martes, 30 de agosto de 2022

Hijos o mascotas? Conozca el impacto ambiental de cada uno


En muchos hogares jóvenes cada vez se populariza más la idea de tener animales y no hijos.

Dejar de tener hijos o no tener mascotas no detendrá el cambio climático; pero sí tiene impacto.

Tener hijos o no, como decisión individual, no es suficiente para detener la crisis climática que enfrenta hoy el planeta (aunque tenga un impacto). La misma conclusión funciona para las mascotas. Enfrentar la llamada “triple crisis planetaria”, que implica la pérdida de la biodiversidad, la contaminación y el cambio climático, requiere de soluciones estructurales que movilicen a todos los actores de la sociedad: gobiernos, industria e individuos.

Sin embargo, desde hace algunos años, a raíz de un estudio publicado en 2017 en la revista Environmental Research Letters, se popularizó la idea de que tener menos hijos era la acción más efectiva de una persona para reducir su huella de carbono. Según el estudio hay cuatro acciones individuales para afectar menos al planeta: tener una dieta vegetariana, volar menos en avión, no tener carro y tener menos hijos. Cada niño, en promedio, genera 58 toneladas de CO2 al año. Una cifra que varía, claro, dependiendo del país y la capacidad económica del niño o la niña.

Pero en la agenda actual, donde las mascotas han empezado a tomar espacios dentro de los hogares jóvenes, también ha surgido la duda, más allá de su efecto, de qué tan grande es la huella de carbono de una mascota.

Como hay muchos animales de compañía y todos consumen de maneras distintas y tienen impactos ambientales diferentes, en este artículo nos concentraremos en dos, las mascotas más comunes: los gatos y los perros.

Existe poca evidencia científica que entregue datos concretos sobre la huella de carbono de una mascota, pero la que hay deja claras dos cosas: el tamaño sí importa y el impacto de los animales va más allá de sus emisiones (al igual que el de los humanos).

La misma investigación que presentó las cuatro acciones para disminuir la huella de carbono individual en 2017 señaló que perros y gatos son responsables de una cuarta parte de las emisiones de gases de efecto invernadero generadas por la agricultura para el consumo animal. Este tipo de agricultura también es una de las mayores responsables, por ejemplo, de la deforestación de grandes bosques como la Amazonia, para cultivar allí soja y otros cereales consumidos por los animales.

Por otra parte, un libro escrito en 2009 por especialistas en vida animal encontró que un perro de tamaño mediano tiene una huella ecológica anual (no es lo mismo que la huella de carbono) del doble del tamaño que una camioneta que recorrió 10.000 kilómetros.

La huella ecológica, el número de hectáreas de tierra que se requieren para producir la comida que requiere un individuo así como para absorber sus residuos, de un gato, por ejemplo, es de 0,15 hectáreas, el de una Toyota Land Cruiser es de 0,41 hectáreas, el de un perro de tamaño mediano es de 0,84 hectáreas, y el de un perro de tamaño grande es de 1,1 hectáreas.

Lo que, en teoría, mostraría que el impacto de los animales de compañía es mucho menor que el de un hijo. Sin embargo, como indicaron Seth Wynes, de la Universidad de Lund, en Suecia, y Kimberly Nicholas, de la Universidad de la Columbia Británica, autores del estudio sobre impactos individuales publicado en 2017m aún existe muy poca información para darlo por hecho.

Por ejemplo, en los estudios analizados se habla mayormente del CO2 generado para producir la comida de los animales, pero no, por ejemplo, de los nuevos productos y servicios que las mascotas están consumiendo cada vez más: ropa, guardería, transporte, diferentes tipos de comidas, etc. Además, tampoco se habla de los impactos que también tienen las mascotas en uno de los factores que también afectan el planeta: la pérdida de biodiversidad y fauna, generada, por ejemplo, por los gatos y que ha debido ser regulada en países como Australia.

En todo caso, tener un hijo o una mascota es una decisión individual que trae consigo responsabilidades e implicaciones, y la huella de carbono que tengan estos puede ser también mitigada.

Al final, la crisis planetaria que enfrenta el planeta se resuelve con acciones y compromiso de todos: de los que tienen un impacto muy grande y de los que impactan muy poco.