viernes, 25 de diciembre de 2015

Conozca de qué manera pueden los padres tener felices a sus hijos

Los papás deben, primero, encontrar su propia felicidad para transmitírsela y compartirla.

Compartir tiempo de calidad con los hijos permite no solo conocerlos, sino tener y recordar gratos momentos en familia.
Compartir tiempo de calidad con los hijos permite no solo conocerlos, sino tener y recordar gratos momentos en familia.

En todas las conferencias que dicto a padres de familia, al preguntarles qué quieren para sus hijos, todos al unísono gritan “que sean felices”. Pero, ¿a qué se refieren?
Quieren que sean independientes, responsables, exitosos. La verdad es que no lo saben. Lo único en lo que están de acuerdo es que la felicidad es su meta.

Esta es una buena meta, ya que no solo es importante sino necesaria para un buen vivir.
¿Qué necesitamos?
Lo primero que necesitamos para la felicidad de los hijos es tener padres felices. Los padres que no lo son difícilmente criarán hijos felices. Todos los estudios científicos demuestran que hay una correlación directa entre padres deprimidos e infelices e hijos difíciles. Vamos a ver qué pueden hacer los adultos, padres de familia, para mantenerse contentos y así transmitir felicidad a sus hijos.
Tener un grupo de amigos o de familiares da tranquilidad, sentido de pertenencia y, obviamente, lleva a la felicidad. Todos necesitamos a nuestro lado personas optimistas, divertidas, con las que conectamos fácilmente y sabemos que estaremos apoyados por ellos siempre.
Quererse y cuidarse a uno mismo es otra variable que lleva a la felicidad. Uno de los focos de tranquilidad es el contacto con el cuerpo y con nosotros mismos. Necesitamos cuidar nuestro cuerpo de la mejor manera posible, haciendo ejercicio y manteniéndolo sano y saludable, con comida nutritiva y libre de toxinas.
Otra característica de los padres felices es que saben manejar y resolver cualquier problema que se les presente, sin dejarse hundir por este. No dejan asuntos sin resolver e intentan poner fin a todo aquello que represente un conflicto en su vida.
Los padres felices también sacan tiempo especial para la vida en pareja, sin niños.
Este es uno de los favores más grandes que les pueden hacer a sus hijos, ya que una pareja feliz, compenetrada y empática forma hijos más felices e independientes.

La pareja necesita pasar tiempo de calidad juntos. Me preocupa que hoy en día los padres piensan que tienen que estar todo el día con los hijos, porque si no lo hacen se sienten culpables. Lo importante es encontrar un balance en el que todos tengan sus espacios. Claro que es importante estar con los hijos, pero también en pareja y dedicarse tiempo de calidad. Al darle prioridad a la pareja, están cuidado a sus hijos.
Otras variables que también caracterizan a los padres felices son: tener paz interior, tener la certeza de que se hizo todo lo posible para cumplir con el deber, ser positivo; es decir, buscar y sacar lo mejor de cada situación. Buscar tener buenas relaciones afectivas, ponerse metas realistas y amables, intentar sentir y expresar la gratitud, aprender a vivir el momento, intentar hacer lo que más le gusta, es decir, tener un hobbie.
Además, situaciones cotidianas, que parecen sencillas, pero son muy enriquecedoras: dormir bien, tener un significado y propósito de vida, alguna creencia religiosa o espiritual, buscar que sus trabajos sean una pasión, no solo un deber. Tener expectativas realistas, no sueños casi imposibles de realizar, trabajar en aquellos obstáculos de la felicidad, identificarlos y superarlos.
Hacer ejercicio de manera frecuente también contribuye a mayor cantidad de neurotransmisores en el cerebro, lo cual lleva a un estado anímico positivo. Igualmente pasa cuando la persona es altruista y ayuda a otros. Se produce más serotonina, que es el neurotransmisor del bienestar.
Como ven, los pilares de la felicidad en la familia son, sin duda, los padres.
El amor: el motor
Además de todo lo dicho anteriormente, es importante que se cree un vínculo afectivo fuerte entre padres e hijos. Este vínculo se construye día a día, no solo dándole cosas materiales sino tiempo y atención afectuosa. Compartir con los hijos las experiencias diarias es lo que fortalece este vínculo. Una buena manera de afianzar estos lazos entre padres e hijos es compartiendo rutinas establecidas; hábitos para dormir, para comer, para hacer ejercicio, para hacer las tareas, etc.
Conocer los talentos y debilidades de los niños también es una pieza fundamental para su felicidad posterior. Como padres, si conocemos bien a nuestros hijos, sabemos cuánto y qué se les puede exigir, y lo que no es apropiado para ellos. Esto nos lleva a tener una buena disciplina en el hogar, otro pilar importantísimo en la felicidad de nuestros hijos. La disciplina apacigua temores y, por lo tanto, es una gran aliada del bienestar familiar y personal. Los temores tan frecuentes en la infancia son ladrones de la felicidad.
Como ven, papás, ustedes tienen un papel crucial en el desarrollo de la felicidad de sus hijos. Pero, primero, tienen que construir la propia, para después multiplicarla en la familia.
En la cotidianidad...
Existen momentos de calidad que los padres pueden compartir en el día a día, junto a sus hijos:
Jugar en casa, hacerles cosquillas, salir al parque, armar una coreografía o una obra de teatro.
Hacer algún tipo de deporte juntos, como montar en bicicleta, nadar, patinar, etc.
Dialogar diariamente sobre los gustos, los retos y las vivencias de los niños; puede ser en la cena o antes de dormir. Salir de viaje, ir a cine, cocinar en casa.