lunes, 19 de octubre de 2015

La inclusión en colegios y universidades solo es un tema de moda


Una mujer que perdió gran parte de su movilidad por una enfermedad cuenta lo que es estudiar en instalaciones que no son aptas para personas como ella.


Las personas en situación de discapacidad solo tenemos el derecho a la educación desde la Constitución de 1991. A pesar de que todos deberían poder acceder a la enseñanza para lograr un desarrollo integral que les permita desempeñar su rol en la familia, el trabajo, la sociedad, lo cierto es que quienes tenemos limitaciones para movilizarnos vemos muy menguado ese derecho.


Hoy muy pocas instituciones educativas y universidades son conscientes de la compleja problemática que aqueja a las personas discapacitadas. Son aún menos los colegios y universidades que se esfuercen por buscar alternativas y soluciones reales para quienes tenemos estas limitaciones.

Cuando me remonto a mis épocas de estudiante recuerdo la impotencia y desazón que experimentaba al hallar las múltiples barreras arquitectónicas en las instalaciones de las  universidades a las que acudí con el ánimo de cursar mis estudios. Estos obstáculos me impidieron, por un lado, ingresar a una reconocida universidad, pues me era imposible acceder a los salones, por las innumerables escaleras y ausencia de rampas y ascensores. 

Posteriormente debí suspender los estudios que había comenzado en otra universidad porque para desplazarme de un salón a otro tenía que realizar ingentes esfuerzos. Mi vida era una carrera de obstáculos. En el camino iba encontrando múltiples escaleras desgastadas, en piedra o que no brindaban seguridad por su mal estado y que agravaron mi vida diaria. Por eso, me vi obligada a retirarme de la institución.

Pese a que la inclusión es hoy un tema de moda que crea expectativas, son en realidad muy pocas las instituciones educativas y universidades, en su gran mayoría privadas, las que han tratado de adecuar sus instalaciones para procurar un fácil desplazamiento de las personas en condición de discapacidad. 

La instalación de rampas, ascensores y eliminación de barreras arquitectónicas en colegios y universidades públicas y privadas debe ser un asunto prioritario para evitar el alto índice de absentismo de las personas discapacitadas y para brindar a esta población las mismas oportunidades de estudio que les permita continuar su desarrollo integral y posteriormente  su incorporación a la vida laboral. 

El Estado, teniendo en cuenta su ya tan constante insistencia  de respaldo a la inclusión y sus promesas expresadas en los innumerables programas de gobierno, debe proporcionar los recursos necesarios para que los centros educativos y las  universidades públicas adecuen sus instalaciones y las hagan más amigables y funcionales.

Es muy importante hacer un llamado a los familiares y a quienes conforman el entorno de las personas en condición de discapacidad para que trabajen con ellas apoyando sus proyectos, ideales y sueños, y para que valoren el potencial y aportes que todos nosotros podemos brindar a la sociedad.