jueves, 9 de febrero de 2017

El campo se está quedando sin millennials, ¿cómo atraerlos?


Las parcelas agrícolas del país se están quedando sin jóvenes. Tecnología, rentabilidad y cuidado del medio ambiente, estrategias para atraer a menores de 30.
Entender, atraer y conquistar a los llamados milenials –las personas nacidas entre 1980 y 2000– no solo es un tema de las áreas de mercadeo, sino una preocupación fundamental para la seguridad alimentaria, pues el agro es quizás uno de los sectores en donde dicha generación brilla más por su ausencia.
Según el más reciente Censo Nacional Agropecuario, realizado por el Dane, en el país hay 2,7 millones de productores agrícolas, de los cuales, poco más de 725.000 son residentes en el área rural dispersa y, entre quienes viven efectivamente en el campo, solo 21% son menores de 35 años.

Esta situación ha llevado a que los distintos gremios agrícolas prendan las alarmas, pues saben que sus afiliados se están envejeciendo y que son pocos los que logran un relevo generacional. Gran parte de esto se explica por las precarias condiciones del campo, que llevan a muchos jóvenes a irse a las ciudades, en el mejor de los casos a estudiar, pero mayoritariamente a buscar oportunidades de empleo que no tienen en sus parcelas.
Martha Betancourt, directora ejecutiva de Procaña, dice que el tema es fundamental para su gremio, pues la edad promedio de los productores de caña está entre 45 y 55 años y los menores de 30 son apenas 15%.
Agrega que este no es solo un tema de Colombia, también se discute a nivel de la Asociación Mundial de Cultivadores de Caña. “En general, la preocupación está en la lejanía de los jóvenes respecto a la actividad agrícola. Ellos nacieron con la tecnología en la mano y consideran que el sector es arcaico y aburrido, por no ser lo suficientemente tecnológico. Pero, la verdad es que el campo cada vez está más tecnificado, con tractores autoguiados y máquinas robotizadas que ayudan en la siembra. Nuestra tarea es mostrarles que esos cambios se están dando”, dice esta dirigente gremial y añade que justamente Procaña declaró 2017 como el año de la “integración generacional”, más que del relevo. La idea no es dejar de lado a los más viejos, pues ellos son los que tienen el conocimiento y la experiencia.
Al igual que en los demás sectores productivos, en el agro los mayores productores son sociedades de familia y, en esos casos, como se hereda una empresa sí se ve a muchos jóvenes continuar con el legado de sus padres, pese a que se educan y viven en zonas urbanas.
Otro es el caso de los pequeños productores, que cultivan para la subsistencia. Con dificultades educan a sus hijos y muchos de ellos cuando terminan el bachillerato emigran a la ciudad.
Tras la rentabilidad
El Censo Agropecuario muestra que solo 3,7% de los productores agrícolas que residen en zonas rurales tienen formación universitaria y, por eso, lo que se requiere, según Rafael Hernández, presidente de Fedearroz, es mostrarles a los jóvenes que el agro sí es un buen negocio y que es posible prosperar económicamente.
En el caso de los arroceros, de los 17.000 que se tienen identificados con producción comercial, 45% son mayores de 50 años y 20% mayores de 60. “Entre los que son empresarios sí se da un relevo generacional, pero entre los pequeños y medianos son muy pocos los que ven que sus hijos sigan con el cultivo”, enfatiza Hernández y agrega que el problema es que los jóvenes son conscientes de que la actividad agrícola tiene muchos riesgos y no sienten que haya políticas que les demuestren que vale la pena quedarse en el campo.

En el caso del arroz y ante la fuerte competencia que vendrá con las desgravaciones arancelarias que trae el tratado de libre comercio con Estados Unidos –en 2018 empieza la reducción del arancel al cereal estadounidense–, el gremio se propuso tecnificar la producción, logrando una reducción de 30% en los costos por hectárea y un mayor rendimiento. “Esto ayuda a mostrarles a los jóvenes que este es un negocio que puede ser rentable y estable”, reitera.
Así mismo, han logrado reducir en 80% el consumo de agua, lo que no solo implica una mayor competitividad del cultivo, sino que tiene un impacto ambiental positivo, tema clave para los milenials.
En el caso del arroz, el fenómeno de la ausencia de jóvenes se siente con fuerza, pues 80% de los productores son pequeños y medianos y, aunque hay 215 municipios arroceros, en algunos de ellos 60% de su PIB depende de este cultivo. En ellos se ha creado toda una cadena de productos y servicios alrededor del cereal (es el caso de Saldaña, Espinal y Campoalegre).
Soluciones robóticas
José Leibovich, director de investigación económica de la Federación de Cafeteros, coincide en que hay que atraer a los jóvenes con tecnología y rentabilidad y, por eso, están trabajando en un proyecto que busca volver más eficiente el proceso de recolección, de tal manera que si se recoge más, se pueden pagar mejores jornales. Esto porque no solo faltan milenials, sino también recolectores en las épocas de cosecha.
“Es claro que en Colombia la recolección del café es manual y eso es lo que nos da ventaja en términos de calidad del grano, pero estamos buscando una solución robótica, que facilite y agilice ese proceso”, explica y dice que están haciendo una convocatoria a jóvenes que les guste la tecnología para que ayuden a crear dichos mecanismos.
Leibovich afirma además que los jóvenes requieren capacitación y una mejor remuneración para quedarse en el campo, así como soluciones laborales que tengan la seguridad social garantizada.
Entre los cafeteros, la edad promedio de los jefes de hogar es de 57 años, mientras que otros países competidores tienen un bono demográfico que les da ventaja.
La población colombiana, en general, se está envejeciendo, lo que implica retos económicos y sociales, pero es quizás el agropecuario uno de los sectores en donde más se debe trabajar para que los jóvenes se queden.