viernes, 22 de mayo de 2020

Babyccinos: cuando el café es cosa de niños

Los babyccinos son una de las grandes tendencias gastronómicas entre los pequeños de la casa. Esta bebida inspirada en los capuchinos se ha convertido en una de las favoritas de niños y niñas en todo el mundo. Os explicamos cómo se origina y el por qué de su éxito. 


Su nombre lo deja bien claro: el babyccino es la unión de las palabras “baby” y “cappuccino”, dos conceptos que no parecen encajar a primera vista pero que se han convertido en aliados perfectos. El resultado es una bebida en pequeño formato pensada para el disfrute de los benjamines de la casa. Con los babyccinos, estos pueden imitar la costumbre de tomar un café después de la comida y sumarse así a una tradición bien arraigada en la mayoría de familias. Y lo pueden hacer sin tener que consumir cafeína, ya que esta elaboración solo utiliza café descafeinado, leche y cacao en polvo al gusto.

Un poco de historia del babyccino 

Esta elaboración nació hace más de una década en Australia y Nueva Zelanda, donde se empezaron a elaborar babyccinos especialmente pensados para niños y niñas que acompañaban a sus padres a cafeterías y restaurantes hípster. La bebida, que en un principio aprovechaba la leche que sobraba de las jarras y se ofrecía de manera gratuita a los visitantes, se fue expandiendo en el mundo anglosajón. El gran boom se vivió en Nueva York, especialmente en el barrio de Brooklyn, donde las cafeterías añadieron rápidamente los babyccinos en sus cartas. Una moda, la de dejar que los niños y niñas beban café descafeinado, que también se ha ido integrando poco a poco dentro de las casas.

Receta original y versiones posteriores 

Aunque hay numerosas versiones del babyccino, la clásica se elabora con leche, leche espumada y cobertura de cacao en polvo, normalmente servida en tazas pequeñas con dibujos. De hecho, la receta original dicta que debe tener un 20% de leche y un 80% de espuma, y se tiene que servir templada para evitar que los pequeños se quemen. Con el tiempo, han ido apareciendo diversas versiones de la bebida, siendo la más popular la que mancha el babyccino con un poco de café descafeinado. De hecho, esta receta se ha hecho tan viral que muchas personas ya no conciben un babyccino sin un poco de café. Por lo que se refiere a los toppings, estos van desde la canela en polvo hasta las pepitas de chocolate o los trozos de nube. En las cafeterías, además, es habitual que los baristas dibujen divertidas imágenes sobre la espuma de la leche. 

Niños, niñas y café descafeinado 

La cuestión sobre si los niños y niñas pueden o no beber café descafeinado despierta polémica entre algunos padres. En una entrevista reciente para Objetivo Bienestar, la nutricionista Lucía Martínez explicaba que “un café descafeinado no contiene ningún componente malsano. Así que es mucho mejor esa opción que tomar un refresco de cola”, resaltando el hecho de que, aunque no es un producto tan polémico, un refresco tiene más cafeína y azúcar que un descafeinado. “Dar un refresco de cola a los niños está muy normalizado, nadie se alarma; en cambio, un café descafeinado sí que lo hace”, señala la nutricionista, que juntamente con Aitor Sánchez ha publicado el libro ¿Qué le doy de comer? Una guía para que los más pequeños coman de forma saludable. Por otro lado, Martínez señala que “es mejor dar un vaso de leche con una manchita de descafeinado que un vaso de leche con dos cucharadas de cacao azucarado”. 

Para niños y no tan niños 

Aunque los babyccinos no están pensados para los adultos, esta bebida no tiene por qué limitarse solo a los babies de la casa. De hecho, se trata de una gran alternativa para tomar café bien entrada la tarde, si no queremos que la cafeína nos interfiera en el sueño, o para hacer una entretenida merienda en familia. Por otro lado, también es una opción para introducir a los niños y niñas en el mundo del café, no sólo como bebida sino como tradición gastronómica. Con un babyccino sobre la mesa, invitamos a los pequeños a quedarse más tiempo en las comidas familiares y a participar de las conversaciones del día a día. Una buena manera de premiar a nuestros mini foodies con una propuesta divertida y llena de sabor.