viernes, 7 de agosto de 2015

Cómo actuar en caso de picadura o mordedura

Primeros auxilios: Cómo actuar en caso de picadura o mordedura

Las picaduras de mosquitos y de insectos suelen producir una reacción inflamatoria localizada. Las molestias pueden atenuarse con la aplicación de compresas de agua fría, limón, vinagre o amoníaco. Si se trata de picaduras múltiples o si el niño es alérgico al veneno, puede desencadenarse una reacción general que requiere atención médica urgente.  Otros casos de picaduras requerirán tratamientos especiales:
  • Erizo de mar. Si en la playa el niño pisa un erizo de mar y se le queda clavada alguna púa, intenta extraerla cuanto antes: no lo hagas con unas pinzas, ya que lo más probable es que la púa se rompa sin que logres sacarla, sino arrastrándola con la punta de una aguja.
  • Abejas. Si la abeja ha dejado clavado el aguijón, intenta retirarlo sin que se rompa: lávate las manos y arráncalo con las uñas, o bien utiliza unas pinzas aferrándolo lo más cerca posible de la piel y tirando. A continuación, aplica hielo o una compresa de agua fría para reducir la inflamación y el dolor; cuando las molestias se hayan atenuado, desinfecta la zona de la picadura.
  • Escorpiones. La mayoría de las especies de escorpiones no son peligrosas, pero al picar pueden inocular sustancias irritantes que provocan un intenso dolor.  A fin de atenuarlo, conviene colocar la parte lesionada en agua bien caliente, para activar la circulación sanguínea.
Las mordeduras de animales deben ser tratadas como heridas normales, sólo que hay que tener en cuenta la posibilidad de vacunar contra la rabia si se trata de un animal salvaje o un perro desconocido. En cambio, si el animal que ha mordido al niño es una serpiente, conviene seguir otro protocolo:

  1. Mantén inmovilizada la parte afectada y aplica una bolsa de hielo sobre la herida.
  2. Si la asistencia médica inmediata no es posible, intenta succionar el veneno aplicando la boca sobre las marcas de la mordedura y escúpelo.
  3. Procura acelerar el traslado del niño a un centro sanitario donde puedan administrarle el antídoto correspondiente.
  4. Procura observar las características de la serpiente para describirlas a los especialistas, pero no intentes atraparla

jueves, 6 de agosto de 2015

Es su hijo muy tímido?; claves para estar atentos

Aprenda a reconocer a los niños con baja autoestima, inseguros y temerosos.

Los maestros y padres deben estar vigilantes ante las actitudes de aquellos niños que se aíslan y no se integran con sus pares.
Los maestros y padres deben estar vigilantes ante las actitudes de aquellos niños que se aíslan y no se integran con sus pares.

La timidez puede ser un rasgo de personalidad heredado. Hay niños tímidos porque su personalidad es más bien introvertida, y son callados y observadores. Esto está bien, pero hay que ayudarlos a que salgan de su concha y, además, identificar la raíz de esta timidez para saber qué impacto tiene en su funcionamiento social.
Los grados de timidez son importantes. Para empezar, tenemos uno leve cuando el niño es reservado, no quiere aventurar, pero poco a poco se va conociendo y adquiere la seguridad para relacionarse y experimentar su entorno.

La timidez en grado moderado ya le afecta su vida diaria, y puede escalar a un grado severo en el que ya hay una ansiedad social total porque la timidez amarra y atrapa al niño.
Por ello es importante detectarlo, pues no podemos dejar que esto crezca y que la situación llegue hasta que el niño tenga miedo de hacer todo y esto no le permita socializar, y pase de un estado leve a moderado o de moderado a severo.
Atienda las señales
La timidez siempre esconde un poco de inseguridad y, a veces, baja autoestima. Al niño tímido, que además es temeroso, hay que prestarle especial atención; algo le debe de estar pasando, pues sufre en silencio.
Por alguna razón le da miedo expresarse. Así que hay que ayudarle a vencer el obstáculo que ello representa. Hay que exponerlo poco a poco a aquellas cosas que le dan miedo, y brindarle grandes cantidades de estímulos positivos y de mensajes aprobatorios.
En algunos casos se ha encontrado que, además, es un niño que no entiende bien el medio social y percibe amenazas donde no las hay, así que sus esfuerzos deben ser reconocidos por sus padres y por los otros miembros de la familia.
Si tiene algún talento, apóyelo para que así empiece a creer en sí mismo, y a conocer sus habilidades y cómo usarlas. Además, el ejemplo que demos a los hijos es vital, ya que ellos imitan y si les enviamos el mensaje de inseguridad y nerviosismo, de seguro incrementamos su timidez.
Una timidez leve y ocasional es bastante frecuente y puede no ser motivo de preocupación alguna.
Cuándo es ocasional y cuándo crónica
La timidez ocasional es normal, sobre todo ante circunstancias desconocidas. Casi todos los niños, en diferentes etapas de la vida, pasan por un período de timidez. Se ve mucho, por ejemplo, en los adolescentes, que, ante tantos cambios físicos y emocionales, se desajustan y se ponen ‘tímidos’.
La timidez crónica es otra historia y hay que prestarle atención. Si el niño además es temeroso y sufre excesivamente por esto, usted debe buscar apoyo profesional para ayudarle a vencer su inseguridad.
Cuanto más pronto se empiece a enfrentar este problema, mejor será el pronóstico. Es necesario, entonces, acudir a un acompañamiento terapéutico que fortalezca y empodere al niño por medio de estrategias como el juego de roles, donde, a través de las dinámicas, se muestren al niño maneras asertivas de enfrentarse al mundo, desarrollando así un entrenamiento en habilidades sociales.
La timidez también es un mecanismo de defensa que utiliza el niño cuando se siente inseguro frente a una situación de alto riesgo o que le causa temor. El niño puede ponerse ‘tímido’ porque siente que este rol pasivo le ayuda a no enfrentar lo que le asusta.
La timidez no debe confundirse con depresión ni falta de motivación. Lo que sí es cierto es que al niño tímido hay que estimularlo muchísimo porque esta situación no le va a permitir hacer todas aquellas cosas que desearía.
La timidez lo puede convertir en un niño frustrado que fácilmente se llena de desesperanza. Además, puede desarrollar una autoestima muy baja debido a que continuamente va a tener la sensación de no haber logrado ningún objetivo.
Esto se puede prolongar a lo largo de su vida y volverse determinante a la hora de no poder ser exitoso en ningún área, ya que se impacta el funcionamiento global y llegan a ser adultos que no interactúan con su entorno y padecen un alto nivel de ansiedad. De hecho, la timidez crónica puede desencadenar y escalar a una fobia social, por la cual fácilmente caen en el abuso de sustancias que son el vehículo que utilizan, equivocadamente, para sentirse más capaces y seguros de sí mismos.
La timidez moderada ya es algo más estructural y se vuelve un patrón de relación para el niño. Hay que combatir esta timidez, pues indica inseguridad y dificultad en el manejo asertivo de la vida.
La timidez excesiva generalmente también es crónica y paraliza al niño o al joven. Estos son los que nunca logran expresarse y tienen problemas de represión serios. Es muy importante que los padres y maestros ayuden al niño a superar esa timidez extrema, ya que lleva rápidamente al aislamiento y aumenta los problemas de autoestima.
La ansiedad que acompaña a la timidez excesiva es, entonces, otro motivo de preocupación. Esta ansiedad generalmente es la que paraliza al joven y, poco a poco, lo va convenciendo de que él “no sirve para nada”.
Padres, atentos a no exagerar con las críticas que hacen a sus hijos. Ustedes no deben volverse un elemento más que les reafirme su inseguridad. Al cabo de los años, esto se convierte en un círculo vicioso del cual es difícil salir.

Que expresen sentimientos
Si usted tiene un hijo tímido, y más si lo es en grado extremo, estimúlelo diariamente y apoye su inteligencia social. Ayúdelo a socializar gradualmente, exponiéndolo a situaciones en las que interactúe, pero de forma paulatina y sin llevarlo a la frustración.
Comparta tiempo con él y valide sus pensamientos y creencias hasta que, poco a poco, desarrolle esa confianza en sí mismo, y un sentido de pertenencia que seguro le falta. Ayúdelo a poner sus sentimientos en palabras y enséñele que su cuerpo también comunica y envía mensajes con el lenguaje corporal (la mirada, la postura, la forma de caminar), así fortalece su seguridad y cómo se expresa. No deje que la timidez arruine la vida de su hijo; detéctela e intervenga.

miércoles, 5 de agosto de 2015

Cinco errores de TIC que cometen los padres

Los niños son 'duros' en el uso de tecnología, pero flojos ante sus riesgos.

Darle un celular a un niño pequeño es uno de ellos.

Darle un celular a un niño pequeño es uno de ellos.

Ser el responsable de la formación de un menor de edad en esta época es algo muy distinto y complejo a como era en “tiempos pasados”. Y la tecnología es una de las grandes causantes de ello. Lastimosamente, muchos padres cometen algunos errores que hacen más compleja la fórmula.
1. La tecnología no es un juguete. Un celular, una tableta o un computador no son para jugar (únicamente) o para que su hijo tenga mejor estatus en el colegio. No le está comprando un par de patines o una muñeca. Les está entregando un dispositivo que es la puerta de entrada a un mar de información, cosas nuevas y riesgos, para los cuales el menor necesita del acompañamiento e información previa de sus padres.

2. No hay que comprar todo lo que piden. Los videojuegos, por ejemplo, tienen restricciones de edad y no hay que comprárselos sin antes saber si es adecuado; un móvil avanzado y costoso será subutilizado, una consola de juegos es suficiente. Como en su empresa, la compra de tecnología necesita de justificación y análisis de costo/beneficio.
3. ‘Duros’ tecnológicos, pero flojos ante riesgos.Sí, los niños son muy buenos usando la tecnología, pero son los peores haciéndolo de manera responsable y con sentido común cuando no han sido formados correctamente. Compartirán la dirección de la casa, enviarán fotos íntimas y compartirán las contraseñas con otros, si no los acompaña en su uso. Es un error creer que esa 'destreza' también los va a proteger. 
4. Sin reglas, problema seguro. No acordar (u obligar) a reglas de uso de la tecnología es de los peores errores. Horas de navegación precisas, permisos para descargar aplicaciones e instalación de programas para monitorear sus actividades son algunas de las reglas que deben existir.
5. Todo a su edad. Antes de los 12 años no deberían usar redes sociales; ni tener móvil con plan de datos. He visto a niños con esas herramientas a los 6 y 7 años. ¿En qué estaban pensando sus padres?
El diálogo directo y franco sobre los riesgos que hay en línea se debe practicar en cualquier edad. Estamos en una época de mucha información, sin control, en donde debemos esforzarnos como padres para advertir a los más frágiles y vulnerables.

martes, 4 de agosto de 2015

Cómo varían las necesidades nutritivas con la edad?

¿Cómo varían las necesidades nutritivas con la edad?

Aunque los principios de una correcta alimentación son los mismos en todas las épocas de la vida, los requerimientos nutritivos y la adecuada forma de satisfacerlo varían considerablemente a cada edad. El sistema digestivo del bebé no está preparado para asimilar todos los nutrientes; el único alimento adecuado para él es la leche materna o la adaptada. Pero pronto hay que complementar las tomas con las primeas papillas y los primeros zumos.

Cuando la leche ya no basta
Durante el primer año de vida, el bebé necesita una elevada dosis de nutrientes porqué su peso se triplica; más adelante, poco a poco, debe acostumbrarse a los alimentos sólidos, aprender a masticar y empezar a comer solo. Todo ello en una época en la que los requisitos nutricionales son cualitativamente excepcionales –cualquier déficit puede perjudicar al desarrollo– y cuantitativamente destacados, ya que nunca más necesitará tanta cantidad de comida en relación con su peso corporal.

La época del crecimiento
Aunque a partir del segundo año de vida el crecimiento es menor, el aumento de peso y de talla continúa. El pequeño sigue teniendo unas especiales necesidades nutritivas: le hacen falta proteínas para su masa muscular en continuo desarrollo, calcio para los huesos que se alargan, hidratos de carbono para obtener la energía que gasta tanto en su crecimiento como en sus correteos, todo tipo de vitaminas y minerales… Las líneas maestras de su alimentación no difieren mucho de las del adulto, pero hay que controlar el aporte nutritivo; la alimentación ha de ser completa, diversificada y equilibrada.

El paso de niño a adulto
Llega un momento, el de la pubertad, en que el cuerpo del niño experimenta una asombrosa transformación: crecimiento notable, aparición de los típicos rasgos adultos y desarrollo de los caracteres sexuales secundarios. El gasto energético y los requerimientos nutritivos que necesita este cambio son muy elevados. No debe olvidarse que la constitución del cuerpo del adulto, aunque regida por factores hormonales, depende en gran medida de una correcta alimentación durante la pubertad. Sin embargo, el adolescente no suele preocuparse demasiado por lo que come y, con frecuencia, se deja guiar por modas que en poco o nada le benefician: tal vez sea ésta la última oportunidad para que los padres intervengamos en estas cuestiones y reforcemos los buenos hábitos dietéticos.

Recuerda…

  • Durante los primeros meses de vida, la leche materna o la adaptada satisfacen todos los requerimientos nutritivos del bebé.
  • A partir de los seis meses, el bebé necesita otros alimentos además de la leche. Con las papillas aprenderá a descubrir nuevos productos, sabores y texturas.
  • El niño alcanza una madurez alimentaria casi total al final del primer año de vida, por lo que al llegar a esta edad conviene que su dieta incluya todo tipo de productos; la única excepción la constituyen las legumbres, que sólo las podrá digerir correctamente al final del segundo año.

lunes, 3 de agosto de 2015

CÓMO PREVENIR LA ANSIEDAD INFANTIL?

¿CÓMO PREVENIR LA ANSIEDAD INFANTIL?

En ocasiones los niños tienden a preocuparse demasiado sobre determinados aspectos reales o imaginarios, que les llevan a generar estados de ansiedad y preocupación generalizada y excesiva. Las personas más próximas al niño tienen un papel muy importante en la prevención de problemas de ansiedad. Los padres y los educadores pueden reducir el impacto de las situaciones o acontecimientos vitales estresantes que viva el niño, pueden educarlo para potenciar sus recursos personales y pueden promover nuevas experiencias y fomentar hábitos de vida saludables. ¿Cómo?
Se van a exponer brevemente alguna de las pautas o líneas de actuación que los padres y cuidadores del niño deberían seguir para prevenir en la medida de lo posible que éste desarrolle un problema de ansiedad.
Los niños pueden carecer de recursos para afrontar de forma adecuada situaciones o acontecimientos vitales estresantes o traumáticos. La vivencia de una separación, de la muerte de un familiar o amigo, de un desastre natural (incendio, inundación), de un robo, de un accidente, etc. pueden superar la capacidad del niño para reaccionar de forma adaptativa. En estos casos, los padres o las personas próximas al niño deberían:
Hablar con el niño de todo lo que le preocupa, de cómo se siente. Permitir que se desahogue y exponga todas sus preocupaciones, dudas y sentimientos. No forzar al niño a hablar de sus sentimientos, estar disponibles cuando él lo necesite.
Actuar como modelos de conducta y afrontamiento de los problemas: los niños aprenden a actuar y a afrontar los problemas imitando y adoptando como propios los modos de actuación de personas cercanas a ellos.
Comprender lo importante que para el niño cada situación que vive. No hay que restar importancia a acontecimientos que para un adulto pueden resultar intrascendentes: una pelea con otro compañero, un cambio de profesor, la dificultad en alguna materia escolar, etc. pueden ser lo suficientemente significativas para que el niño se muestre preocupado.
Hablar con el niño de todo aquello que teme. ¿Qué es lo que le inquieta? ¿Qué es lo peor que puede pasar?
Adoptar una actitud propicia a la resolución del conflicto o problemas: ¿qué puede hacer el niño para solucionar ese problema? ¿Cómo puede hacerlo? ¿Está en su mano el solucionarlo?. Es importante que los padres o cuidadores no adopten un papel demasiado directivo: el niño debe aprender a solucionar sus propios problemas. Solucionárselos no enseña al niño a ser autónomo, sino a depender de los padres o cuidadores y recurrir a ellos cada vez que tenga un pequeño contratiempo.
Interesarse por la evolución del problema.
Animar al niño, reforzarlo por los avances.
Brindarle apoyo: los padres deben demostrar a su hijo que ellos estarán allí cuando él necesite ayuda; los profesores deben expresar al niño que ellos pueden ayudarle cuando tenga dificultades en sus tareas escolares.
Ayudar al niño a encontrar aptitudes, intereses y actividades. Reforzar y potenciar sus capacidades: animar al niño a mejorar sus habilidades en las tareas que realiza de forma deficitaria y, sobre todo, potenciar aquellas que más le gustan y que mejor o más fácilmente hace.
Corregirle cuando hace algo mal. Es importante que se critique su actuación, pero no su forma de ser. Es más adecuado decir ‘no has hecho bien la cama’ que ‘eres un gandul, torpe…’, mejor señalar ‘si hubieras estudiado más habrías aprobado este examen’ que ‘eres vago y tonto’…
Elogiarle por sus avances, por las cosas que hace bien. No exigir perfección ni rapidez. Valorar como válidos los resultados que vaya consiguiendo aunque no sean perfectos. A medida que haga las cosas le saldrán mejor y más deprisa.
No ser excesivamente sobreprotector. Se ha visto que los niños que están muy sobreprotegidos por sus padres tienen frecuentemente una baja autoestima. La sensación de podernos valer por nosotros mismos se construye día a día y depende de las actividades que realizamos y los problemas que afrontamos. Hay que dejar que el niño se enfrente por sí solo a sus problemas y que aprenda estrategias para superarlos. Los padres no estarán siempre ahí para resolver todos los problemas de su hijo.
En este sentido, es importante fomentar en el niño:
Una actitud activa dirigida a la resolución de problemas:
a) Valorar un problema como un desafío en vez de como una amenaza.
b) Creer que los problemas son resolubles.
c) Creer en la propia capacidad para resolver bien los problemas.
d) No esperar que los problemas se resuelvan por sí solos, no posponer la resolución del problema, no evitarlo.
e) Búsqueda activa de soluciones.
Está claro que no basta con animar al niño a actuar de esta forma, sino que los padres y otros cuidadores deben comportarse del mismo modo, actuar de modelos de conducta a seguir para el niño.
Para todo esto, es muy aconsejable que los niños tengan experiencias muy variadas. Esto les permitirá conocer a gente diferente y hacer amigos, conocerse mejor a sí mismos y saber cuáles son sus aptitudes e intereses más destacados, encontrarse con diferentes problemas y desarrollar habilidades y estrategias para resolverlos, etc. En definitiva, fomentar nuevas experiencias en el niño puede fortalecer su autoestima y sus recursos de afrontamiento y establecer una red de relaciones sociales.
El apoyo social es, sin duda, uno de los recursos más importantes para prevenir los problemas psicológicos, entre ellos los de ansiedad. Es importante fomentar las relaciones sociales del niño: dejar que realice salidas con otros niños, excursiones, dormir en casa de amigos, fijar una hora de regreso a casa que sea prudente pero no demasiado restrictiva…Cuantas más experiencias diferentes tenga el niño más estrategias desarrollará para afrontar problemas.

Si bien realizar diferentes actividades para potenciar las aptitudes del niño es aconsejable y saludable, y promover diferentes experiencias permite desarrollar estrategias para afrontar problemas y construir una buena red de apoyo social, no hay que excederse ni en la cantidad de actividades a realizar ni en lo que se espera de ellas. Los niños con un exceso de actividades extraescolares muestran cansancio, estrés y se sienten presionados. Tienen la necesidad de cumplir con todo y con todos y se dan cuenta de que no pueden. Esto puede repercutir de forma negativa en su salud mental.

domingo, 2 de agosto de 2015

Cómo ayudar a los adolescentes a gestionar sus emociones?

La adolescencia es una etapa de cambio en la que el niño sale de un mundo de protección para dirigirse a un futuro incierto. Para Nano López, coach especializado en pre-adolescencia y adolescencia, se hace fundamental identificar, aceptar y encauzar emociones, tareas en las que los padres deben ejercer una labor de apoyo y acompañamiento.
Convertirse en adulto puede ser un camino de espinas. Sin darnos cuenta, vamos evolucionando hacia el futuro y en muchísimas ocasiones no nos paramos a reflexionar o a hacer un descanso para saber hacia dónde nos dirigimos.
Dentro de este camino, la adolescencia es una etapa marcada por los cambios en la que salimos de un mundo de protección hacia un destino que ni siquiera nosotros mismos sabemos cuál es. Por ello, una de las bases más importantes para controlar esos cambios, esa ebullición hormonal, es aprender a gestionar nuestras propias emociones.
Por defecto se considera que tenemos cuatro emociones básicas que vienen 'de serie': ira, miedo, alegría y tristeza que, según los estudios realizados por Darwin sobre los actos de expresión de los seres humanos, son comunes e independientes de los orígenes culturales.
Lo que es importante saber es que estas emociones nos sirven para dirigir nuestras vidas y todas tienen una función importante en nuestro desarrollo. Por ejemplo, la ira, considerada por lo general como una emoción 'mala', puede servirnos para adaptarnos y proteger lo que consideramos que es nuestro. ¿Es bueno sentir ira? La respuesta es que depende de cómo actuemos con respecto a ella.

La búsqueda del equilibrio


Como padres no nos damos cuenta que somos los principales 'programadores' del software de nuestros hijos; una gran responsabilidad a la que muchas veces no damos valor. 
La adolescencia es, en este sentido, la etapa ideal para acompañarlos en ese desarrollo emocional, para lo cual es fundamental no olvidarnos de poner el foco en ellos y no en nosotros. 
Durante esta etapa, los adolescentes comienzan a afianzar muchos hábitos de futuro, por lo que tenemos que hacer que sean ellos mismos los que tomen conciencia de sus propias emociones y de cómo las viven.

Expresar, aceptar y orientar sentimientos y emociones


La herramienta más importante en este sentido es tomar conciencia de la relación que existe entre la emoción, su gestión y el comportamiento. 
En ese sentido, hay que enseñar a nuestros hijos a generar estrategias para aprender a expresar sus emociones tal y como las sienten. Haciéndolo, los jóvenes lograrán comprender su estado emocional y aceptar que los sentimientos y emociones deben ser 'regulados' para crear una estabilidad emocional que los ayude a prevenir estados negativos y, así, conseguir objetivos con mayor claridad.

Nano López es coach ejecutivo formado en la Escuela Europea de Coaching y socio de iNSide you, empresa especializada en ofrecer servicios de coaching personalizado para Pymes, adolescentes y coaching personal. 

sábado, 1 de agosto de 2015

Las malas notas no tienen que ser un drama

Fracaso escolar de algunos niños está relacionado con estrés, problemas en el hogar y rechazo.

A veces los complejos pesan en el desempeño académico.
A veces los complejos pesan en el desempeño académico.

A Johan Sebastián le sudan las manos, tiene una sensación incómoda en el estómago y el corazón le late muy rápido; está aterrorizado. Y es que este estudiante de décimo grado perdió tres materias y sus papás están a punto de darse cuenta de su incómoda situación en la entrega de notas del segundo bimestre académico.
Sebastián nunca había tenido inconvenientes para pasar el año. Esta vez, sin embargo, algo sucede. Simplemente perdió su capacidad para concentrarse en las clases.

No se trata, por supuesto, de un hecho aislado. Es más, coincidió con los problemas de pareja que empezaron a tener sus padres en los últimos meses, y aunque ellos se esforzaban por mantener la calma ante Sebastián, lo cierto es que él se dio cuenta desde el comienzo de que algo no marchaba bien.
Puesto todo en perspectiva, los especialistas no dudan en señalar que el desplome académico de Sebastián está directamente relacionado con la perturbación y el estrés causados por los problemas en su casa. En efecto, casos como los de este estudiante abundan, sobre todo por esta época del año, en que la mayoría de los escolares hacen corte de cuentas en los colegios. De acuerdo con María Elena López, psicóloga familiar, el pobre desempeño académico que de repente muestran sus hijos casi siempre es subestimado por los padres, cuyo primer reflejo es echarles la culpa.
“Los factores por los cuales el alumno no está rindiendo deben ser valorados antes de terminar el año. No es sensato atribuir, en su totalidad, a los hijos o al colegio la responsabilidad por los fracasos académicos. Los padres y el colegio deben detectar dónde está el problema”, explica López.
En efecto, ningún alumno desea que le vaya mal en el colegio porque eso no solo traerá como consecuencia problemas con sus padres, sino también en su autoestima y en la relación con sus compañeros y maestros.
En este sentido, la psicóloga Isabel Menéndez hace un llamado a las familias para que intenten escuchar antes de caer en el error de creer que las malas notas solo dependen de la voluntad del niño.
Factores que cuentan
Es amplio el abanico de situaciones internas y externas que les cuesta manejar a muchos estudiantes. Desde acoso escolar hasta dificultades de salud que no les permiten concentrarse como es debido.
En el caso de un adolescente, por ejemplo, puede acabar manifestando dificultades en el proceso de construcción de su personalidad, rechazo de sus compañeros o una negativa a hacerse mayor, entre otros conflictos.
Para Gloria del Carmen Tobón, subdirectora nacional del Campo de Psicología Educativa del Colegio Colombiano de Psicólogos, la falta de motivación para aprender también es una causa de bajo desempeño académico. “Los alumnos deben entender el valor de los saberes y se les debe enseñar que es más importante conocer que tener”.
La pedagoga Alicia Herranz llama, a su vez, la atención sobre aquellas situaciones que, como en el caso de Sebastián, pueden disparar bloqueos que les impiden concentrarse en sus estudios. “A veces –explica– no sentirse aceptado por los compañeros o no tener amigos puede hacer que se retraigan académicamente; también los complejos, como verse gordos o avergonzarse de llevar unas gafas o aparatos correctores de los dientes”, dice Herranz. En todo caso, la recomendación es que si el niño se siente rechazado de algún modo, es necesario actuar de inmediato para resolver esta situación.
Herranz pide tener en cuenta, además, que algunos problemas de salud como la anemia, la pérdida auditiva o los defectos de visión conspiran contra el rendimiento académico si no se corrigen a tiempo. Los chequeos médicos nunca están de más.
Como tampoco lo está hablar con los chicos cuando hay conflictos en el hogar. La idea es ser francos para transmitirles seguridad y quitarles preocupaciones que puedan repercutir en su vida académica.
López insiste en no actuar “como si fuera el fin del mundo” si las malas notas aparecen. De hecho, armar un drama es mucho más contraproducente.
Lo mejor es asumir que hay áreas en las que el estudiante debe mejorar y generar estrategias de cambio que pueden pasar, incluso, por la contratación de un profesor de refuerzo.
Para Carolina Piñeros, directora ejecutiva de Red PaPaz, este proceso debe ir acompañado del reconocimiento de los logros de los alumnos: no se debe resaltar solo lo negativo.
Por esta misma razón, es vital evitar expresiones hacia los hijos del tipo “bruto”, “me desilusionas”, “torpe”, “tú no puedes”, pues esto afecta gravemente su autoestima. Además, tener una mala nota ya es en sí misma una sanción que lo hará sentirse muy mal.
La producción de dopamina también influye
Distintos estudios han comprobado que la genética es también responsable del buen o mal desempeño académico en los estudiantes. Una investigación de la Universidad de Florida, por ejemplo, determinó que hay una relación entre la producción de dopamina (neurotransmisor cerebral relacionado, entre otras cosas, con el placer, la memoria y el aprendizaje) y asignaturas como el lenguaje, las matemáticas, la ciencia y la historia. Cuando la persona tiene gusto por alguna de estas materias, segrega más dopamina de lo normal, lo que -según el estudio- facilita su aprendizaje.
Otro análisis de la Universidad King’s College, de Londres, reveló que en asignaturas como inglés, matemáticas, ciencias, física, biología y química, los genes influyen más en las notas (58 por ciento), mientras que en materia de humanidades, como arte y música, los genes cuentan en un 42 por ciento.
A pesar de señalar el importante peso que tienen los genes en el éxito escolar, en el estudio se aclara que esto no implica que el ambiente que rodea a un niño no sea importante, pues influye en las notas en un 36 por ciento.