sábado, 24 de mayo de 2025

El instante en que empieza el abandono: lo que los gatos callejeros nos recuerdan de nosotros mismos



Una de las cosas que más me ha enseñado la vida es que no todo lo importante hace ruido. El abandono, por ejemplo, casi nunca grita. Sucede en silencio. A veces empieza con una distracción, otras con una excusa bienintencionada. Una mudanza, una alergia, una promesa de volver por ellos que nunca se cumple. Y lo que era un lazo, se convierte en olvido. Lo he visto con personas. Lo he sentido en la piel. Pero hoy quiero hablar de gatos. Porque el abandono también se ve en sus ojos.

Leí hace poco un artículo del New York Times sobre la crisis silenciosa de los gatos callejeros en Puerto Rico. Miles, tal vez cientos de miles, sobreviven en las calles, muchos de ellos descendientes de gatos que alguna vez durmieron sobre una cama caliente, fueron acariciados por niños y alimentados con croquetas de supermercado. Algo se me encogió adentro. Porque no estamos hablando de animales salvajes, sino de vidas que fueron amadas. Y luego, desechadas.

El abandono no empieza cuando el gato ya está en la calle. Empieza mucho antes: cuando deja de ser prioritario, cuando ya no hay tiempo para su caja de arena, cuando su maullido se vuelve molesto. Y esa forma de abandono me resulta muy parecida a lo que hacemos con nosotros mismos. Con nuestros sueños, nuestras emociones, nuestras relaciones. A veces nos abandonamos sin darnos cuenta. Dejamos que lo urgente le gane a lo esencial. Perdemos el contacto con lo que un día fue amado.

Y es que los gatos tienen algo que no todos los humanos sabemos ver: dignidad silenciosa. No suplican. No arman escándalos. Simplemente se van. Se esconden. Se adaptan. Y en ese gesto tan sutil, está toda la tristeza del mundo. Porque lo natural no debería ser la calle, el hambre, la enfermedad, la soledad. Lo natural debería ser el vínculo. La permanencia. La responsabilidad afectiva.

Mientras leía sobre los refugios sobrecargados, las iniciativas ciudadanas, la falta de esterilización, me sentí atrapado entre dos emociones: la rabia y la ternura. Rabia porque pareciera que siempre hay presupuesto para cosas enormes pero nunca para lo que construye humanidad. Ternura porque siempre hay alguien que, con lo poco que tiene, sigue alimentando una colonia de gatos, esterilizando por su cuenta, ofreciendo agua limpia en una esquina olvidada.

No se trata solo de animales. Se trata de lo que decimos de nosotros mismos al tratarlos como desechos. Se trata del tipo de sociedad que estamos creando. Porque, como escribí en uno de mis blogs, "Nos parecemos a lo que cuidamos", y también a lo que abandonamos. Si dejamos a un ser vivo en la calle sin mirar atrás, ¿qué dice eso de nosotros? Si justificamos el abandono con frases como "es solo un gato" o "ya encontrará otro hogar", ¿no estamos también normalizando que lo descartable es aceptable?

Tal vez por eso vuelvo tanto a las palabras de Mensajes Sabatinos, donde se nos recuerda que la espiritualidad empieza en lo cotidiano. En el cuenco de agua fresca. En la sombra que le dejas a un animal en un día de calor. En la coherencia entre lo que dices que crees y lo que realmente haces.

Yo no tengo la solución a esta crisis. Pero sí tengo la convicción de que el cambio empieza por mirar. Por no desviar la mirada cuando veas un gato en la calle. Por educar, esterilizar, compartir este tipo de temas. Por adoptar en vez de comprar. Por hablar de esto en familia, en redes, en la universidad. Porque el abandono no se soluciona con compasión momentánea, sino con una conciencia que se transforma en acción.

A veces me pregunto si los gatos sabrán que fueron dejados. Si entenderán la traición. Y aunque no hablen, yo creo que sí. Porque la memoria emocional no es solo humana. Y porque el corazón de un ser vivo siempre registra el vacío. Por eso me duele pensar que tantos de ellos están esperando algo que nunca volverá. Y por eso creo que nuestra responsabilidad no es salvarlos todos, sino evitar que haya más historias así.

🌐 Imagen sugerida para este blog: Ilustración artística con estilo realista: un gato solitario sentado sobre una vereda desgastada al atardecer, con una mirada triste pero serena. Al fondo, la sombra de una casa y una ventana abierta. Colores: tonos tierra, naranja suave, azul gris. Emoción: melancolía, dignidad, esperanza.

📢 LLAMADO A LA ACCIÓN FINAL ¿Sentiste que esto te habló directo al corazón? Escríbeme, cuéntame tu historia o compártelo con quien sabes que lo necesita.

Agendamiento: Whatsapp +57 310 450 7737

Facebook: Juan Manuel Moreno Ocampo

Twitter: Juan Manuel Moreno Ocampo

Comunidad de WhatsApp: Únete a nuestros grupos

Grupo de WhatsApp:    Unete a nuestro Grupo

Comunidad de Telegram: Únete a nuestro canal  

Grupo de Telegram: Unete a nuestro Grupo

👉 “¿Quieres más tips como este? Únete al grupo exclusivo de WhatsApp”.

— Juan Manuel Moreno Ocampo
“A veces no hay que entender la vida… solo vivirla con más verdad.”

No hay comentarios.:

Publicar un comentario