domingo, 23 de mayo de 2021

Qué se sabe de la cueva de Voronia, lugar más desconocido de la Tierra

Es la segunda cavidad natural más profunda del mundo y solo los más atrevidos la han explorado.


Imagen de referencia. En 1905, Édouard Alfred Martel exploró por primera vez la cueva de Voronia.

De acuerdo con la Real Academia de la Lengua española la espeleología es la ciencia que estudia la naturaleza, el origen y formación de las cavernas, su fauna y su flora.

Los espeleólogos se adentran en exploraciones subterráneas, llegando a descender más de dos mil metros bajo tierra y, en medio de la oscuridad, atraviesan no solo rocas gigantescas, sino también pozos profundos, cascadas heladas y cavidades estrechas. Todo esto, con el objetivo de descubrir lo que oculta la corteza terrestre.

Fue así como a mediados del siglo XX, Édouard Alfred Martel, considerado el padre de la espeleología moderna, descubrió la segunda cueva más profunda conocida hasta el momento, Voronia (Krùbera Voronya).

Gracias a las expediciones a este lugar del planeta ubicado en los Montes de Gagra, República Autónoma de Abjasia, cerca de las costas del Mar Negro, se ha logrado establecer que la cueva Varonia tiene una profundidad de más de 2.700 metros, aunque los espeleólogos solo han llegado a los 2.197 metros.

Adentrarse en ella es considerado por los expertos una hazaña igual o más exigente a nivel físico y mental que escalar el Monte Everest.

Justamente, el periodista Gonzalo Núñez ha lanzado un libro que revela todo lo que se sabe sobre este escondido lugar. En 'Krùbera Voronya, la conquista del centro de la tierra', el autor narra las exploraciones que se han hecho al interior de la cueva e incluye los conocimientos y experiencia de Sergio García Dils, reconocido espeleólogo español.


Hallazgos de las exploraciones

Se ha logrado conocer que la cueva es una formación de caliza, es decir, es una roca que se forma de varios sedimentos y está compuesta, en su mayoría, por carbonato de calcio. Además, en su interior hay grandes cavidades que, según el libro, se conocen desde que fue descubierta por Martel, en 1905.

Pero debe su nombre a un grupo de expedicionarios soviéticos que, en 1960, descendieron 180 metros y la bautizaron en honor al geólogo Aleksandr Krúber.

Los años siguientes a la desintegración de la Unión Soviética, para los espeleólogos fue muy difícil aventurarse en su interior, especialmente a causa de la guerra civil en este territorio. Hasta que a principios de los ochenta Aleksandr Klímchuk llegó a Voronia para estudiarla.

Gracias a sus trazadores químicos descubrió que el interior de la cueva conecta con el Mar Negro y que en el macizo de Arábika había formaciones de roca caliza de más de 2.500 metros de espesor.

Ya en 1999 un grupo de ucranianos logró encontrar una entrada lateral a través de un pozo, hallazgo que permitió que más personas pudieran acercarse a explorar la zona, pues desde entonces, los espeleólogos han logrado descender mucho más al interior de Voronia.

Una hazaña que se narra en el libro de Núñez, quien también destaca los riesgos y la tenacidad de quienes se aventuran en esta cueva, pues deben pasar por numerosos pozos verticales, espacios inundados, oscuros y con aguas heladas y especialmente, por una temerosa zona conocida como la Gatera del Infierno, una cavidad de 40 centímetros de ancho y 300 metros de longitud.

Una experiencia que el fotógrafo de National Geographic Stephen Álvarez definió como un infierno.

“Fuera es el lugar más bello del mundo; dentro, un auténtico infierno”, afirmó.