lunes, 27 de marzo de 2023

Hallan en Colombia el primer tiburón de dientes planos de América

En Zapatoca investigadores hallaron restos de una nueva especie que vivió hace 135 millones de años.

¿Quién no le teme a un encuentro cercano con los dientes afilados de un tiburón? En la cultura popular películas como las de Steven Spielberg consiguieron crearles a estos animales una fama —en gran parte poco merecida— de temibles monstruos comehombres con un arsenal de navajas capaces de despedazar y desgarrar los miembros de las personas. Sin embargo, ni a los tiburones actuales tienen una especial predilección por incluir en su dieta a mamíferos tan pequeños como los humanos, ni siempre han contado en sus 400 años de vida y evolución en el planeta con esos dientes distintivos que conocemos.

Aunque resulte difícil de imaginar, hace cientos de millones de años existieron también tiburones con dientes planos, como piezas de dominó. Sus rastros fósiles habían sido hallados por los científicos en países europeos y africanos, y ahora por primera vez se cuenta con el registro confirmado de uno en territorio americano, más exactamente en Colombia, en el municipio de Zapatoca, en Santander.

Es, además, una nueva especie, descrita por el doctor Edwin Cadena, paleontólogo y director del programa en Ciencias del Sistema Tierra de la Universidad del Rosario, junto con su colega de la Universidad de Zurich, en Suiza, el doctor Jorge Carrillo. Un trabajo que se publica hoy en la revista internacional de acceso público PeerJ, y que pone de nuevo los ojos de los paleontólogos del mundo sobre los aportes que para esta ciencia se vienen haciendo en Colombia en los últimos años.

Bautizado como Strophodus rebecae este particular tiburón vivió hace unos 135 millones de años en el mar que cubrió lo que hoy es Colombia, durante el periodo geológico conocido como el Cretácico temprano. Un mundo dominado por los dinosaurios y grandes reptiles marinos.


El doctor Edwin Cadena en una salida de campo en Zapatoca.

Su descripción se consiguió gracias a numerosos dientes que a través de los años Cadena había recolectado durante su trabajo de campo en Zapatoca, lugar de donde es originario. Una vez él y Carrillo consideraron que tenían un arsenal de piezas similares suficiente, decidieron ‘meterle el diente’ al asunto, confiesa Cadena, quien también ha participado en importantes descubrimientos en territorio colombiano, como el de la Titanoboa cerrejonensis, que es considerada la serpiente más grande del mundo, y la Desmatochelys Padillai, la tortuga marina más antigua de la que se tiene registro.

“Empezamos a darnos cuenta que al igual que con los humanos, no necesitamos tener el esqueleto para poder saber si es una nueva especie o no. Hemos tenido especies de homínidos definidas solo con la mandíbula y los dientes, nuestra carta dental es única en cierto modo y lo mismo pasa con ciertos grupos de animales, como estos tiburones, que los dientes son muy particulares”, explica el doctor Cadena.

Además, porque es casi la única pieza con la que cuentan quienes estudian este tipo de animales, el resto del esqueleto no existe en el estudio fósil de la mayoría de los tiburones antiguos porque no hay osificación. En este caso los dientes se convierten en piezas clave para definir una nueva especie, como


Muestra de uno de los dientes planos de la nueva especie de tiburón.

Pistas por el mundo

Para reconstruir la identidad e historia de este tiburón Cadena y Carrillo partieron del análisis de las muestras que habían recolectado. “La ventaja es que teníamos muchaspiezas, una población estadística interesante donde podíamos ver la variación de las características de los dientes y decir si eran consistentes o no. Teníamos dientes que incluso estaban rotos y nos permitieron ver de forma natural el interior, cómo era la variación de la dentina (el tejido que se encuentra inmediatamente debajo del esmalte dental), del esmalte o de la raíz”, detalla el paleontólogo Cadena.

Esto les permitió conocer a fondo la población de este tiburón colombiano para poderlo comparar posteriormente con el registro que se ha hecho de sus familiares extranjeros en otras publicaciones científicas y con colecciones en Alemania, en Suiza y en Austria. Así determinaron que algunas características de los dientes que estaban estudiando, como la forma de las cúspides o puntas sobresalientes, eran totalmente diferentes al resto de tiburones que se habían encontrado en el mundo.

“Sin embargo, sí comparte con algunos detalles particularmente europeos y por eso es del mismo genero, Strophodus, pero la especie es nueva”, afirma Cadena, quien resalta de este nuevo animal su particular dentadura como un detalle interesante que rompe con el estereotipo que se tiene de un tiburón de dientes triangulares y afilados, perfectos para cortar, romper y rasgar.

“No todos han sido así. Los tiburones a través del tiempo han tenido diferentes adaptaciones evolutivas y ecológicas, y esta es una de ellas. Estos tiburones que encontramos no estaban adaptados para rasgar sino más bien para aplastar y por eso sus dientes son planos”, detalla el experto. Y continua: “Lo que hacían era que cuando venía la presa cerraban la mandíbula y, en lugar de generar ese rasgue, ocasionaban un aplastamiento”.

Eso les permitió alimentarse de la proliferación de invertebrados que en ese momento habitaban con Strophodus rebecae en la plataforma marina. Animales como los extintos moluscos conocidos como amonites, medusas y todo aquello que tuviese concha que escondía en su interior una parte blanda, alimento ideal para estos tiburones.

Aunque como predadores de seguro fueron superados por animales grandes de dientes afilados como plesiosaurios, ictiosaurios y cocodrilos marinos, de los que también se han hallado fósiles en Zapatoca. Un ecosistema marino de la antigüedad que fue recreado para esta investigación por el paleoartísta argentino Jorge Blanco, que puso a nadar a Strophodus rebecae junto a estos y otros animales que han aparecido en Santander, como la tortuga Notoemys Zapatocaensis, amotines y erizos de mar.



Representación de Strophodus rebecae y de otros animales del ecosistema en el que habría habitado.

De hecho, este municipio santandereano se ha consolidado como una de las localidades fosilíferas más icónicas de Colombia. Un lugar en el que reposan evidencias de cómo fue la vida en esta parte del mundo hace 135 millones de años, restos mucho más viejos que los que se han encontrado en Villa de Leyva o cualquier otro yacimiento en el país.

Lo que atrae a los paleontólogos de Zapatoca es que sus fósiles corresponden a un momento en el que se estaban produciendo en la Tierra cambios como la apertura del Océano Atlántico y la separación de Suramérica de África. "Todos los continentes empiezan a moverse, a desplazarse y entender cómo impactó eso en la vida, en las faunas tanto de reptiles, peces y tortugas, es clave. Este lugar nos puede ayudar a conectar lo que pasó en Norteamérica, Europa, Argentina y África con lo que pasaba en el norte de Suramérica”, explica Cadena.

Por ese motivo, hallazgos como el de Strophodus rebecae se convierten en otra pieza del rompecabezas que intenta reconstruir la comunidad científica, que evidencia que algunas de las faunas europeas, como este tiburón, también tenían presencia en lo que hoy es Ámerica, aunque con pequeñas variaciones.

Pero la importancia del descubrimiento de este tiburón de dientes planos también tiene que ver, en un plano más local, con expandir el conocimiento que se tiene de la historia de la diversidad de plantas y animales presentes en ecosistemas tropicales como el de Colombia. “Sabemos que el trópico es biodiverso hoy en día y gracias a las plantas hemos sabido que esa biodiversidad ha estado ahí por 60 millones de años, pero poco sabemos de mucho más atrás. Hace 100 o 120 millones de años, ¿cómo eran las cadenas tróficas? ¿Quién se comía a quien? ¿Eran lugares ideales para la proliferación de diferentes especies? Esto también responde como una parte de esa pregunta”, asegura Cadena.

¿Y lo que representa para Zapatoca? Este lugar en el que se han hallado los restos de algunos de mejores cocodrilos marinos y tortugas de Colombia, pese a su relevancia paleontológica no cuenta aun con un museo en el que sus habitantes puedan conocer sobre su historia. Para Cadena Strophodus rebecae debe ser una motivación para materializarlo. A la vez este animal se convirtió en un homenaje a una de las habitantes de este municipio: la madre de Cadena, Rebeca Rueda, de quien esta nueva especie recibe su nombre y quien para él ha contribuido indirectamente al avance de esta ciencia del país con la hospitalidad que le ha ofrecido a gran parte de los más importantes paleontólogos colombianos, que han encontrado en su casa una parada obligada para estudiar los secretos de los fósiles de la región.