Directora del programa de la ONU para el Medio Ambiente habla sobre la triple crisis planetaria.
Inger Andersen tiene una visión pragmática, pero positivista a la vez, sobre el cambio climático. La directora ejecutiva del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (Pnuma) cree que aunque el mundo no está haciendo suficiente para detener la triple crisis planetaria (cambio climático, pérdida de biodiversidad y contaminación), la oportunidad de hacerlo sigue latente, pero sin tiempo de espera.
Durante una corta visita a Colombia (del 14 al 16 de marzo) para “ver de primera mano cómo trabaja el país en temas ambientales”, Andersen se reunió con el ministro de Ambiente, Carlos Eduardo Correa y con el presidente Iván Duque, y visitó la Sierra Nevada de Santa Marta para conocer el trabajo en viverismo, restauración ecológica y ecología de especies que realiza la comunidad indígena arhuaca.
En entrevista con EL TIEMPO cuenta por qué actuar ahora es la única opción para salvar al planeta de las crisis ambientales; detalla cómo ve a América Latina en temas ambientales y elogia a Colombia por sus compromisos; además habla de los retos que enfrenta el Caribe ante el cambio climático y lo que se viene para el mundo en cuanto a compromisos para disminuir las emisiones en la COP27 de Cambio Climático y conservar las especies en la COP15 de Biodiversidad.
Esta es una pregunta que siempre hacemos los periodistas, porque cada vez se acorta más la posibilidad de actuar, pero ¿estamos todavía a tiempo de detener la crisis climática?
Como ha dejado claro el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), el cambio climático está aquí ahora y avanza más rápido que nuestras acciones para frenar sus impactos. Tenemos 1,1 grados centígrados de calentamiento global y estamos asistiendo a trastornos masivos en el mundo. Las concentraciones de CO2 en la atmósfera son más altas de lo que hemos visto en más de 2 millones de años. Más de 3.000 millones de personas son muy vulnerables al cambio climático.
Pero es muy importante tener en cuenta que la ventana para cambiar de rumbo está abierta, pero por poco. No tenemos tiempo para la negación. Ahora es el momento de actuar y de hacerlo a una escala masiva y sin precedentes, para poner en marcha las transformaciones que necesitamos para llegar a un mundo con cero emisiones netas Esto significa transformar nuestros sistemas energéticos, nuestros sistemas de transporte, la forma en que construimos y operamos nuestras casas y edificios. Significa transformar nuestros sistemas alimentarios y cuida mucho más el mundo natural del que dependemos.
Inger Andersen y el ministro de Ambiente, Carlos Correa, entregaron en la Sierra Nevada de Santa Marta certificados de capacitación en viverismo a 21 viveristas de la comunidad indígena arhuaca.
Hace unos días, la Asamblea de la ONU para el Medio Ambiente estuvo en Kenia hablando de la contaminación plástica, ¿por qué es histórica la resolución que se aprobó allí?
Sí, absolutamente, la resolución acordada por los Estados miembros en la reanudación de la quinta Asamblea de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente que concluimos en Nairobi (Kenia) la semana pasada es histórica. Lo es porque, a pesar de las enormes diferencias existentes y con el telón de fondo de los conflictos, vimos a los países unirse para hacer frente a uno de los signos más visibles de nuestro maltrato al planeta: la contaminación por plástico.
Desde el punto más profundo de los océanos del mundo hasta justo fuera de nuestras ventanas, la contaminación por plástico está en todas partes. La resolución compromete a los Estados miembros a poner en marcha un comité de negociación intergubernamental para elaborar un instrumento internacional jurídicamente vinculante que ponga fin a la contaminación por plásticos. Los países han establecido un ambicioso calendario para completar este trabajo a finales de 2024. Sin embargo, la ambición es evidente no solo en los plazos.
Así, la resolución reconoce la naturaleza transfronteriza del desafío de la contaminación por plásticos; que necesitamos un enfoque de ciclo de vida completo; que la cooperación internacional es fundamental para garantizar las capacidades tecnológicas y el apoyo financiero, en particular para que los países en desarrollo también puedan realizar las transiciones necesarias. Me ha complacido mucho observar el fuerte apoyo de Colombia, y, de hecho, de otros países de América Latina, a la resolución.
Abordar el cambio climático
es fundamental para ayudar a Colombia a alcanzar los ODS y mejorar la vida de sus ciudadanos
En América Latina, ¿ve hoy un compromiso de los gobiernos para afrontar la crisis?
Absolutamente, pero la realidad es que ningún país o región, incluyendo América Latina, está haciendo lo suficiente para enfrentar los impactos devastadores de la crisis climática. Muchos países latinoamericanos presentaron en la COP26 de Glasgow planes de contribución determinada a nivel nacional (NDC, por su sigla en inglés) más amplios y ambiciosos. Pero esto no es suficiente. La región necesita aprovechar sus puntos fuertes. Por ejemplo, Latinoamérica tiene uno de los sectores energéticos más limpios del mundo: la energía hidroeléctrica, que representa el 46 por ciento de la capacidad total instalada. Su región tiene más autobuses eléctricos que Europa. Costa Rica y Uruguay producen casi el 100 por ciento de su electricidad con energía limpia. Chile y Colombia son líderes mundiales en movilidad eléctrica.
Sin embargo, existen verdaderos desafíos para avanzar en la verdadera transición energética. Entre ellos se encuentran las continuas inversiones en combustibles fósiles, las subvenciones que no se dirigen necesariamente a los más vulnerables y el reto de los activos varados. En un escenario sin cambios, se espera que las emisiones del sector energético se dupliquen para 2050. Una transición energética limpia basada en la energía hidroeléctrica también es un reto porque el cambio climático está poniendo en peligro la disponibilidad de agua. Por eso necesitamos invertir mucho más en energía solar y eólica. La buena noticia es que esa transición traerá consigo puestos de trabajo. Las investigaciones sugieren que pasar a un sistema energético totalmente descarbonizado podría crear 35 millones de nuevos puestos de trabajo para 2050 en América Latina.
¿Y cómo ve a Colombia?
Han demostrado mayor ambición en su última presentación de NDC, que tiene como objetivo una reducción del 51 por ciento de las emisiones de gases de efecto invernadero en comparación con el escenario habitual para 2030. El país ha establecido un impresionante objetivo de deforestación neta cero para 2030 y la capacidad de energía renovable instalada está creciendo. Además, es bueno ver que las NDC reciben ‘dientes’ para funcionar, a través de compromisos consagrados en la legislación, las políticas y los programas. Abordar el cambio climático es fundamental para ayudar a Colombia a alcanzar los ODS y mejorar la vida de sus ciudadanos.
En la región, la protección de la biodiversidad es clave, pero lo que vemos hoy es que los incendios y la deforestación están destruyendo grandes bosques, ¿qué tan grande es el desafío de proteger los ecosistemas?
Un nuevo informe del Pnuma habla del creciente desafío que suponen los incendios forestales, cada vez más intensos y frecuentes. Este informe concluye que, a nivel mundial, podemos esperar que los incendios extremos aumenten en un 14 por ciento para 2030, y en un 50 por ciento para 2100. Ningún país, y menos un país en desarrollo como Colombia, puede permitirse esta devastación.
En Latinoamérica se encuentran 7 de los países con mayor biodiversidad del mundo, y estamos viendo una importante degradación de los ecosistemas a pesar de los avances en la designación de zonas como áreas protegidas. Así que, esencialmente, tenemos que actuar sobre los principales impulsores de la pérdida de biodiversidad identificados por la Plataforma Intergubernamental Científico-normativa sobre Diversidad Biológica y Servicios de los Ecosistemas (IPBES). Entre ellos están el cambio climático, los cambios en el uso del suelo, la contaminación, el uso y la explotación de los recursos naturales y las especies invasoras.
Y debemos hacerlo con las comunidades indígenas en el centro de nuestros esfuerzos. Los bosques designados como reservas indígenas en Colombia, por ejemplo, experimentan tasas de deforestación 10 veces menores que otros bosques.
También tenemos que estar mejor preparados para los incendios forestales. Esto incluye el fortalecimiento de la cooperación internacional en materia de incendios forestales, el establecimiento de sistemas para controlar los incendios y la inversión en la preparación. Y necesitamos que todo el mundo se sume al Decenio de las Naciones Unidas para la Restauración de los Ecosistemas para detener, proteger e invertir la pérdida de ecosistemas terrestres y marinos en todo el mundo.
Necesitamos que todo el mundo se sume al Decenio de las Naciones Unidas para la Restauración de los Ecosistemas para detener, proteger e invertir la pérdida de ecosistemas
En el Caribe, donde se debería hablar de adaptación, ¿están los países haciendo lo suficiente?
El Caribe ha sufrido más el cambio climático que la mayoría de los países. La región ha soportado más de 400 desastres naturales desde 1950. La población expuesta a las inundaciones aumentó un 70 por ciento entre 2000 y 2020. Pero no podemos esperar que estos países, que son los que menos han contribuido al cambio climático, carguen con el peso de esta devastación.
La comunidad internacional debe cumplir sus compromisos con el Acuerdo de París, sobre todo en materia de adaptación. Sí, en la COP26 vimos cómo se duplicaba la financiación para la adaptación, pero tenemos que ver cómo se despliega rápidamente en regiones como el Caribe, porque cada año que esperamos para adaptarnos resulta más caro y muchas partes del mundo no pueden permitírselo.
¿Se logró lo suficiente en la COP26 para afrontar el cambio climático?
El secretario general de la ONU ha dicho que la COP26 mantuvo vivo el objetivo de limitar la temperatura global a 1,5 grados centígrados, pero que está con respiración asistida.
Vimos a los países comprometerse a una reducción del 45 por ciento para 2030, en línea con el objetivo de 1,5, y a una reducción neta de cero para 2050. Vimos una mención explícita al carbón y a las subvenciones por primera vez. Vimos cómo se duplicaba la financiación para la adaptación en 2025.
Se completó el Libro de Reglas de París. Sin embargo, tal y como se desprende del Informe sobre la Brecha de Emisiones 2021 del Pnuma, las NDC actualizadas y los compromisos presentados en la COP26 redujeron apenas un medio por ciento las emisiones que habíamos previsto antes de la COP. No obstante estos nuevos compromisos, nos dirigimos a un mundo con un calentamiento de 2,7 °C. Este es un mundo que no podemos ni siquiera empezar a comprender. Así que el reto que tenemos ante nosotros es volver a la COP27, que se celebra en Egipto, para presentar planes, con plazos e hitos claros que impulsen la acción en las NDC y más allá.
¿Hasta qué punto será esencial la COP15 para la lucha por la protección de la biodiversidad?
El Marco Mundial para la Biodiversidad después de 2020 es nuestro nuevo plan para proteger la naturaleza y la biodiversidad.
Nuestro mundo natural está amenazado. Esto significa que las personas y los medios de vida de todas partes están amenazados. No podemos dejar de alcanzar un acuerdo ambicioso que comprometa a todos los países a hacer frente a los factores que provocan la pérdida de biodiversidad, ya sea en el clima, en el uso del suelo, como las ciudades, en la contaminación, etc. Si no lo hacemos, perderemos un millón de especies de aquí a 2100.
No se trata solo de una especie aquí o allá, sino de la propia red de vida de la que depende nuestra existencia como seres humanos. Es una cuestión de medioambiente, financiera, de negocios, de salud y de política exterior. La COP15 debe impulsar un enfoque de toda la sociedad para hacer las paces con la naturaleza.