sábado, 16 de enero de 2016

Cuando a las niñas las maduran a la fuerza

Publicidad, televisión y hasta juguetes incitan a que pequeñas adopten comportamientos impropios.

Los especialistas dicen que a las niñas se les debe enseñar que su valor no está en su apariencia, sino en su ser.
Los especialistas dicen que a las niñas se les debe enseñar que su valor no está en su apariencia, sino en su ser.

Por causa del bombardeo mediático y el fácil acceso a dispositivos tecnológicos y redes sociales, las niñas están adquiriendo comportamientos que no son propios de su edad, sino de mujeres adultas.
Poco a poco ellas han ido reemplazando las actividades infantiles por las relaciones amorosas, la preocupación por lucir una figura que sea aceptada, la moda, el maquillaje y formas de socializar que no son precisamente las normales para su edad.

Steve Biduph, psicólogo australiano, explica este fenómeno social en su libro Criando niñas en el mundo de hoy, en el que asegura que esta situación se presenta porque las pequeñas son blanco constante de mensajes que refuerzan los estereotipos de belleza que impone la sociedad, como la delgadez y el lucir sexy. Por esa razón, asegura el experto, incluso las edades han cambiado; es decir, ahora una niña de 12 años hace lo posible por verse como una de 16.
Hasta las series animadas, que son en muchos casos referentes infantiles, cuentan menos situaciones divertidas, fantásticas y entretenidas, y se concentran en aquellas que giran en torno al amor de pareja, la moda, la ropa y la apariencia.
Así las cosas, señala Antón Álvarez Ruiz, de la Universidad Complutense de Madrid, en su artículo Efectos de la publicidad y los medios de comunicación en el público infantil, “la publicidad actúa en sinergia con los demás medios de comunicación, acelerando la maduración anticipada de las niñas de una forma artificial, como en un gigantesco invernadero social”.
No es sencillo, sin embargo, que una niña se aísle de esa dinámica de maduración a la fuerza, cuando hasta las muñecas con las que juegan lucen sensuales y adultas.
Este punto fue abordado en el informe ‘TV y estrategias para el fomento del consumo en las niñas’, publicado en la ‘Revista Científica de Educomunicación’ (2008).
Su objetivo era analizar la presentación de muñecas como las Barbies y las Bratz, que muestran una apariencia sexy, con jeans descaderados, croptops y maquillajes exagerados; los autores concluyeron que estos juguetes no solo reafirman estereotipos sociales, sino que inciden en los cambios de comportamientos de las pequeñas, “lo que además limita el desarrollo integral de la mujer”, dice el documento.
Vivian Quintero, psicóloga de Red PaPaz, señala que el resultado de toda esta exposición y presión social que se ejerce sobre las niñas desde distintos canales, es muy evidente en la sola forma de vestir de muchas de ellas, que incluye prendas de mujeres adultas, “otras –dice la especialista– van con brillo labial y esmalte al colegio; pero en realidad, ese no es el problema, sino su excesiva preocupación por lucir bien, por verse grandes”.
Según Quintero, una de las consecuencias indeseables que trae esa obsesión por la apariencia es que en esta sociedad que aún cree que la forma de vestir de las mujeres es un motivo para irrespetarlas, las niñas podrían correr el riesgo de que sean víctimas de acoso y abuso sexual, eso sin contar con que de este modo se abre el camino hacia relaciones sexuales tempranas.
Otro efecto preocupante son los trastornos de la conducta alimentaria (TCA). Un estudio de la Universidad Nacional sobre el tema, hecho con adolescentes de Bogotá, encontró que la presión que se ejerce en las niñas, de tener un cuerpo socialmente aceptado, es el principal detonante de trastornos de este tipo (de los que hacen parte la anorexia y la bulimia).
De acuerdo con el informe, publicado por la Agencia de Noticias UN, “son alteraciones mentales que tienen en común una intensa preocupación por el peso, los alimentos y la figura corporal. Quienes las padecen tienen conductas anormales, como usar purgantes, laxantes o diuréticos de forma compulsiva y abundante. También se inducen el vómito”.
¿Y los papás?
Aunque es consciente de la enorme presión que imponen los mensajes que reciben las niñas por todos los canales, Ligia Torres, psicóloga del colegio Nuevo Gimnasio, considera que, en buena medida, su impacto es responsabilidad de los padres de familia.
“Los papás son quienes deciden qué ven sus hijos y por cuánto tiempo –señala la especialista–, qué ropa usan y proporcionan el maquillaje y los accesorios que ahora se ven en las niñas. Ellos dejan la crianza en manos de la televisión”.
La psicóloga también se refiere al ejemplo que les dan papá y mamá a sus hijos: “Si la madre es esclava de la publicidad, si tiene como prioridad ser seductora y si le rinde culto al cuerpo, la niña va a seguir ese patrón”, explica.
En eso coincide Gloria Isaza, orientadora y psicóloga, quien añade que la expresión de la sensualidad ha variado en la mujer de hoy; por eso –dice ella– no es raro ver madres sensuales y con un pensamiento posmodernista. En ese orden de ideas, “sin darse cuenta, los papás pueden estar promoviendo en su hija una aceleración del comportamiento sensual. En las fiestas de cumpleaños, por ejemplo, es normal que los papás hagan que se maquille a sus pequeñas”.
Ahora, Isaza aclara que es normal que una niña quiera jugar a maquillarse y a ser mamá, pero advierte que cuando su apariencia se convierte en una obsesión, si no se interesa por juegos infantiles y cuando usa un lenguaje o una actitud que no es propia de su edad son señales de que algo raro está pasando.
Hablen con ellas
Los especialistas dicen que a las niñas se les debe enseñar que su valor no está en su apariencia, sino en su ser. Las psicólogas Ligia Torres y Vivian Quintero advierten, además, que la forma de contrarrestar los mensajes mediáticos no está en prohibir, sino en hacer un acompañamiento eficaz. ¿Cómo? Descubriendo a la niña, entendiendo sus intereses y sentimientos.
“Cuando los papás detectan que sus hijas están obsesionadas por su apariencia, deben preguntarles qué las ha llevado a pensar así y, luego, explicarles las razones por las cuales está mal centrarse tanto en la belleza”, dice Quintero. La especialista agrega que lo ideal es dar otras opciones, como actividades extracurriculares que desarrollen sus talentos y destrezas para que se den cuenta de que ser atractivo no es lo más importante.
Isaza considera que padres e hijos deben aprender a respetarse y amarse tal y como son. “De esta manera, ninguna presión social permeará el comportamiento de nuestras pequeñas”.