miércoles, 22 de enero de 2020

La batalla contra plásticos de un solo uso que se libra en el Congreso

Juan Carlos Losada es autor de proyecto que busca prohibir cubiertos, vasos y pitillos de plástico. 


Los plásticos de uso único (platos, vasos, pitillos, bolsas, botellas de agua, entre otros) comprenden cerca del 56 por ciento del consumo total local. 

Si no se toman acciones inmediatas, en el 2050 habrá más plástico que peces en el mar, denuncia la ONU. Sería como ir a un arrecife y, en lugar de ver corales y peces, encontrar un montón de bolsas y cubiertos plásticos. Se trata de un problema ambiental de dimensiones descomunales que no es ajeno a Colombia. Aquí, según la organización Greenpeace, hay un consumo aproximado de 24 kilos de plástico per cápita al año, y los de uso único (platos, vasos, pitillos, bolsas, botellas de agua, entre otros) comprenden cerca del 56 por ciento del consumo total.

No hay que ir muy lejos para ver lo que está pasando en nuestros océanos y ríos. Hace apenas una semana, una inmensa isla de basura y plástico de 18 kilómetros desembocó en las playas de Puerto Colombia, Atlántico. Una consecuencia directa de una estadística que empieza a ser apocalíptica: en Colombia, los ríos Magdalena (que desemboca en el océano Atlántico) y Amazonas se encuentran entre los 20 más contaminados por plástico en el planeta, según Greenpeace.

La batalla contra el plástico se plantea dura y sin tregua, y en Colombia apenas se empieza a librar en el Congreso. El proyecto de ley 175-2018C –que ya pasó su primer debate en la Comisión Quinta de la Cámara con una aplastante votación de 17 votos a favor y ninguno en contra– propone prohibir en el territorio nacional la fabricación, importación, venta y distribución de plásticos de un solo uso para 2021, y para 2025 los de mayor complejidad, como colillas de cigarrillo y bolsas plásticas. El autor de esta iniciativa es Juan Carlos Losada, representante a la Cámara por Bogotá del Partido Liberal. 

¿Qué tan grave es el daño que le estamos haciendo a Colombia con los plásticos de un solo uso?

Según los datos del foro de la Procuraduría, Colombia es el primer contaminante del mar Caribe. Es un dato aterrador, sabiendo que nuestros vecinos (como México y EE. UU. ) son países mucho más grandes. Colombia está poniendo en el mercado un billón de toneladas plásticas al año y, si hacemos caso a las cifras de reciclaje del Departamento Nacional de Planeación (DNP), reciclamos solamente alrededor del 20 %, lo que quiere decir que todo el resto va a nuestras costas y suelos.

Pero el DNP se plantea apenas el 17,3 por ciento como objetivo para 2030. ¿Significa que ya estamos por encima de la meta?

Hay una contradicción. ¿Cómo puede ser que ya estemos por encima de la meta? Y a mi juicio, lo que revela esa contradicción es una enorme mentira de la industria plástica y, por supuesto, de quienes dentro del Gobierno Nacional tienen simpatía con esta. Algunas personas de la Andi han dicho que ellos creen que el reciclaje de productos plásticos no sobrepasa el 10 %.

¿Por qué es tan baja esa cifra?

Porque tenemos un sistema de reciclaje muy débil. Mientras les sigamos pagando por peso a los recicladores, ellos van a seguir metiendo todo tipo de artículos dentro de la basura por la que les pagan; ese es un primer factor. El segundo es porque aquí no ha habido voluntad política para mejorar el sistema de reciclaje, ni tampoco voluntad de las empresas que deberían tener responsabilidad extendida y hacerse cargo de los materiales que ponen en el mercado.

¿Quiénes se oponen a su proyecto?

La industria plástica no se imaginó que la votación en la Comisión Quinta fuera a ser tan contundente en el primer debate: 17 votos a favor, 0 en contra. Y para el segundo debate están empezando a mover a sus amigos tanto en el Congreso como en los medios de comunicación. Se siente en el aire que el ‘lobby’ de los plásticos ya empezó a moverse. 

¿Teme que se hunda el proyecto?

Está en el mayor interés de las empresas de plástico poder hablar con nosotros para concertar planes, soluciones y tiempos, no que el proyecto se hunda. No puede ser que el interés de algunos privados esté por encima del derecho colectivo de los colombianos, que es un medioambiente sano.

¿Cómo se lucha contra los hábitos de consumo en un país que adora los domicilios?

Este país y la humanidad en general van a tener que hacer cambios culturales profundos. Y es que a nivel mundial se entregan diez millones de bolsas plásticas y un millón de botellas PET, empaques de tereftalato de polietileno (un tipo de plástico) para bebidas por minuto, algo absolutamente insostenible. Lo que no es aceptable es que las industrias señalen al consumidor como responsable. En Bogotá, por ejemplo, está comprobado que el consumidor per cápita usa menos bolsas plásticas y, aun así, el número neto de estas sigue al alza. No es una cuestión solo de educar al consumidor: también a las empresas.

Hace un año y medio se implementó el impuesto para desincentivar el uso de las bolsas plásticas, ¿ha funcionado?

Si bien ha disminuido el consumo de bolsas plásticas, esto se debe más a un cambio de conciencia que al impuesto como tal. Muy pocas personas van a dejar de pagar 30 o 40 pesos por una bolsa. El impuesto resultó siendo una forma de recaudo para las empresas, que ganaron más de 40.000 millones de pesos por esta vía.

¿Se puede promover esta conciencia o es algo generacional?

La última generación ha crecido con el pánico climático, lo que no quita que la mayoría de personas entendamos que estamos en una crisis. El clima ya cambió, el único tonto capaz de negarlo se llama Donald Trump. Ahora nos dimos cuenta de que hemos hecho algo que no es correcto y debemos corregir el rumbo. Porque si no hacemos algo ya, no tendremos salida.

El presidente de Acoplásticos, Daniel Mitchell, le dijo a la revista ‘Dinero’ que, de aprobarse la medida, más de 100.000 empleados directos de la industria del plástico se verían afectados. ¿Cómo enfrentar eso?

Las empresas que venden productos envasados en plásticos van a tener que envasarlos en algo más. No es que se vaya a acabar la industria, sino que se va a transformar. Por ejemplo, no van a dejar de producir agua embotellada porque estén prohibidas las botellas PET, simplemente buscarán otros envases. Los empleos seguirán ahí para que las personas produzcan materiales alternativos; pero nos estamos jugando más que los 100.000 empleos: ¡Está en nuestras manos el futuro de 44 millones de colombianos!

Desde la Andi afirman que el plástico garantiza la calidad de algunos alimentos y disminuye el desperdicio, ¿qué opina?

El problema es que la Andi tiene la terquedad de defender todos los plásticos. Si los empresarios garantizaran responsabilidad extendida del productor y fortalecimiento de la economía circular con ese tipo de plásticos, nosotros podríamos dejar que sobrevivan. Pero ellos quieren seguir empacando todo en plástico, hasta los casquitos de mandarina, eso es injustificable.

¿Cómo afectan la salud humana los desechos plásticos?

Llegan al mar, se disuelven y descomponen hasta que son consumidos por aves o peces que, a su vez, consumimos nosotros. Según el documental ‘Plastic Ocean’, el 100 por ciento de los peces que se consumen hoy en Europa están contaminados de microplásticos, al igual que más del 60 por ciento de los que son pescados en el océano Pacífico. Esto hace que los seres humanos nos estemos comiendo en promedio, vía microplásticos, una silla Rimax al año. Nadie en su sano juicio se comería una silla.

¿Cree que las nuevas generaciones obligarán a las compañías a transformarse o es una utopía?

Creo que ya lo están haciendo. Ahora, a la gente le da pena tomar bebidas con pitillo en los restaurantes. Además, el liderazgo ambientalista de la joven sueca Greta Thunberg está dando a las viejas generaciones una lección de que no permitirán que el planeta se convierta en un infierno. Le tengo la más grande fe a que las nuevas generaciones, que son más conscientes de las implicaciones ambientales de sus actos, van a terminar imponiendo un criterio distinto a los productores. Gremios piden vías alternas

Un consumo racional e incentivos para estrategias de reciclaje son las alternativas que los gremios plantean a la problemática. En un comunicado conjunto, publicado a finales de mayo, voces de la Andi, Fenavi y otras agremiaciones se pronunciaron sobre el proyecto de ley. El sector, que sostiene que es fuente de sustento y trabajo de 60.000 familias en todo el país, cree que la transformación de su labor debe dirigirse hacia una economía circular en lugar de promover las prohibiciones. Según el director de la Cámara de Alimentos de la Andi, Juan Camilo Montes, el plástico “garantiza la inocuidad y calidad de los alimentos, aumenta su vida útil y disminuye el desperdicio”. Y para el presidente de Acoplásticos, Daniel Mitchell, el “prohibir los productos plásticos tendría una serie de consecuencias económicas, sociales y ambientales”, mientras que si “se promueve la economía circular y el reciclaje se solucionaría el desafío de los residuos plásticos y se generarían nuevas fuentes de empleo, ingresos y nuevas tecnologías”. Tres municipios ejemplo

Tres municipios colombianos son ejemplos recientes de medidas para reducir el consumo de plásticos. Desde febrero, Nobsa, municipio de Boyacá reconocido por sus postres, adelanta campañas que buscan que los comerciantes usen empaques hechos con fécula de maíz, bagazo de caña o cartón. En el mismo departamento, la alcaldía de Iza, cuya plaza alberga unos 30 puestos de venta que despachan entre 150 y 200 manjares cada fin de semana, estableció una medida similar con platos y portaplatos elaborados con tamo de caña de maíz y el bagazo de arroz. El pasado 27 de mayo, la administración municipal de Guatapé, Antioquia, anunció un acuerdo, pionero en su clase, que prohíbe el poliestireno expandido (EPS), los pitillos, vasos y mezcladores de plástico o polipropileno. 

La medida empezará a regir en seis meses, pero mientras tanto, además de campañas educativas, la administración propone brindar incentivos a las empresas que dejen de comercializar y utilizar plásticos de un solo uso, incluyendo el icopor.