jueves, 29 de octubre de 2015

La vuelta al cole tras la pérdida de un ser querido

La vuelta al cole tras la pérdida de un ser querido

Cuando en una familia fallece un ser querido durante el verano, este hecho, unido a la pérdida de las rutinas, puede hacer que la reincorporación del curso sea más complicada para los niños.
Tenemos que ser conscientes de que, cuando tienen lugar esas pérdidas veraniegas, los menores se encuentran lejos de sus amigos, a veces al cuidado de otros familiares, en una ubicación distinta, con horarios más dispersos… Así que, tras un suceso de estas características, de cara al retorno al colegio de los niños nos podemos encontrar con diversas dificultades:
  • Reticencia a incorporarse al colegio por no querer abandonar a su familia. Esta reacción suele radicar en el miedo del niño a perder otros parientes, así que le tranquilizaremos y le explicaremos que habrá alguien para cuidarle cuando él salga del colegio. Es importante que al principio sean los familiares más cercanos quienes cubran esta función de cuidado y protección. Si es necesario, nos iremos separando poco a poco de ellos e introduciendo a otras personas en su cuidado.
  • Miedo a las opiniones de los amigos o a lo que éstos puedan decirles. Sentirse diferente de los demás genera un gran miedo en el niño. Le animaremos a comunicar su situación, junto con los profesores, normalizándola al máximo.
  • No querer comunicar el cambio familiar. Esto va unido al punto anterior: como no pueden anticipar las reacciones de sus compañeros y no quieren diferenciarse, tal vez el niño no quiera explicarles lo que ha pasado ni hablar del tema. Lo más indicado sería que, al producirse el fallecimiento, el entorno del niño avise a los padres de otros compañeros – aquellos con los que mejor se lleve o más trato tenga-, para que participen en los ritos funerarios y así el niño vaya normalizando la situación y pueda ver que sus compañeros están informados.
  • Problemas para retomar las rutinas. Lo ideal es que los menores recuperen las rutinas habituales cuanto antes. A veces hay que hacer cambios para adaptarse a la nueva situación, pero es importante que las actividades del niño no cambien.
    • Si nosotros no podemos hacernos cargo, es importante buscar a alguien que sí pueda: un familiar, unos amigos que tengan la misma costumbre… pero que el niño pueda asistir a sus actividades.
    • Si son más mayores, podemos fomentar su autonomía para que vayan asumiendo sus propias rutinas poco a poco y, de ese modo, no se interrumpan sus costumbres. Podemos enseñarles a coger el autobús para ir al polideportivo e ir a buscarlos si nos da tiempo… y así ir “parcheando” este tema.
    • Más muestras de tristeza o de “ñoñería”. En esta situación los menores suelen estar un poco más irascibles, preocupados, con actitudes infantiles, pero hay que reforzar poco a poco aquellas conductas que consideramos positivas, sin perder de vista que el niño necesita afecto y cuidado extra tras una pérdida.
    • Exceso de preocupación por otros hermanos/as que se encuentran en el centro escolar. Este sentimiento de protección es normal. Al principio le dejaremos, pero más adelante trabajaremos para que no asuma roles que no le corresponden.
    • Aumento de las conductas agresivas o de la irascibilidad. Estos comportamientos son normales y se deben a la vulnerabilidad, al miedo a ser objeto de burla por ser diferente, al malestar por la pérdida, a los cambios en las rutinas… Le explicaremos al niño que esa no es forma de expresar esos sentimientos y le reconduciremos al comportamiento que creemos adecuado.
    • Necesidad de contactar desde el colegio con sus familiares. Llegados a este punto ya habréis adivinado que esta reacción forma parte de la necesidad del niño de saber si los familiares que se quedaron en el domicilio se encuentran bien. Podemos permitirle algunas llamadas al principio, si lo vemos muy angustiado. Después, poco a poco, le ayudaremos a distanciar esas llamadas explicándole que habitualmente no pasa nada y que, en el hipotético caso de que ocurriese algo, es probable que el colegio fuera de los primeros en enterarse.
Estas son algunas de las conductas más habituales que podemos encontrarnos tras la vuelta al cole cuando los niños han sufrido la pérdida de alguien cercano en verano. Normalmente son situaciones que van espaciándose con el tiempo y suelen normalizarse solas, pero estos consejos pueden resultaros de utilidad para actuar de la mejor manera de cara a la incorporación escolar.
Patricia Díaz Seoane
Psicóloga infanto-juvenil de la Fundación Mario Losantos del Campo (FMLC)

Para saber más sobre el duelo infantil y adolescente os recomendamos la lectura de la guía gratuita Explícame qué ha pasado  de la Fundación Mario Losantos del Campo, que ofrece pautas para ayudar a los adultos a hablar de la muerte con los menores de cualquier edad y cuenta con un servicio gratuito de psicoterapia para atender el duelo infantil.