jueves, 31 de marzo de 2022

Lo que dice la ciencia hoy sobre los cultivos transgénicos


El maíz transgénico es uno de los cultivos modificados más comunes en el mundo.

Expertos dicen que sí existe consenso científico sobre los beneficios de estas técnicas.

Un tema controvertido ha sido desde hace varias décadas todo lo referente a cultivos transgénicos o a los organismos genéticamente modificados (OGM). Cultivos que han sido mejorados en busca de características especiales favorables, como la resistencia a plagas o mayor productividad, a través de técnicas de biología moderna.

En medio del debate que los ha acompañado desde el inicio de su aplicación en el mundo en 1996, y en Colombia en 2002, lo cierto es que han conseguido expandirse. Por ejemplo, en nuestro país, según cifras del Instituto Colombiano Agropecuario (ICA), la adopción de maíz transgénico aumentó en un 23,6 por ciento el año pasado, respecto al dato de 2019.

Según un reporte de la Asociación de Biotecnología Vegetal Agrícola (Agrobio), en total fueron 109.128 hectáreas de maíz genéticamente modificado (GM) las que se cultivaron en 21 departamentos del país. También señala que, según un estudio publicado en la revista científica especializada GM Crops & Food que evaluó el impacto de los cultivos transgénicos en Colombia tras 15 años de adopción, esta tecnología ha ayudado a los agricultores del país a producir más usando menos recursos, además de reducir la huella ambiental que deja la agricultura.

No obstante estas cifras positivas, en Colombia aún hay bandos a favor y en contra de este tipo de cultivos, e incluso existe un proyecto de acto legislativo que propone prohibirlos.

Para la profesora Elizabeth Hodson, doctora en Fisiología Vegetal de University of Nottingham, consultora internacional en agrobiotecnologías y bioseguridad de los OGM, biodiversidad y bioeconomía y miembro de la Misión de Sabios 2019, este debate persiste porque existen muchos intereses económicos y políticos.

Sí hay consenso científico en la bondad de la técnica, en su precisión. Es el único tipo de cultivos que ha sido analizado de manera exhaustiva antes de ser liberado comercialmente

“Sí hay consenso científico en la bondad de la técnica, en su precisión. Es el único tipo de cultivos que ha sido analizado de manera exhaustiva antes de ser liberado comercialmente”, dice, y añade que una medida de prohibición como la que se pretende con el proyecto de acto legislativo negaría el acceso a tecnologías de avanzada que han probado ser buenas para los agricultores.

“Han traído beneficios ambientales, económicos y sociales. Tenemos mejores rendimientos porque estamos evitando los ataques de algunos insectos, controlando las malezas, reduciendo el costo del uso de plaguicidas químicos”, explica Hodson, para quien el país cuenta hoy con una buena capacidad en materia de talento humano para trabajar en el tema con un enfoque local que responde a necesidades de nuestros cultivos y aprovecha técnicas de vanguardia, como la edición de genes.

Las ventajas de CRISPR

Emmanuelle Charpentier y Jennifer Doudna fueron galardonadas con el Premio Nobel de Química 2020 por el descubrimiento de una tecnología en bioingeniería: las tijeras genéticas CRISPR/Cas9. Esta tecnología ahora se usa para editar los genes de algunas plantas a fin de mejorar sus cualidades. En comparación con las técnicas transgénicas, solo se modifica la información genética que ya existe en lugar de introducir la de otros agentes externos.

Esta técnica les ha representado ventajas significativas a los científicos que en el país trabajan en el tema, como Paul Chavarriaga, líder del proyecto Plataforma de Transformación Genética de la Alianza Biodiversity International y el Centro Internacional de Agricultura Tropical (Ciat), un laboratorio dedicado a hacer edición de genomas y transformación genética.

Esas variedades llegan al agricultor una vez son declaradas no transgénicas. Van a los programas de mejoramiento para que incluyan la resistencia rápidamente a las variedades que más se siembran

Según explica, en comparación con el proceso que se debe llevar a cabo con los transgénicos, que tienen que ser sometidos a pruebas muy costosas que demandan recursos que solo tienen las multinacionales, con la edición de genomas se pueden conseguir productos seguros que no son calificados como transgénicos, sino como convencionales por autoridades como el ICA.

“Esas variedades llegan al agricultor una vez son declaradas no transgénicas. Van a los programas de mejoramiento nacionales para que incluyan la resistencia rápidamente a las variedades que más se siembran”, explica Chavarriaga, y agrega que este proceso ya se ha hecho desde el Ciat, por ejemplo, con un arroz que desarrolló el Instituto Internacional de Investigación en Arroz (Irri, por su sigla en inglés) en Filipinas, resistente a enfermedades que están presentes en continentes como Asia y África, y en un futuro podrían amenazar al cultivo nacional.