viernes, 24 de noviembre de 2017

Las siete claves para una buena educación

Michele DiPietro, autor del libro ‘¿Cómo funciona el aprendizaje?’, estuvo en Colombia. Entrevista. 


Los estudiantes construyen conexiones con la información que reciben.

¿Cómo aprenden los estudiantes? La respuesta a esta pregunta no solo la tienen los profesores. Y los padres de familia, primeros y continuos educadores de sus hijos, deberían planteársela con más frecuencia e intentar buscar nuevas respuestas. 

Guiados por ese interrogante y con el ánimo de descubrir cuáles son las claves a la hora de generar espacios de aprendizaje, el italoamericano Michele DiPietro y otros cuatro expertos en educación se embarcaron en una investigación que les permitió establecer los siete principios fundamentales para mejorar los procesos de enseñanza y aprendizaje.

Cada uno de los autores del ‘bestseller’ ‘Cómo funciona el aprendizaje’ tiene, en promedio, 24 años de experiencia en el mundo de la educación. DiPietro, líder de la investigación, es director ejecutivo del Centro de Excelencia en Enseñanza y Aprendizaje de la Universidad Estatal de Kennesaw, en Georgia (Estados Unidos) y es miembro del Consejo de Administración del Consorcio Internacional para el Desarrollo Educativo. 

Para construir este libro, los autores se basaron en investigaciones de distintas áreas del conocimiento tales como la neurociencia cognitiva, la psicología social y del desarrollo, la antropología, la demografía y los estudios del comportamiento y el aprendizaje organizacional. 

Con más de 60.000 copias vendidas, el libro se ha convertido en un éxito editorial en Estados Unidos. El Centro para la Excelencia Docente y la Editorial de la Universidad del Norte lo tradujeron al español por primera vez e invitaron al autor a Colombia. EL TIEMPO lo entrevistó.

Los libros de educación no suelen ser ‘bestsellers’, ¿por qué este fue tan bien recibido?

Creo que su éxito radica en el tono que utilizamos. Las investigaciones y los datos que citamos no contradicen su practicidad. El libro cuenta con sugerencias comprensibles y aplicaciones a las que profesores y padres de familia puede acceder. 

El libro se titula ‘¿Cómo funciona el aprendizaje?’, ¿cuál es la respuesta a esa pregunta?

Los expertos han ofrecido muchas respuestas a ese interrogante; algunas de ellas, a mi parecer, bastante equivocadas. Para contestarlo, nosotros recogimos las teorías que han sido sustentadas con mayor rigurosidad en los últimos 15 años, y desarrollamos algunos puntos prácticos para que el lector comprenda cómo funciona el aprendizaje. 

¿A qué se refieren esos puntos?

En síntesis, al clima social, emocional e intelectual del entorno educativo; al bagaje cultural y los saberes de los estudiantes; a la organización del conocimiento, a la motivación, y al conocimiento práctico. 

¿Y cómo funciona la enseñanza?

La enseñanza depende del nivel de comprensión que el educador tiene de los procesos de aprendizaje. Cuando los entiende, sus prácticas educativas son más adecuadas y eficaces. La enseñanza depende, en otras palabras, de cómo pensamos el aprendizaje y de cómo adquirimos, procesamos, analizamos, aplicamos y transmitimos la información. 

Los padres también son educadores. ¿Cómo les puede ayudar este libro a ellos?

Todas las teorías que se exponen se pueden aterrizar en la cotidianidad. El libro contiene sugerencias para resolver cuestiones tan básicas como motivar a un hijo a hacer sus deberes o a limpiar su cuarto. 

¿La educación va por buen camino?

El uso de la tecnología ha ampliado el acceso a la educación y ha abierto paso a nuevas formas de aprendizaje que nos obligan a preguntarnos ¿cómo están aprendiendo los estudiantes? ¿Cómo sabemos si lo están haciendo? Y si no están aprendiendo, ¿qué podemos hacer para que lo hagan?
El reto de desaprender para aprender mejorLos principios

1. Reconocer los conocimientos adquiridos previamente

Los estudiantes llegan a sus clases con un bagaje de conocimientos, creencias y actitudes que pueden facilitar u obstaculizar el aprendizaje. Conocer sus raíces culturales permitirá integrar la información que se les proporciona con la que ellos ya poseen.

2. La forma en que los estudiantes organizan sus conocimientos influye en el proceso de aprendizaje y en la posterior aplicación de sus conocimientos

Los estudiantes construyen conexiones con la información que reciben. Si esas conexiones están correctamente organizadas y estructuradas, es probable que el aprendizaje sea mucho más efectivo y eficiente.

3. La motivación de los estudiantes determina, mantiene y orienta el aprendizaje

La motivación se ve afectada por al menos 3 elementos: las metas y expectativas de los estudiantes; la idea que ellos tengan respecto de su propia capacidad para aprender, y por sus experiencias emocionales frente al aprendizaje. El aprendizaje requiere, por tanto, una buena dosis de desafío, de seguridad y de diversión.

4. Para desarrollar su máximo potencial, los estudiantes deben adquirir habilidades, practicar para integrarlas a su comportamiento, y saber cuándo y cómo aplicar lo aprendido 

La práctica es indispensable no solo para entender los contenidos de las asignaturas, sino para asimilarlos de tal forma que, cuando se presenten situaciones reales fuera de la escuela, en otro contexto, el estudiante pueda aplicar sus conocimientos con agilidad.

5. Las prácticas dirigidas a metas, con la apropiada retroalimentación, mejoran la calidad del aprendizaje

Las prácticas deben tener objetivos identificables por el estudiante y un apropiado nivel de dificultad.

6. La capacidad que tiene el estudiante para desarrollarse depende del clima emocional, social e intelectual de su grupo y de su ambiente, e influye en su aprendizaje

El clima que crean los maestros en sus clases, al igual que los padres en sus casas, tiene importantes implicaciones para los estudiantes.

7. Para volverse capaces de dirigir su propio aprendizaje, los estudiantes tienen que aprender a autocriticar su desempeño y ajustar sus estrategias de estudio y práctica

Ningún aprendizaje escolar puede estar completo sin que el estudiante haya hecho suyo el hábito de aprender por su cuenta, y sin que sea capaz de dirigir ordenadamente su aprendizaje.