domingo, 17 de marzo de 2019

Qué tan normal es la rabia en un niño?

La rabia es una emoción humana completamente normal, generalmente saludable, que se vuelve destructiva cuando no se reconoce o no se comprende. El médico psiquiatra José A. Posada Villa* habla de formas en que los padres pueden ayudar a canalizar este sentimiento de manera productiva y creativa. 

 

La rabia se considera una respuesta a una amenaza percibida para uno mismo o para otra persona. También es una respuesta a la frustración. La frustración ha sido reconocida durante mucho tiempo como un desencadenante de la rabia y la agresión.

Los niños tienen comportamientos como morder, gritar o golpear alrededor de los 18 meses de edad y estos disminuyen entre los dos y los cinco años a medida que aprenden formas más adecuadas de comunicar sus necesidades y deseos.

Cuando la ira se presenta con mucha frecuencia, se puede tratar de un problema mental en ciernes, por ejemplo, trastornos de ansiedad, depresión, déficit de atención con hiperactividad, conducta, aprendizaje o autismo, pero hay otras causas que son muy comunes, fáciles de detectar y susceptibles de manejo en el diario transcurrir de la vida del niño. Para ello es fundamental descubrir su posible origen. 

Causas más comunes de ira y sus posibles soluciones
Fatiga: Si antes de la crisis de rabia el niño se frota los ojos, bosteza o está muy inquieto, lo más probable es que simplemente está cansado. En este caso, facilitar el sueño o un descanso adecuado generalmente es suficiente.


Hambre: Los niños a menudo se enojan o se ponen de mal humor porque han pasado un tiempo sin comer. Es posible que reaccione de esa manera por un nivel bajo de azúcar en la sangre. En ese caso es simplemente ofrecerle una fruta o una porción de algún alimento saludable.

Un ambiente ruidoso y agitado: Si se observa enojado o irritable después de estar en un ambiente muy movido y ruidoso, es posible que su enojo sea por sobre estimulación. Se le debe proporcionar un sitio calmado o una actividad tranquila.

Sentimiento de impotencia: Cuando se le escucha al niño muchos ¡No! ¡No quiero!, es posible que se sienta impotente y simplemente se trata de una lucha de poder con un adulto que se siente enojado o amenazado por su comportamiento. En este caso, la clave es darle al niño tanto poder como sea conveniente a las circunstancias. Permita que tome más decisiones, asigne responsabilidades acordes a su capacidad, pida su opinión más a menudo y permita que, de manera supervisada, asuma las consecuencias naturales de sus decisiones. Los niños necesitan su cuota de poder.

Falta de atención: Si antes de que se enoje, es pegajoso, regañón o exige que se juegue con él, y es molesto su comportamiento, lo más probable es que esté enojado porque siente que no se le pone suficiente atención. Recuerde que los niños necesitan al menos 15 minutos diarios de tiempo exclusivo para recibir toda su atención, sin tecnología u otras distracciones, para sentirse seguros y amados.

Siente que no se le escucha: Si el niño se queja de que nunca lo oye o que no lo deja hablar, es necesario aprender maneras de escucharlo de manera adecuada.

Desplazamiento: Si la rabia ocurre después del colegio o de una reunión con amigos y amigas y se molesta en la casa por algo trivial, es posible que sea ira reprimida que se manifiesta cuando el niño siente que está seguro para expresar su molestia. Lo mejor que puede hacer es darse cuenta de que usted no es la causa del malestar del niño y que este solo está desahogándose de la rabia acumulada.

Sensación de abuso físico: Si el niño siente que lo cogen, lo abrazan o lo besan ?cuando él no quiere, puede responder con enojo.

Vulneración de sus sentimientos: Si alguien no lo tuvo en cuenta, le hizo un comentario despectivo o ha sido excluyente con él, también puede responder con enojo. Es importante saber que esta es una respuesta saludable.

Ansiedad: A menudo, el niño que está con rabia reacciona de esta manera porque está ansioso o temeroso. La recomendación es ponerse en su lugar y escucharlo.

Pataleta o berrinche: Básicamente, el niño está teniendo dificultades para hacer frente a una frustración y seguramente hacer una pataleta lo ha ayudado en otras ocasiones a lograr sus objetivos y por eso la está repitiendo.

Mala comunicación: Los niños a veces se sienten frustrados porque no pueden expresar verbalmente lo que quieren o necesitan. Este tipo de rabia a menudo se ve en niños pequeños y en niños con discapacidades comunicativas. Los niños pueden gruñir, gemir, gritar, apretar los puños, golpear, morder o incluso auto agredirse si se sienten frustrados.

Señales que deben preocupar 
Cuando las rabietas se producen después de los siete u ocho años y el comportamiento del niño lo pone en peligro a él o a otras personas. También hay que poner atención cuando la institución escolar informa que el niño con frecuencia pierde el control y su comportamiento está causando problemas.

Cuando el comportamiento está interfiriendo con la capacidad para socializar con otros niños y por ese motivo lo excluyen de juegos y reuniones infantiles.

Cuando las pataletas causan muchos conflictos en el hogar e interfieren en la vida familiar.

Cuando el niño siente que no puede controlar su rabia. La mayoría de los niños responden bien a una relación más estructurada, con respuestas tranquilas y consistentes de los padres con las que pueden contar.

Algunas recomendaciones clave
Resista la tentación de terminar con la rabieta de su hijo dándole lo que quiere cuando explote. Ceder solo le enseña que las rabietas funcionan.

Las respuestas duras o agresivas intensifican la rabia del niño, ya sea verbal o física. Al mantener la calma, también está enseñando con el ejemplo el comportamiento que desea ver en él.

Ignore los comportamientos negativos si no son graves y elogie el comportamiento positivo. La atención negativa como reprender o decirle al niño que se detenga puede reforzar sus acciones. En su lugar, elogie los comportamientos que desea fomentar.

El niño necesita saber cuáles son las consecuencias de los comportamientos negativos, así como las recompensas por comportamientos positivos y tienes que mostrarle que siempre cumples con estas consecuencias.

Espere a hablar hasta que termine la crisis. Es difícil razonar con un niño que está molesto.