sacara de ellos la mayor cantidad de conclusiones. De esa observación misma era de donde obtenía su inspiración.

Otro texto bastante conocido era una carta que le envió a su hijo en el que lo alentaba a seguir estudiando piano y, a la vez, le confesaba su secreto para aprender las cosas: lo que quiera aprender, simplemente hágalo con placer cuantas veces quiera y, con ello, su propia mente lo asumirá fácilmente.

Da Vinci

Su talento para las artes y las ciencias se desarrolló basado en una sola característica propia de su personalidad: la curiosidad. Esta era la clave de su éxito intelectual porque, a partir de ella, lograba tener en su cabeza todas las características del mundo como lo percibía. Una publicación de Michael Novak caracteriza cómo era esta curiosidad, cómo la aplicaba y cómo, a través de los sentidos, lograba inspirarse a estudiar cada una de las situaciones que percibía.

Esa misma curiosidad que cultivaba entorno a lo que a él le llamaba la atención, fue lo mismo que llevó a que experimentara y registrara todo lo nuevo que encontraba. Pero, sin duda, la experiencia y el estar en trabajo de campo, fue la clave fundamental que usó para aprender todo lo que supo.

Aristóteles

Uno de los filósofos más famosos de la historia, se destacó en sus métodos de aprendizaje por aplicar la lógica en cada uno de los campos de conocimiento en los que se iniciaba, complementada con el lenguaje. Esto, lo que implicaba, era desarrollar la capacidad de tener dos conocimientos y buscar la forma de relacionarlos entre sí, a partir de la realidad.

Pero además, se caracterizó por la autodeterminación, lo que lo llevaba a obtener mejores resultados de sus procesos de aprendizaje y darles sentido a las tareas o conocimientos que adquiría. Un artículo de The Guardian destaca cómo estas habilidades, llevadas a los campos académicos, hacían que sus estudiantes desarrollaran una curiosidad personal por las cosas que los rodeaban y, con ello, tenían una motivación propia a querer saber cada vez más y más del funcionamiento de las mismas.