domingo, 12 de diciembre de 2021

El precio de ser tenista: carísimo

El tenista lesionado, cuando va por esos 39.500 dólares de la primera ronda del US Open, lo que busca es que la crisis, su crisis, la paguen los que más tienen4 de septiembre de 201510:38


El costo de ser un tenista profesionalSebastián Domenech

Para ganar dinero siendo tenista profesional, primero hay que tener dinero. Y bastante. El jugador que quiera insertarse en el circuito deberá invertir aproximadamente 160 mil dólares anuales para desarrollar su carrera y cubrir todas los gastos pasajes, alojamiento, indumentaria, entrenadores y equipamiento. El gran problema es que, aún consiguiendo esa suma, alrededor del 95 por ciento de los que lo intentan, jamás ganan premios como para recuperar esa inversión.

Los datos surgen de un relevamiento hecho por el doctor Michael K Bane, un investigador australiano especializado en matemáticas, estadísticas y el uso de los datos para descubrir tendencias en el ámbito deportivo. Su trabajo fue publicado en enero de 2015 y fue elaborado a pedido de Tennis Australia y la ITF. Con cifras de las dos últimas temporadas (2013-2014) y sobre la base de más de 8.800 jugadores que probaron suerte en torneos Futures, Challengers y en el tour mayor de la ATP, Bane llegó a conclusiones escalofriantes:
Sólo el 1.8 por ciento de los tenistas profesionales tuvieron beneficios económicos.
El 45.5 por ciento no llegó a ganar premio alguno en los torneos en los que participó.
Apenas el 1 por ciento de los jugadores top se queda con el 62 por ciento de los premios del circuito.
Los jugadores que consiguen vivir o sobrevivir con el tenis son los que se ubican hasta el puesto 160 del ranking.
El tenis tiene un sistema regresivo en su escala de premios comparado con otras disciplinas como el golf y los deportes motores. Su inequidad empieza a notarse desde el puesto 32 del ranking.
El 95 por ciento de los encuestados fallaron en el intento de cubrir la inversión necesaria (160 mil dólares) para poder progresar en el tenis profesional.

La cifra ideal de 160 mil dólares anuales para lanzarse a la aventura de ser un tenista top es aplicable para proyectos en Australia, algunos países europeos y seguramente en Estados Unidos. Eso implica viajar cómodo, comer bien, tener un equipamiento en condiciones óptimas y contar con los servicios exclusivos de un entrenador. En la Argentina esos costos se reducen notablemente. Un tenista que ronda el puesto 200 deberá arreglarse con una inversión que puede oscilar entre los 40.000 y los 60.000 dólares anuales. Eso implica no contar con un entrenador exclusivo (se suelen armar "pools" de entre dos y hasta cuatro jugadores con un coach) y hacer armados de giras con limitaciones.

La parte del entrenador es la que los jugadores sacrifican en función de su presupuesto. Dependerá del jugador y la afinidad que tenga con su grupo de trabajo. Una de las modalidades es cubrir los gastos del entrenador y darle el 40 por ciento de los premios que se puedan ganar. Esa planificación a veces conspira contra las posibilidades del tenista: se siente presionado porque debe ganar dinero para su subsistencia, para el entrenador que lo acompaña y para responder al plan de pagos de los sponsors privados que invirtieron en su carrera. Con todo eso, todavía, debe ocuparse del rival que está enfrente. Es demasiado. Y es para pocos.

Esa inestabilidad hace más costoso el intento para los jugadores que participan en los Challengers. En los Futures se gana menos dinero, pero son de inversión más barata y hay más oferta: suelen organizarse hasta 20 Futures por semana en todo el mundo. Un tenista top 200 ya tiene otras aspiraciones y eso deriva en tener que viajar más para poder armar un calendario que le rinda en lo deportivo y a la vez le resulte económico. Un ejemplo: un tenista que pierde en la clasificación del US Open puede ganar 7.000 dólares. De ahí tendrá que cubrir costos de pasaje, descuentos por impuestos, pago al entrenador según el arreglo que tenga. Le podrán quedar entre 1.500 o 2.000 dólares limpios. El siguiente paso puede ser un Challenger en Barranquilla, Colombia. Una oportunidad aislada en el mapa. Un tropiezo en primera ronda puede significar, al final del camino, terminar mil dólares abajo. Y vuelta a empezar el ciclo.

El fenómeno de abandonos por lesión en el US Open y la polémica por los jugadores que no dejan su lugar a otros para que compitan sanos, es la contracara de esta realidad. Se trata, como indican los números del Dr Bane, del 99 por ciento de los tenistas que pretenden acceder al 38 por ciento de los premios que dejan los jugadores top. Cuando se anuncia un aumento de los premios en los Grand Slam, lo que en realidad se dice, es que los ricos van a ser más ricos todavía. El tenista lesionado, cuando va por esos 39.500 dólares de la primera ronda, lo que busca es que la crisis, su crisis, la paguen los que más tienen.