domingo, 4 de mayo de 2025

Cuando el amor de pareja se vuelve peso: lo que nadie te cuenta sobre criar desde la carencia

 


Reflexiones de un hijo, un joven y un observador de vínculos que sí dejan huella


Hay cosas que uno no elige, pero igual lo marcan. Como la forma en que se aman —o se hieren— tus padres cuando tú apenas estás aprendiendo a hablar. Como el clima emocional de una casa donde las emociones no se dicen, pero se respiran. Como el tono de una discusión que no te grita a ti, pero igual te hace temblar.

He vivido lo suficiente para notar que no todo lo que nos forma es visible. A veces no es lo que te dicen directamente, sino lo que no supieron resolver entre ellos. Hace poco leí un artículo de Psyciencia que hablaba de cómo el apego romántico en las parejas puede influir, sin que lo noten, en cómo educan a sus hijos. Y me hizo ruido. Mucho. Porque no se trata solo de “cómo son como papás”, sino de cómo se tratan como pareja, y cómo esa relación afecta lo demás, incluso lo que debería ser incondicional.

El texto decía que cuando en una relación uno de los dos (o ambos) tiene un apego ansioso, la crianza se puede volver más dura, más reactiva, más autoritaria. ¿Por qué? Porque el estrés que no se resuelve en la relación termina saliendo en la relación con los hijos. Como si el niño o niña se volviera un canal de descarga emocional de lo que no se dijo, de lo que no se curó. Y eso… eso es fuerte.

Yo no soy papá, pero sí he sido hijo. Y como joven, también he sido observador. He visto muchas veces cómo los adultos que no se miran a sí mismos proyectan en sus hijos lo que no se atreven a enfrentar. Papás que castigan con rabia cosas que en realidad les recuerdan a su pareja. Mamás que se refugian en la crianza porque su relación se volvió un desierto emocional. Familias que se rompen en silencio, porque nadie se atreve a hablar de lo que duele sin buscar culpables.

En mi blog juanmamoreno03.blogspot.com suelo escribir desde esa mezcla rara que tengo entre juventud y conciencia. Desde lo que me enseñó la vida, pero también desde lo que heredé de mi papá y mi abuelo: ese amor por escribir, por observar, por darle sentido a lo que parece solo caos. Y todo esto me lleva a pensar: ¿qué tanto de lo que creemos “problemas de crianza” son en realidad heridas de pareja que no se cerraron?

No podemos seguir separando lo emocional de lo relacional. No se puede criar con ternura si en la pareja reina la tensión. No se puede acompañar con empatía si uno mismo está emocionalmente drenado. Por eso, más que “cursos de crianza”, creo que lo que muchas familias necesitan es valentía para mirarse y sanar. Sanar no para culparse, sino para no seguir repitiendo.

Y ahí conecto con algo que se dice poco pero que es urgente decir: no es justo que los hijos carguen el vacío de sus padres. No es justo que un niño tenga que ganarse el afecto porque sus papás no se ganaron el uno al otro con honestidad. No es justo que una adolescente sienta que si se equivoca es el “problema” de la casa, cuando en realidad solo es el reflejo de una estructura que nunca aprendió a hablar con amor.

Tampoco estoy diciendo que los padres tengan que ser perfectos. Nadie lo es. Pero sí creo que ser adulto implica tener el coraje de no echarle la culpa a la infancia propia ni esconderse detrás del rol. He visto gente que, cuando se hace consciente de su estilo de apego, empieza a relacionarse distinto. A pedir ayuda. A no repetir el mismo patrón con sus hijos. Y eso... eso ya es un acto de amor revolucionario.

En Bienvenido a mi blog, mi papá ha escrito sobre esas heridas invisibles que se heredan. Sobre cómo la falta de diálogo emocional termina impactando hasta las finanzas, los negocios, la salud. Y también en Mensajes Sabatinos, donde se nos recuerda que el hogar es un reflejo de lo que somos por dentro, no solo por fuera.

Yo creo que esta generación tiene una ventaja y una responsabilidad. Tenemos más acceso a información, a terapia, a conciencia. Pero también enfrentamos la presión de tener que “romper ciclos” sin tener siempre las herramientas. A veces, se siente como cargar un legado que no elegimos. Pero aún así, creo que se puede. Que se vale sentir, dudar, incluso fallar… pero nunca dejar de buscar sanar.

Y si eres joven como yo, quiero decirte esto: no estás loco por cuestionar cómo fuiste criado. No eres ingrato por querer una crianza diferente. Y si algún día decides formar tu propia familia, hazlo desde la honestidad emocional. No desde el miedo. No desde la deuda. No desde la costumbre.

Porque el amor que no se transforma, se convierte en herida. Pero el amor que se reconoce, se reinventa.

📣 LLAMADO A LA ACCIÓN FINAL:
¿Sentiste que esto te habló directo al corazón?
Escríbeme, cuéntame tu historia o compártelo con quien sabes que lo necesita.

📲 WhatsApp directo: +57 310 450 7737
📘 Facebook: Juan Manuel Moreno Ocampo
🐦 Twitter: Juan Manuel Moreno Ocampo
💬 Comunidad de WhatsApp: Únete a nuestros grupos
📢 Canal de Telegram: Únete aquí

✒️ FIRMA AUTÉNTICA:
— Juan Manuel Moreno Ocampo
“A veces no hay que entender la vida… solo vivirla con más verdad.”

No hay comentarios.:

Publicar un comentario