jueves, 29 de abril de 2021

Acompañar al estudiante, tarea de todos


Los padres deben acompañar a sus hijos. La ayuda profesional, una opción. Tenga en cuenta las recomendaciones. Proceso.

La formación de un menor es un proceso compartido entre la academia y la familia y, en ese sentido, los docentes y demás funcionarios de las instituciones, sumados a los padres, deben acompañar en las distintas etapas de la escuela, colegio y universidad.

Sin embargo, son los progenitores los que están llamados a enfocarse en el comportamiento de sus hijos, esto para que los resultados sean del todo positivos en los espacios que viven como alumnos.

José Fernando Vélez Trejos, psicólogo y docente universitario, precisó: "El mundo escolar en la vida de los seres humanos es muy importante, ya que recoge todo lo que es la formación para la vida. La academia es fundamental desde la experiencia con otros. Crecer duele menos, si los padres acompañan. Se vale la ayuda profesional", resumió.

El experto habló de los cambios que se viven en la escuela y el colegio; también en la universidad:

En la escuela y el colegio

La adaptación, en estos periodos académicos, toca a los alumnos que apenas entran, a los que cambian de año, a los que perdieron el año y tienen que volver a repetirlo, a los que pasan de colegio y hasta a los que cambian de institución educativa y ciudad.

Vélez Trejos dijo que en estos panoramas posibles es inevitable que el menor de edad se enfrente a cambios. Apuntó que sentimientos como el temor y la ansiedad son normales en este periodo y es allí cuando afloran múltiples preguntas.

"Cuando pasa de séptimo a octavo, por ejemplo, es común que se cuestione por lo que verá en el nuevo grado y los retos que le plantearán las asignaturas desconocidas. A partir de ahí, suelen preguntarse si serán capaces, pueden comparar sus experiencias con las de sus padres".

Esos comentarios de los progenitores, que pueden no estar cargados de la intención de asustarlos -según el profesional-, generan el efecto contrario. Recomendó ser muy prudentes en el lenguaje y mostrarse muy humanos al contar anécdotas.

"Los padres tienen que acompañar a sus hijos y tomar el rol de amigo. Se deben mostrar prestos a escuchar para que los niños u adolescentes no se sientan solos. Así se sentirán cómodos a la hora de pedir ayuda o un tutor, en caso de necesitarlo. Tampoco se debe llegar al extremo de hacerles las tareas, es solo involucrarse un poco en ellas", agregó.

Cuando pierden el año y empiezan a repetirlo, advirtió Vélez, se deben dejar atrás los señalamientos y los recordatorios insistentes de lo que pasó, puesto que ello genera una angustia exagerada, con lo que no se va a lograr nada positivo. Mencionó que alegar no sirve de nada.

"El año que se repite debe servir como una oportunidad para unirse en familia, con la intención de beneficiar al hijo. Los padres deben estar dispuestos a alentarlos y prestos a acompañar esa área en la que no se tuvo un buen desempeño. Se debe hablar en plural: 'Este año tenemos que mejorar en...', frases de ese tipo", subrayó.

Los que cambian de colegio se sienten nerviosos -regularmente- por lo que encontrarán en la nueva institución: los docentes, los amigos, las rutinas, las materias, etc. Se recomienda que los padres estén atentos a cualquier señal o comentario.

"Aquellos que cambian de institución educativa y ciudad suelen tener una doble preocupación. Algunos padres se distraen y descuidan al menor: el hombre está, tal vez, pensando en su nuevo trabajo; y la mamá en todo lo que implica la instalación del hogar y/o su empleo. No deben olvidarse del pequeño", añadió.

En todo caso, resaltó Vélez, los padres deben valorar el comportamiento de los hijos, esto porque pueden ser víctimas de matoneo. Los niños, pero sobre todo los adolescentes, son muy crueles y pueden burlarse casi de cualquier cosa: el acento, el aspecto físico, etc.

En la universidad

La llegada a la universidad está acompañada de un miedo terrible, según el psicólogo Vélez Trejos. Saben que es un tiempo de responsabilidad y que define su futuro con nuevas experiencias.

"Están motivados por los procesos de sus hermanos, primos y/o conocidos; y por esa idea de la independencia absoluta. El bombardeo de preguntas de los papás suele incomodarlos y algunos hasta se tornan rebeldes. Están en la adolescencia media (de 15 a 20 años), la más maluca de todas".

Debe educárseles en el sentido de la libertad, más no del libertinaje, sugirió Vélez. Darles ciertos espacios y responsabilidades, pero seguir su comportamiento de cerca, antes de que todo se salga de las manos y pongan en peligro su integridad o carreras.

"A un niño de escuela, a un muchacho de colegio, se le levanta para estudiar. Un universitario debe ser autónomo y entender que esa es su obligación; debe estar empoderado de lo que debe hacer. No es el extremo de hacer lo que les dé la gana".

En el cambio de semestre, dijo Vélez, se les debe recordar que avanzar en su formación implica -cada vez más- mayor responsabilidad. Algunos maduran muy fácil en ese sentido, a otros se les dificulta un poco, por lo que los padres deben acompañarlos.

"El llegar a la práctica profesional genera en los hijos nuevas emociones, por lo que se debe guiar en su primer empleo. Tampoco deben convertirse en una carga eterna, los padres tendrán que equilibrar", suguirió el también docente universitario.