viernes, 19 de abril de 2019

La historia del docente de mayor edad en el país

Jaime Leal González, rector del Gimnasio José Joaquín Casas, se despidió el pasado 2 de enero.


Pionero del Modelo Preventivo Salesiano, Leal González es recordado como un hombre íntegro, sabio y entregado a su labor.

Últimamente, como sociedad y como compatriotas, hemos visto cómo nuestros pilares de respeto, vida y dignidad se han zarandeado al borde del precipicio, sin posibilidad de vislumbrar esperanza en el futuro inmediato que todos nosotros ansiamos llegar a trascender lo más rápido posible.

Para complementar esa sensación de desasosiego y derrota que todos como colombianos sentimos al ver tantas tragedias, vimos en el alba de este año cómo una de las más grandes mentes de la educación cerró sus ojos, se despidió del país al que tanto le sirvió por 60 años y se elevó al cielo para observar cómo su legado e imagen serían utilizados póstumamente por una Colombia que necesita reconstruir sus preceptos y crecer.

Jaime Leal González (1924-2019), el educador postrero de mayor edad en el país y rector del Gimnasio José Joaquín Casas, llegó al ocaso de su vida el pasado 2 de enero, dejando así su imagen tallada en los corazones de cientos de personas que lo conocieron. Él comprendió desde hace más de seis décadas cómo a través de la materialización de sus conocimientos podía llegar a guiar o “conducir” (término propio de la educación personalizada que efectúa el colegio) la sociedad hacia una serie de conductas constructivistas, humanistas y sociales. Un conglomerado de prácticas efectivas en las que de manera definitiva, el yacer como un buen ser humano y ensamblar en él la lealtad, la autonomía y comprensión de su entorno es menester de tener y cosechar en las jóvenes generaciones para así catapultar el país y posicionarlo en lo más alto de los valores éticos y principios morales.

Este admirable personaje dedicó toda su vida a la educación y, a su vez, a la solidificación de un proyecto pedagógico que hoy en día resulta ser efectivo desde cualquier ángulo que se analice. Un modelo pertinente, viable, asimismo consecuente con las necesidades inmediatas de la sociedad colombiana que logró solidificarse como prueba de demostración para que el Gimnasio José Joaquín Casas vea en su perseverancia y esfuerzo, cómo sus ideales y preceptos de educación trascienden y se reafirman en el fruto del bienestar social enraizado por sus egresados.

Es precisamente mérito de Jaime Leal González que en el restringido transcurso de seis décadas logró consolidar a través del cariño, un inmenso símbolo de pertenencia en los corazones de todos los que tuvieron la gozosa oportunidad de compartir y aventurarse en el mundo de la erudición; aquellos que optaron por sumergirse en el océano de las experiencias y la sapiencia de este signo de una arraigada cultura del saber salesiana, convirtiéndose así no solo en un símbolo para el colegio, sino para toda una cultura del saber en la juventud colombiana.

Sin duda alguna, el hecho fortuito de encontrarse en un mismo espacio y ocasión específica con este remarcable hombre, pionero del Modelo Preventivo Salesiano, es una oportunidad digna de admiración y altivez hacia su persona y la trayectoria que como educador sobrelleva en su espalda y experiencia; suceso que muchos jóvenes tuvieron la oportunidad de redituar y que de manera clara, muchos otros anhelarían a toda costa presenciar. Su imagen y silueta se traduce en observar un monumento a la sabiduría, el tiempo y el perfecto equilibrio que existe entre la mente y el cuerpo.

Quizás, lo más característico y singular del Gimnasio José Joaquín Casas o, en su defecto, su impecable funcionamiento en torno a la felicidad de los alumnos y el enfoque humanístico es ese indescifrable triedro que se dibuja de manera geométrica y astronómica; consistente en Jaime Leal González, el colegio y, para concluir el delicado trazo simétrico, su solemne legado. Se consagra como inigualable y absolutamente satisfactorio ver cómo las ideas y enseñanzas que en su hora Jaime papá y el José Joaco transmitieron a sus alumnos siguen intactas y resguardadas en la bóveda de los corazones de todos aquellos que alguna vez pasamos por esas instalaciones, nos formamos con ese modelo pedagógico y logramos encaminarnos en el sendero de la perfección humana.

Esta se define como la descripción idónea de lo que realmente es un legado y cómo su aplicación repercute de manera ambivalente en la sociedad colombiana y, por ende, en el Gimnasio José Joaquín Casas.

Sin duda alguna es ese legado o prolongación perenne de ideas las que construyeron en todos los egresados y actuales miembros del Gimnasio José Joaquín Casas una herramienta trascendental de la cual en Colombia se carece sustancialmente hoy en día, y que con absoluta certeza se requerirá en la construcción de sociedad y fortalecimiento de valores; el sentido de pertenencia y, de manera análoga, la autonomía necesaria para que este país renazca de su tétrica historia hacia lo más alto en la cúspide de los valores y principios sociales. Todo gracias a un método preventivo salesiano, una serie de razonamientos eclécticos de parte de Jaime Leal González y, finalmente, la postumación de sus ideas a través de sus alumnos e hijos.