miércoles, 12 de octubre de 2016

Cómo manejar las pataletas de los niños?

Expertos recomiendan no ceder ante el chantaje, mantenerse firme y actuar con calma siempre.

Los adultos y cuidadores tampoco deben caer en los gritos o el desespero; por el contrario, deben tener el control de la situación.
Los adultos y cuidadores tampoco deben caer en los gritos o el desespero; por el contrario, deben tener el control de la situación.
Hace unos años circuló un video en redes sociales en el que un pequeño le decía a la cámara que él sabía cómo lograr que su madre le comprara los dulces en el supermercado. Paso seguido, se mostraba cómo, en la góndola, el niño empezaba a gritar, a llorar y se tiraba al piso, y su mamá, apenada y avergonzada, le compraba los caramelos.
El video resultaba muy divertido porque mostraba cómo el menor era consciente de lo que estaba haciendo y cómo manipulaba al adulto a su antojo, pero mostraba todo lo que no se debe hacer.
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El niño tenía unos 4 o 5 años de edad, que no es aquella edad en la que son más frecuentes las pataletas en los niños (hacia los 2 o 3 años), pero por su actitud era evidente que comportamientos como ese le habían dado resultado a lo largo de su corta vida y que su madre había cedido, muy equivocadamente, ante actitudes como esa en muchas otras oportunidades.

La mayoría de los niños hace pataletas hacia los 2 o 3 años porque no sabe expresar adecuadamente sus emociones y tampoco logra identificar qué es lo que está sintiendo. Para enseñarle a un pequeño la forma correcta de comunicar sus emociones, es importante que el adulto jamás le dé gusto cuando hace pataletas. Si la respuesta es hacerle caso al pedido del niño, él entenderá que la pataleta sí es una forma correcta de comunicación y que con esta logra lo que quiere.
Juliana Gallo, educadora y directora de un jardín infantil, considera que el adulto debe ignorar la pataleta y jamás ceder ante ella, y –explica– si se presenta en público es porque ya le ha funcionado muchas veces en privado. Por eso es importante revisar el comportamiento en la casa, analizar detalladamente si ya han sucedido casos similares en otros lugares y cambiar inmediatamente de actitud. Jamás volver a ceder.
El ideal es que el niño entienda, desde el primer momento, que las pataletas no lo llevan a ningún lado y por eso deben frenarse, antes de que lleguen a hacerse en cualquier lugar fuera de la casa.
Cuando el niño grite, llore, se tire al piso y dé patadas en un lugar público, la mamá o el papá pueden decirle frases como: “esa no es una forma adecuada de pedir lo que quieres y ya te expliqué que no te voy a comprar el juguete”.
No al chantaje
También es muy importante que el adulto no haga falsas promesas con palabras como “mañana te lo compro” o “dentro de ocho días volvemos”. En primer lugar, ocho días es un plazo que un niño de 2 años no logra entender, es una medida de tiempo fuera de su comprensión, y en segundo lugar, los padres deben decir la verdad y el pequeño debe aprender a creer en ellos.
El adulto jamás se debe igualar al pequeño, no debe gritar, no debe subir el tono de la voz, debe hablar muy calmado.
También es oportuno que reconozca el sentimiento de su hijo. Muchas veces, el pequeño tiene hambre o cansancio y no logra descifrar lo que sucede, por eso hace lo que las abuelas llamaban un ‘berrinche’.
Lo mejor es que la madre o el padre reconozcan la sensación del niño, la validen y le expliquen que no van a ceder ante su pedido.
Esto se puede hacer con frases como: “entiendo que tienes hambre y ya vamos a la casa a comer algo, pero ahora no te voy a dar el muñeco”. O “entiendo tu rabia porque no te voy a comprar los chocolates y es válida, pero esa no es la forma correcta de actuar”.
Es muy importante que el niño entienda que tiene derecho a sus emociones y sentimientos, y que no se le está reprochando o juzgando por tenerlos sino por la forma de expresarlos; de la misma manera, es bueno que sienta que su madre o su padre lo comprenden emocionalmente.
Si el niño insiste y continúa con su actitud, el adulto puede retirarse del lugar con su hijo sin gritarle, sin subir la voz, sin maltratarlo. Sencillamente le dice algo como: “veo que estás cansado, nos vamos para la casa”.
En el momento indicado
Tampoco es oportuno regañar al niño en esos momentos o enfrascarse en conversaciones muy largas; en esa actitud el niño no quiere entender ni razonar y tiene tantos revueltos de emociones que no prestará atención a las palabras del adulto. La actitud de serenidad y de no ceder será suficiente ejemplo para que el pequeño entienda.
Después del incidente es posible enseñarle al pequeño que, si desea pedir algo, debe hacerlo con palabras. Hay que darle ejemplos de cómo hacerlo y explicarle que no por eso se le dará gusto en todo, pero sí será la forma correcta de comunicarse con los demás y de que ellos escuchen sus palabras.
Juliana Gallo explica que ignorar las pataletas en público no siempre resulta sencillo y claramente es más fácil decirlo que hacerlo, pero es enfática en que los padres jamás respondan a ellas dándoles gusto a sus hijos. La experta continúa diciendo que para los padres no debe ser fácil ver el espectáculo en un restaurante, en un supermercado o en un parque, pero deben entender que precisamente el pequeño reacciona así porque sabe que, dicho popularmente, tiene a sus padres en la mano y que las miradas y los juicios de los demás pueden atormentarlos.
Momentos como esos pueden ser incómodos, pero deben pensar que la prioridad es la educación de su hijo y que si no lo frenan ya, tarde o temprano tendrán que hacerlo, porque seguirá recurriendo a actitudes como estas mientras le den resultado.
Si realmente los padres no pueden soportar situaciones como estas, lo mejor es retirarse del lugar sin escándalos y sin gritos. Siempre con tranquilidad.
Lo mejor es que no se conviertan en otros niños que no saben manejar sus emociones y no se sumen a la vergüenza pública. Recuerden, los adultos son ustedes y el ejemplo siempre educa.